Sorpresa, asombro, estupefacción, aún con todos los sinónimos de confusión, no alcanzaban a describir el sobresalto que tuve al ver a Ryou Kurokiba esperando mi compañía. Claro que no me molestaba en absoluto, es más, eso de "esperar mi compañia" no es más que un deseo interno mio, esperando ser real. Bueno, más que nada yo creo que es una especie de...
-¡Espera! ¡No te vayas! -Grité yo mientras me interrumpía a mi misma al darme cuenta que había tardado demasiado. Pero Ryou no se detuvo, siguió caminando, así que yo corrí hacia la puerta para alcanzarlo.
-¡Espera!... no corras.-Dije mientras ya fuera del salón lo veía alejarse. Al parecer me escucho y paro de caminar mientras se giraba a mirarme con su ya usual semblante despreocupado.
-No estaba corriendo.-Dijo Ryou en cuanto llegue frente él un tanto agitada.
-Pero...- Tomé aire mientras cambiaba de tema.- Caminas muy rápido. -Dije mientras ambos empezamos a caminar y yo imitaba una voz varonil. Él no respondió a mi comentario y siguió caminando.
-Y bueno... ¿dónde vamos? -Pregunté mientras observaba el paisaje desconocido.
-Yo voy a mi residencia .-Respondió directamente.
-Oh... ya veo.-Dije mientras miraba el suelo avergonzada conmigo misma por haber pensado que iríamos a charlar un rato a algún lugar con un paisaje hermoso, para conocernos mejor. Dios Jin, en que estabas pensando.- Bueno, será mejor que regrese, no quiero perderme.-Dije mientras paraba de golpe llamando la atención de el pelinegro. Así que empecé a caminar hacia atrás despidiendome con un gesto de mano y una sonrisa.
-Nos vemos Kurokiba-kun.- Dije al final mientras giraba mi cuerpo y empezaba a caminar de forma normal dirigiéndome hacia donde antes camine insulsamente, con un horrendo tono carmín en el rostro. Caminé a pasos relajados mientras trataba de memorizar el camino, nunca antes había pasado por estos lugares (Totsuki es muy grande).
Me sentía avergonzada, la verdad esperaba otra cosa, pero bueno, es Ryou Kurokiba, que mas podría esperar de alguien como él.Caminé un poco más hasta que escuche pasos atrás mio, así que gire eufóricamemte, pero vi a Kurokiba caminando tranquilamente mientras miraba al frente.
-¿Qué haces aquí? -Pregunté mientras volvía a caminar relajadamente, pero esta vez acompañada a un lado mio por Ryou.
-Dijiste que no sabias el caminó.- Respondió despreocupado.
-No dije eso.
-Dijiste que no querías perderte.
-Bueno... púes gracias. -Dije yo mientras le dirigí una mirada agradecida realzada por una sonrisa.
-Us.
No proteste a su seca respuesta, más bien, mi alma regreso a mi cuerpo al saber que no había cometido tantos errores como creí. Tampoco es como que me fuera a perder, pero no iba a arruinar este acto de buena voluntad de su parte, tan solo podía festejar.El camino se torno relajante, hasta que a unos cuantos pasos pude visualizar los salones de los que antes salimos Kurokiba y yo. De repente la tranquilidad en el ambiente se torno algo nerviosa. ¿Qué haría? ¿Me despido? ¿Le doy las gracias? Que dilema...
Al llegar a los salones paré de caminar a lo que él respondió de la misma manera.
-¿Olvidaste algo? -Preguntó Ryou mientras mi miraba directamente a los ojos.
-Pensé que, me acompañarías hasta los salones.- Respondí totalmente nerviosa.
-Yo no dije eso.- Terminó él mientras regresaba a caminar con su usual semblante. Por mi parte, jamás había tenido el placer de que algún chico de mi edad me tratara de esa manera tan... ¿caballerosa? Si bien hubo personas que trataron de entablar algo s que una charla amistosa, nunca me sentí cómoda con eso, así que nunca di lugar a algo así, pero... ¿Por qué con él es diferente? No lo sé pero el hecho era que tendría el gusto de caminar relajadamente hasta mi recidensia (o eso espero) acompañada con una persona bastante interesante.
Sonreí involuntaria-mente mientras pensaba en las cursilerias que alguna vez mi madre me metió en la cabeza.
-Bueno... y dime Ryou, ¿De dónde eres?
-Dinamarca.
-Vaya... que sorpresa. Pensé que eras Japonés, ya sabes... Kurokiba, me suena Japonés.
-Pues no.- Dijo seco. Pensé que la charla quedaría ahí, pero...
-¿Y tú? No eres Japonesa -Clamó sorpresivamente.
-Y-Yo... soy de Alemania.-Dije mientras le dirigía la mirada.
-¿Alemania?
-Si... Dortmund, para ser preciso. Pero... mi Madre, ella era Japonesa.
-¿Y tú Padre?
-Él es Alemán, pero cuando era joven, estudio aquí, en Totsuki. Así que gracias a él, yo amo cocinar.
-¿Se graduó?
-Si, allá, en Alemania, mi familia tiene un restaurante. Es muy concurrido, debido a la popularidad de mi Padre.
-Tu madre era estudiante también?
-No, ella era profesora de Artes ¿Raro no?- Reí bajo.- Pero bueno, háblame de ti, ¿por qué sirves a Alice? -Y aquí está, la respuesta a tantos misterios... lo que debí preguntar con más sutileza, ¡diablos Jin!
-Perdí, algo así como una apuesta.-¿Qué? ... Tantas preguntas, y la respuesta era esta sencillamente.
-Pensé que era algo más complicado.-Respondí sonriendo.-Bueno, evitando el pasado ¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre?-Pregunte mientras lo veía.
-Nada.
-No creo que no hagas nada.
-Cocinar.
-¿Cocinar? Bueno, yo también lo hago, pero... ¿aparte de cocinar?
-Nada en especifico ¿tú?
-Pues... no lo sé, me gusta dibujar.
-¿Dibujar?
-Si, pero dibujo muy mal.- Respondí riendo.-El solo me miro con su expresión un poco curiosa, lo que me animo a seguir.
-Mi Madre me enseñó a dibujar, pero mi Padre a cocinar y bueno... estoy en Totsuki y no en una academia de arte.
-Y a ti, ¿te gusta dibujar?
-No.
-¿Bailar? -Aunque la verdad hasta yo lo dudo.
-No.- Lo supuse.
-Entonces, ¿Qué te gusta?
-Nada.
-¿De verdad?... -Finalicé retoricamente para después seguir caminando relajada junto a Ryou.Pasamos por uno de los lugares más concurridos de Totsuki (Una plaza) y las miradas curiosas de muchas de las personas que estaban ahí me empezaron a incomodar a sobremanera, fije mi atención en Ryou, y lo vi tranquilo, como si nadie estuviera a nuestro alrededor. Que serenidad... me encantaba su serenidad.
Después de caminar un poco más pude ver al final, la construcción de la Estrella Polar. No quería llegar, no quería llegar y terminar con esta paz que obtenía al estar junto a él.-Bueno, llegamos.-Dije mientras miraba la gran puerta de madera frente a mi.- Muchas gracias Ryou.-Dije mirando el suelo con nervios.
-Us.
-Me gustó caminar contigo, de veríamos repetirlo.- Comenté sonriente, tratando de quebrar la tensión. No respondió.
-Bueno, nos vemos mañana.- Dije mientras medio giraba y ponía mis manos en la manija de la puerta, sin embargo, aún no la abría. Me gire nuevamente y me acerque un poco a él y le di un beso en la mejilla. Se que en Japón es un tanto inusual eso, pero... entre en pánico y... ¡vamos! En Francia es lo más común, y es lo que hago con Thomas... maldición.
Me alejé al instante y lo vi con la misma expresión de siempre. Mas bien no lo tomo mal.
-Me alegra que seas tú mi compañero Ryou. Nos vemos.- Le sonreí por ultima vez en el día mientras abría la puerta y entraba lentamente sin dejar de verlo.
-Nos vemos.- Dijo por último y se giro para empezar a caminar de regreso, dándome la espalda, a lo que yo termine de cerrar la puerta y al cerrarla ya por completo me quede parada mirando la manija de la misma. Al final solté un profundo suspiro, cerrando mis ojos a la vez mientras giraba y encontraba a Fumio-San mirándome divertida, con una sonrisa en el rostro.
-Al menos se digno en traerte.-Comento Fumio-San mientras ponía una mano en su cintura.
-No sé de que hablas Fumio-San.-Dije fingiendo demencia. A lo que ella soltó una estruendosa carcajada.
-Jin-chan, soy la Virgen Maria de La Estrella Polar, yo he visto toda clase de situaciones en esta residencia.- Dijo mientras caminaba en dirección a la cocina.- Solo espero que no suceda lo mismo Jin-chan.- Dijo perdiéndose de mi vista en el pórtico.
En ese instante subí las escaleras hasta mi habitación en silencio. Al llegar me senté al pie de mi cama, mientras miraba la ventana.
¡Agh! Fumio-San, ¡por qué tenías que hablar!
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Indiferente- Ryou Kurokiba
Fanfiction-"¡Dímelo! solo tienes que decirlo" ~Había intentado excusar su indiferencia con todas las palabras posibles. Sabía bien lo que mis amigos trataban de decirme, lo entendía, no era tonta. Aún así, seguía buscando excusas. Tal vez no para hacer que e...