Diana

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Al día siguiente, alguien sacó de la cama a Diana a base de golpes de almohada.

-¡Ay! ¡Jo!-al sacar la cabeza de las mantas y ver una mata de pelo rubio, protestó más fuerte:-¡Annabeth! ¡Venga ya!

La rubia se cruzó de brazos y sonrió, divertida.

-Lo siento, Di, pero me manda Quirón a despertarte-explicó Annabeth, todavía con una sonrisa.-Tenemos reunión los jefes de cada cabaña después del desayuno.

-Pues prefiero perderme el desayuno-dijo Diana, y se giró para darle la espalda a su amiga.-Vete a desayunar y luego ya vienes a por mí.

-Desgraciadamente ya te has perdido el desayuno-dijo Annabeth, haciendo énfasis en el "ya".-Así que vístete rápido, señorita. Nos están esperando.

A continuación, como Diana no contestaba, Annabeth le pegó un tirón de la sábana. La rubia se ganó un golpe con la almohada, pero al final consiguió lo que quería y, media hora después, una Annabeth triunfal y una Diana todavía dormida interrumpieron la reunión, que rodeaba una mesa de pin pon gigante.

Ahí Annabeth la dejó y se fue a sentar al lado de Percy. Diana se dejó caer en la primera silla libre que encontró.

-Buenos días, bombón-la misma voz pesada de siempre. Diana ya empezaba a acostumbrarse.

-Hoy no, Leo-suplicó al muchacho, que sonreía a su izquierda con suficiencia.-Estoy dormida.

Diana apoyó un codo en la mesa de pin pon y dejó caer la cabeza sobre su brazo, con la esperanza de poder volver a dormir.

-Es lo que pasa si no duermes porque te pasas la noche en mi búnker, querida-dijo Leo, enarcando una ceja.-Aunque tampoco se te puede culpar. Quiero decir, ¿me has visto bien?

Al otro lado de Diana, Piper reía mientras los miraba.

Diana enrojeció de la vergüenza.

-No me pasé la noche en su búnker-le explicó a Piper, que seguía partiéndose de risa.-Sólo fui a verlo para...hacerle una consulta.

-Sigue sonando mal, querida mía-le pinchó Leo.

-Eres un imbécil, Leo Valdez-lo fulminó con la mirada Diana pero, con la cantidad de miradas asesinas que le había lanzado al muchacho desde que se conocían, seguro que Leo ya se había convertido en inmune.

-Y pensar que este imbécil te había traído galletas del desayuno...

-¡Dame!-Diana se abalanzó sobre él.

-En fin...-carraspeó Quirón, reclamando su atención.-Annabeth, Diana, estábamos comentando la profecía y la relación que puede tener con la misión que Leo deberá emprender. Y la nueva novedad que ha llegado desde el Olimpo.

Diana se inclinó para escuchar mejor.

-¿Qué novedad?-preguntó Annabeth por las dos, prestando toda su atención al centauro, a pesar de que Percy no paraba de hacerle cosquillas.

Quirón suspiró y se frotó la frente. Allí, sentado en la silla de ruedas, casi parecía un humano normal, pero Diana podía percibir la vida animal que había en lugar de sus piernas. Era raro, pero últimamente estaba teniendo un montón de sensaciones respecto a los animales. En el bosque, podía percibir cada vida animal, cada ciclo...y los animales no huían ante ella, si no que la trataban como a una más. El día anterior, Diana había ayudado a una hembra de pájaro carpintero a alimentar a sus polluelos.

 Diana prefería guardarse este dato, porque con una profecía, unos elementos imposibles de controlar y una supuesta batalla a la vista, no parecía muy importante que ella fuera una copia de Blancanieves campando a sus anchas por el bosque.

No soy tu novia (Leo Valdez #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora