Diana

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Algo comenzó a hacerle cosquillas en la nariz a Diana.

Notó una extraña calidez en el pecho, pero ya no le dolía. Consideró eso una buena señal. Después de todo, quizá no estuviera tan mal. Y el césped del bosque era tan suave...

Un momento.

Aquello no era el bosque.

Abrió los ojos apresurada y se encontró tres chicas desconocidas mirándola muy emocionadas.

-¿Qué...?-trató de decir, pero se le había secado la garganta.

Una de las chicas, que llevaba el pelo corto y negro con mechas azules, que hacían juego con sus ojos, pintados con abundante maquillaje negro, le ofreció un vaso.

-Ten, bebe-dijo.

Diana, sin fuerzas apenas, obedeció, y descubrió con sorpresa que sabía igual que un batido de fresa, sus favoritos. Dio buena cuenta del líquido mientras la cabeza dejaba de darle vueltas.

-Gracias-dijo Diana, dándoles el vaso. Probó a incorporarse, y se encontró sentada en una especie de alfombra.

Se encontraba en una especie de tienda de campaña gigante. Un enorme brasero la mantenía con calor, y por todas partes había arcos y flechas desperdigados.

-¡Ay, por los dioses! ¡Es tan parecida a la señora Artemisa, ¿verdad?!-exclamó muy emocionada otra de las chicas, dando palmas.

La del pelo negro y pinta punk que le había ofrecido el vaso a Diana, le sonrió.

-Calma, Georgette-dijo.

-¿La señora Artemisa?-repitió Diana.-¿Vosotras sois las cazadoras de Artemisa?

-¡Nos conoce!-dijo la chica entusiasta, moviendo sin parar su corta melena pelirroja a un lado y a otro, como si estuviera en un concierto de sus ídolos. No pasaría de los trece años.

De un salto, cogió un peine y, colocándose tras Diana, se puso a cepillarle el pelo como si fuera algo totalmente normal.

-Te encontramos en el bosque, con el cadáver de la Osa Calisto-dijo la chica punk.-Te estábamos siguiendo la pista, así que no nos fue difícil dar contigo.

-¡Y menos mal!-continuó con su parloteo Georgette.-¡Un poco más tarde, y no la cuenta! ¡Maldita osa!

-Una cazadora debe librar sus propias batallas-le recriminó la tercera chica, negando de un lado a otro.

-¿Sólo estáis vosotras tres?-preguntó Diana.

-Las demás están fuera de la tienda. Decidimos que sólo tres te cuidarían, o te abrumarías al despertar-le contó la chica punk.-Tenían que cuidar de mi hermano...y del otro. Llevan dos días sin pegar ojo.

-Más bien, no se fiaban de ellos-añadió la chica rubia, y Georgette rió.

¿Qué?

-¿Estamos hoy a 20 de junio?-preguntó Diana, temiéndose lo peor.

-Todavía no ha amanecido, pero sí-asintió Thalia.

Mierda. Diana había dormido durante dos días seguidos. Y le quedaban otros dos para conseguir el arco y volver antes del solsticio de verano. Diana se maldijo a sí misma y a la osa.

-Espera, rebobina. ¿Tu hermano?-Diana estaba sorprendida.-¿Quién es tu...?

La chica punk la miró y sonrió. Sus ojos azules eran tan parecidos a los de su hermano, que no tuvo ninguna duda.

No soy tu novia (Leo Valdez #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora