Leo

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La mente de Leo estuvo a punto de explotar cuando vio de nuevo el Lamborghini volador.

Después de la vuelta de Diana a la vida (y su beso juntos, por supuesto), aquel coche volador había sido la segunda mejor cosa del día. Él ya había conducido otros vehículos voladores. No en vano, era el genial almirante Valdez, a cargo del Argo II y de Festo, el dragón más alucinante del mundo.

Pero el Lamborghini volador estaba en otro nivel.

Así que cuando Diana se separó de él y Leo observó, al igual que todos, el coche descender de las nubes, haciendo giros de 360 grados y con música de Eminem, su cabeza se instaló en otro sitio.

"Definitivamente, tengo que estar fiambre", se dijo a sí mismo. "Dioses, los Campos Elíseos son alucinantes".

Pero, cuando el vehículo aterrizó en el suelo, todos pudieron ver que no llevaba puesto el piloto automático. En su lugar, un veinteañero rubio con gafas de sol Ray Ban y una sonrisa que brillaba con el sol se sentaba al volante. Saludó con la mano y bajó del coche con las manos en los bolsillos, en una expresión de seguridad máxima. No era tan genial como Leo, pero era la copia más fiable.

De repente, Leo se sintió un flacucho con greñas y torpe como un palo.

-¿Qué pasa, chicos?-saludó Apolo a sus hijos. Chocó los puños con algunos, y al pasar por su lado, le revolvió el pelo a Will, mientras Nico trataba de ocultar sin éxito una sonrisa. Continuó andando hasta situarse junto a Leo, mirando a Diana.-¡Sobrina! ¡Ya era hora de que mi hermana dejara de ser una aburrida! Bien peleado, por cierto. Supongo que mis genes se transmitieron gracias a la pesada de Artemisa.

Apolo se quitó las gafas ante la mirada alucinada de Diana. Leo tuvo que hacer fuerzas para no reírse, pero se recordó que tenía delante a un dios de los que, por cierto, había insultado hacía un rato, llamándolos inútiles. Leo decidió no tentar mucho a la suerte.

El dios se colocó las gafas en el cuello de la camisa y, cuando se volvió, sus ojos azules resplandecieron y emitieron un brillo dorado bastante divino, según el punto de vista de Leo.

-¿A...Apolo?-oyó preguntar a Diana.

-El mismo en persona, sobrina-asintió Apolo, sonriendo a más no poder. Debía de dolerle la boca, pero el chico ahí seguía, como si nada.-Seguro que Will y los demás te lo han contado sobre mí, ¿no?

-En realidad, no...

-Como sabrás, le he dado mi visto bueno a muchos héroes grandes-Apolo continuó con su perorata como si Diana no hubiera abierto la boca. Una habilidad que la chica también tenía; lástima que ella solo la utilizara con el propio Leo.-Y tú, sobrina, ¡tienes talento! Así que...-Apolo cogió sus gafas de sol, las abrió y, con aire ceremonial, se las colocó en el pelo a Diana, quedando encima de la diadema de Zoe Belladona, creando un raro contraste-...te doy mi visto bueno.

Leo vio cómo Diana miraba a Will, que se encogió de hombros.

-Esto...humm...¿gracias?-respondió volviéndose hacia su tío y rascándose la cabeza, confusa.

-Ahora, ¡que empiece la fiesta!-Apolo dio palmadas.-Chicos, arriba de mi coche. Como me ralléis la pintura, os mandaré unas cuantas vacas malditas. Así que, ¡cuidadito!

El Lamborghini se alargó y su anchura aumentó. Su color se convirtió en amarillo, con gruesas ruedas negras. Leo se encontró observando un enorme autobús escolar amarillo, de los de toda la vida.

"Alucinante. Necesito uno de esos".

Apolo lo miró y sonrió, como si le hubiera leído el pensamiento (muy probable) y le dio unas palmadas a Diana, que continuaba en estado de shock.

No soy tu novia (Leo Valdez #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora