Leo

4.1K 404 97
                                    

Leo dio un traspiés y estuvo a punto de caerse en un charco. Eso hubiera sido realmente impresionante; llegar a la fiesta mojado como un pollo. Desde luego, esto de ligar cada día se le daba mejor.

-Tío, ¿estás bien?-le preguntó Jason.

-De una pieza-contestó Leo.

-Chicos...-escuchó a Diana llamarlos.

Leo se dio la vuelta y contempló el enorme club. El letrero era tan grande y brillante que debía de haber costado una fortuna, y no había lugar a dudas: "Salón de Fiestas Teopompo", decían las luces de neón. No entendía cómo nadie en la ciudad había sabido decirles dónde estaba. El club era enorme, un rascacielos, y en la puerta hacían guardia dos matones enormes. Leo tragó saliva; los reconocía.

Menuda mierda.

-¡Bueno, vamos!-dio una palmada nerviosa.-¿Quién quiere hablar con esos gorilas primero?

-¿No eras tú el de las conversaciones chispeantes?-se burló Diana, pasando por delante de él.

-Ja ja, muy graciosa-refunfuñó Leo. Con aquellos tíos no quería tener ninguna conversación. Eran muy tontos, a lo mejor no se acordaban de que tenía una deuda pendiente.

Tras echarle una nueva mirada al local, siguió a sus amigos resoplando.

Uno de los gorilas les cortó el paso casi de inmediato.

-Tranquilo-exclamó Jason. Rebuscó en el bolsillo de su camisa y sacó tres billetes dorados.-Traemos las entradas.

El gigante asintió, y trató de apartarse para dejarles pasar, pero su compañero se acercó a él y refunfuñó:

-Tu cara me suena-dijo señalando con la cabeza.-¿Quiénes sois?

A Leo le entró un sudor frío por todo el cuerpo. Pensó en lo que podría pasar, pero decidió jugársela. El más grandullón, el primero, parecía también el más tonto, así que trató de entablar conversación con él:

-¡Qué va, tío! Venimos de viaje, a ver a la familia...-se le ocurrió una idea suicida, pero como Leo estaba inspirado, cogió de la cintura a Diana y la acercó a su cuerpo.-Así que pensé en traer a mi novia al mejor club de fiestas. ¿Verdad, bombón?

Leo estaba seguro de que Diana le daría un puñetazo, pero ella se acercó más a él y le besó la mejilla.

-Pues claro, bebé.

Leo trató de ignorar lo rápido que le subió la temperatura, pero no lo consiguió del todo. Se le formó una sonrisa tonta, que dirigió al fortachón primero. Éste parecía enternecido con la escena, y se quitó para dejarles pasar, pero el segundo se cruzó de brazos y preguntó de nuevo con su voz ronca:

-¿Y éste quién es?

Leo rebuscó en su cerebro, pero esta vez fue Jason quien le sacó del lío, adelantándose y poniéndole una mano en el hombro a Diana:

-Soy su hermano mayor. Estoy aquí para que no se diviertan demasiado, ya me entiendes-le dijo al portero.

-En realidad-se inclinó Leo susurrando, como si le quisiera contar a esa especie de mastodonte semihumano un secreto-lo he traído para que se eche una novia y me deje a mí con la mía-y guiñó el ojo.

El segundo portero le dirigió una mirada pícara y, apartándose, anunció:

-Ya te he entendido, compañero. Pasad, pasad.

Leo avanzó, rodeando todavía a Diana de la cintura y les hizo el saludo militar. El primer bobalicón lo repitió y los miró como un estúpido, y Leo reprimió una carcajada al ver lo tonto que era. "He construido afilalápices con más inteligencia".

No soy tu novia (Leo Valdez #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora