Parte 3

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Emma se despertó con el ruido estridente de su despertador. Abrió los ojos y gruñó

«Henry, hay que levantarse»

Al no percibir ningún movimiento a su lado, se giró y vio que el sitio que normalmente ocupaba su hijo estaba vacío. Se levantó de un saltó y se fue hacia la cocina. Mary Margaret ya estaba levantada y vestida, y estaba preparando el desayuno, mientras que el muchacho veía la tele.

«No se puede decir que tenga tus genes en cuanto a levantarme temprano, estoy muerta» dijo Emma bostezando

«Eso es cierto, tienes los de tu padre, él aún duerme»

La rubia se sirvió una taza de café y se la bebió de un tirón. Se comió después las tortitas que su madre había preparado y pidió a Henry que se preparara para el colegio. Mientras pasaba eso, David se levantó.

«Buenos días» dijo besando a su mujer

«Hoy te has levantado temprano» dijo Emma sentándose en el sofá

«Sí, tengo que ir a ayudar a Leroy en la mina»

«Oh...bien, es muy amable por tu parte»

«De todas maneras no tengo otra cosa que hacer durante el día»

«Es verdad»

Emma le sonrió y dirigió su atención a la tele. Finalmente, iba a estar sola. Tendría todo el tiempo para relajarse en un buen baño caliente. Media hora más tarde, Henry estaba preparado para salir para el colegio con Mary Margaret. Besó a su madre antes de salir.

«Hasta la tarde, chico, sé bueno»

«¡Siempre soy bueno!»

«Sí, como yo»

Snow puso los ojos en blanco y besó a su hija. Emma esperó a que su padre dejara el apartamento. David se puso su chaqueta.

«¿No trabajas hoy?»

«Sí, pero antes voy a tomar un baño»

«Ah, de acuerdo, bueno, te dejo, hasta la tarde»

Tras decir esto, salió dejando a Emma sola. Esta se precipitó al cuarto de baño y abrió el grifo del agua. Fue a su cuarto a coger sus cosas y sacó la botellita del bolsillo. Se desvistió y entró en la bañera. Se relajó un momento cerrando los ojos. Después de haber reflexionado maduramente sobre los pros y los contras de la utilización de la magia, abrió el frasco y echó el contenido en el agua. Espero algunos segundos y vio que nada pasaba. Frunció el ceño: ¿le habría mentido Gold? Se encogió de hombros y se hundió en el agua, conteniendo la respiración. Al cabo de unos minutos, sacó la cabeza del agua, totalmente sin aliento. La visión de los recuerdos de Regina la había conmocionado. Salió de la bañera con prisas y se vistió, y se marchó a la comisaria. Una vez allí, se tomó su tiempo para analizar lo que había sucedido y constató que nada había cambiado en ella. Quizás Gold se había equivocado al decirle que la magia siempre tiene un precio. Suspiró de alivio y sonrió, porque ahora: ella sabía...

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