Cap. 11

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Al salir del coliseo que se usaba para las Shokugekis vimos a los niños que se encargan del periódico escolar esperando resultados, ahí estaban esos mocosos, no conocía a todos, pero claro que a los más relevantes sí. Hace algunos años la pequeña RinRin (Encargada de la sección de chismes) hizo su gran debut con la llamativa portada de: "Engaños, Gottsched Jin". Un muy inteligente título, pues para ese entonces a mi ya me apodaban "La dama del engaño", pero no fue la pequeña reseña que me dijo que seria cuando la niña un día me contó sobre su gran deseo de superación y que quería aprender de mi experiencia. No, como la adolescente ingenua que era pasé un día entero con ese pequeño monstruo hablándole de mis inspiraciones y llevándola a mi residencia.
El día que se publicó la editorial vi que no era más que una crítica de mi cuerpo, personalidad y comentarios sobre las interacciones con mis allegados. RinRin me había estado espiando casi un mes antes de "pedirme permiso".
Después de ese artículo, ella ganó una sección en el periódico "Engaños, y el nombre de la persona a quien vaya a destruir" claro está que nunca habla de los poderosos en totsuki, solo de los que son reconocidos, pero sin poder para hacer que la castiguen.
Y yo, yo gané un poco de inseguridad, bastantes burlas y aprendí a ser menos confiada, desde ese día Gottsched Jin nunca más tendió la mano.
-¡Gottsched-Senpai! -Era ella, ya estaba esperando que se acerque.
-Te dije que te mantuviera lejos.- Paré para verla acercarse dando saltitos con su grabadora y una libreta en manos. Lucía tan tierna como siempre, aunque todos sabían lo venenoso de ese dulce brote.
-Oh, Gottsched-Senpai no se moleste conmigo. En dos años la veré mucho más ¡Estoy en mi penúltimo año de secundaria!
-Que gusto, bueno, ya tengo que irme.- Traté de no ser descortés con ella, pues sabia que se la pasaba grabando todo.
-¡Vaya! ¿¡Está saliendo con el asistente de Alice Nakiri!? -Me detuve en seco al escuchar esa pseudo pregunta y vi a Ryou que giró hacia ella también. Lo vi aproximarse a la niña con su relajada actitud. Se detuvo frente a ella y le arrebató la pequeña grabadora de sus manos.
-Deja de entrometerte niña.-Se irguió.- No quiero escucharte hablar de esto. -RinRin se quedo temblando en su lugar sin rechistar. Ryou me tendió la grabadora.
-Has lo que quieras con esto.- Con el fin de esa frase Kurokiba siguió caminando como si nada. Yo me volteé a ver a la ya no tan confiada rubia. Ella miro mis manos con miedo. Yo guardé la grabadora en el bolsillo del saco del uniforme y la vi directamente a los ojos, no dije nada, ya con eso bastaba.
Vi a Ryou unos pasos antes que yo y cuando vi que ya estábamos algo lejos del centro, caminé un poco más rápido y no pude evitar abrazarlo por la espalda.
Él no dijo nada, se quedó quieto y no movió ni un músculo.
-Gracias Ryou-kun.- Lo solté despues de unos segundos y caminé como si nada hubiera pasado junto a él.
Tal vez le parezca que estoy usando una situación sumamente banal para poder acercarme, pero no, el simple hecho de no haberse ido cuando la niña me interceptó fue muy valioso. Recuerdo cuando salió ese artículo.
No pude sentirme peor, era una niña a quien la empezaron a juzgar por como cada vacación prefería quedarme en la estrella polar o como me "avergonzaba" pertenecer a la estrella polar, o como "no era pelirroja natural".
Eran estupideces, pero para mi en aquel entonces, fueron estupideces muy duras.
Ese pequeño gesto de parte de el que yo consideraba algo frívolo había significado mucho más de lo que se imaginaba.

Tuvimos que seguir con una larga caminata hasta llegar a su residencia. No me molestaba en lo absoluto el silencio entre ambos, pues durante estos pocos días como compañeros en las clases donde se requerían equipos (Por supuesto) me había acostumbrado a muchas veces hablar sin recibir una respuesta, solo tenia que verlo para que él asienta o niegue, o en el mejor de los casos un "Us"*. Nuestra primera clase juntos fue la ultima vez que lo vi usar ese pañuelo y "transformarse", pues todos los demás días simplemente hacia específicamente lo necesario, nunca más discutimos o algo parecido.

Claramente después de llegar a su "residencia" la situación tampoco cambió mucho, continuamos en silencio, él abrió la puerta principal con una inusual tarjeta, pues aunque a simple vista pareciera una residencia un poco más lujosa que las demás, tenía un sistema de seguridad bastante impresionante para solo dos estudiantes... ¡Pues claro que sí! Era la casa de muñecas que le regalo el Diablo a una de sus nietas, dentro de esta también vivían varios sirvientes de la familia Nakiri, claro, todo muy cubierto por las inmensidades de Totsuki, nadie caminaria kilómetros hasta encontrar la residencia de alguien en particular. Totsuki era como una pequeña ciudad, uno conoce bien el centro de ésta, allí están todos los salones, aulas, S.I.'s, y todos los lugares públicos por decirlo de alguna forma. En cambio todas las residencias estaban bastante separadas las unas de las otras y a no ser que conozcas bien la ubicación exacta de la residencia de otra persona fuera de la tuya o seas alguien muy obsesivo como para investigar, era muy tedioso buscar una en especifico.

Indiferente- Ryou KurokibaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora