Diana

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Volaban totalmente en silencio, pero juntos. Diana escuchaba a Destiny, a Backbitter y al otro pegaso (Jason le había contado que se llamaba Porkpie) batir las alas y relincharse los unos a los otros, como si estuvieran manteniendo una conversación de lo más profunda. Sin embargo, Diana no estaba para muchas palabras.

Lo había pasado fatal. Si no llega a ser por Leo, ella aún seguiría allí, paralizada por sus miedos. Le había guardado mucho rencor a Acteón cuando había recuperado la conciencia pero, tras verlo, no había podido evitar pensar en lo injusto de todo el asunto. Acteón era un mortal normal, un mestizo al cuidado de Quirón, pero además un gran cazador. Debería haberle rendido homenaje a Artemisa...y ésta debería haber tenido un poco más de clemencia con él.

Pero, en cambio, lo había cambiado de forma en la de un ciervo, a sabiendas que sus propios perros lo perseguirían hasta devorarlo. A Diana no le extrañaba nada que Acteón le guardara rencor a su madre. Después de todo, verla desnuda había sido un accidente, pero la diosa lo había pagado injustamente con él.

A Diana era algo que no le cabía en la cabeza. ¡Artemisa era una diosa! Un ser con poderes inconmensurables que podía lograr casi cualquier cosa. ¿No podría haber demostrado un poco de compasión y borrarle la memoria o algo así? No, en vez de eso había decidido ser vengativa e injusta.

La última oración que Diana le había dirigido a Acteón no la había elegido al azar. Sabía que su madre, al igual que todas las divinidades, la estaban observando. Que Diana le deseara un final justo a un enemigo de Artemisa había sido premeditado; lo había hecho para enfadar a su madre.

Pararon a media tarde, porque no querían arriesgarse a "marcarse un Leo" de nuevo. Además, estaban sobrevolando la ciudad de Roma, y Diana había observado un brillo de nostalgia en los ojos de Jason, así que propuso descender y pasar la noche en la ciudad.

-¿Qué haremos con los pegasos?-preguntó a sus amigos cuando tocaron suelo.

-¿A qué te refieres?-preguntó Leo.-No puedo vender a Backbitter ni a ninguno de sus colegas; Percy montaría un buen pollo y Hedge y los demás sátiros podrían ponerse en plan sádico con sus porras y...

-No-dijo Diana, sonriendo a su pesar.-No podemos llevarlos con nosotros.

Destiny relinchó un par de veces en nuestra dirección y coceó. Backbitter y Porkpie batieron las alas, y los tres nos miraron expectantes.

-Lo siento-comenzó a disculparse Jason, rascándose la cabeza-pero no hablamos caballo...

-No hará falta-dijo Leo, triunfal, sosteniendo una especie de collar con un walkie talkie dorado en él.-Me había olvidado de esta preciosidad-dijo aproximándose a Destiny, que piafó inquieto.

-¿Y en qué consiste tu preciosidad?-preguntó Diana con los brazos en jarras.

-Un poco de confianza, bombón, por favor-pidió Leo, mientras ataba el dispositivo al cuello del pegaso con manos expertas. Se echó hacia atrás y contempló su obra con expresión triunfal.-¿Qué tal ahora? ¿Te importaría repetir lo que has dicho, Destiny?

El pegaso abrió la boca, pero en cuanto comenzó a relinchar una voz que salía del walkie talkie tapó sus relinchos.

-¡No se preocupe, jefa! Nosotros también vamos a ir a dar una vuelta. Cuando vayamos a partir llámenos.

Diana miró boquiabierta a Leo, a la vez que Jason exclamaba:

-¡Un traductor equino! ¡Genial, colega!

No soy tu novia (Leo Valdez #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora