Diana

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Diana estaba empezando a agobiarse.

Ocho.

Ocho malditas horas eran las que llevaban buscando al hombre del papel que Thalia le había dado.

-¿Estás seguro de que lo has leído bien?-preguntó con nerviosismo Leo.

-Por décima vez, ¡sí!-dijo Diana, quizá un poco más fuerte de lo normal.-"Eróstrato, Salón de Fiestas Teopompo, Roma". ¡A la mierda!-dijo, y rasgó el papel con un ademán furioso. A continuación, lo tiró al suelo de la calle.

-No os alteréis-el carácter diplomático de Jason la estaba poniendo de los nervios.-Estoy seguro que podremos encontrarlo. Después de todo...todavía tenemos tiempo, ¿no?

Leo no paró ni un segundo de retorcer un par de palancas entre sus dedos mientras miraba el reloj.

-Unas treinta y seis horas, más o menos-dijo el latino.-Tenemos que llegar a Éfeso, encontrar el arco y volver al campamento en un tiempo récord. Por cierto, ¿a alguien más le rugen las tripas? Menudas ratas las cazadoras con el desayuno...

-Tenemos tiempo. Vamos a comer algo-dijo Jason, lanzándole una mirada esperanzadora a Diana que, sin embargo, no se enteró; estaba muy ocupada mordiéndose las uñas.

-¡Eso es a lo que yo me refería, tío!

Diana estaba tan frustrada que quería echarse a llorar, pero lo único que hizo fue dejar que Jason y Leo la arrastraran hasta un centro comercial, donde acabaron entraron en un Pans and Company.

Mientras los chicos comían con ganas sus bocadillos, sentados en una mesa de plástico cutre, a Diana la cabeza no paraba de darle vueltas. Veía a la gente pasar adelante y atrás. Se quedó mirando cómo los niños pequeños corrían tras sus padres, brincando sin ninguna preocupación. Vio que todos llevaban manga larga, pese a ser verano, y se sorprendió al descubrir el frío que hacía. La armadura mantenía su temperatura corporal, pero en la calle hacía una leve niebla.

Aquello la intranquilizaba. No podía soportar el frío. Helaba los árboles y provocaba que muchos animales que no invernaban murieran, a menos que consiguieran resguardarse con alimento suficiente para pasar el invierno. ¡Pero si estaban en junio! Aquello podría empeorar mucho los ecosistemas.

Además, ¿qué narices? ¿El arco de su madre desaparecía y de repente empezaba a hacer frío, justo antes de que una supuesta batalla diera comienzo? Estaba harta de que auto-convencerse diciéndose que eran coincidencias.

-Joder, tu filete está frío.

Diana se volvió hacia Leo, y tuvo que poner una cara muy seria, porque el chico se encogió mientras le tendía un cartón:

-¿Quieres patatas?

Diana negó con la cabeza.

-No tengo hambre-alegó.-Escuchad, ¿no os parece que algo raro está pasando?

Tanto Leo como Jason se volvieron hacia ella mientras masticaban con fruición la comida rápida. Jason dio un gran trago a su batido antes de contestar.

-¿A qué te refieres?

Diana señaló con la mano a través de la ventana del local hacia afuera.

-Me refiero a este frío. Estamos a 20 de junio. ¿Cómo es posible?

Los dos se miraron como quien oculta un secreto, la clásica mirada que los padres se echan cuando los niños empiezan a hablar de los Reyes Magos.

-¿Qué?-preguntó Diana con impaciencia.

Leo aferró con fuerza su paquete de patatas, como si pensara que Diana fuera a arrancárselo:

No soy tu novia (Leo Valdez #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora