Leo

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Leo estaba harto.

Nico, como había hecho un "esfuerzo tan grande", estaba derrotado, y Diana se negó a abandonarlo a su suerte. A Jason también le caía bien Nico, por lo que la decisión fue unánime y pasaron el día haciendo turismo.

No es que a Leo le cayera mal Nico. En la misión contra Gaia, hasta le había dado miedo. Pero ahora Leo había crecido, mientras que Nico seguía siendo un enclenque. Leo sabía que podía levantar ejércitos de muertos, pero ahora mismo estaba tan agotado que Leo sabía que no podría levantar ni el espíritu de una mosca.

Y estaba el asunto de que a Diana le caía muy bien. Durante toda la visita a la ciudad, mientras Leo forzaba a Jason a intentar imitar el acento portugués, Diana y Nico se lo pasaron genial. Leo escuchó al hijo de Hades reírse por primera vez, y sabía que era prácticamente imposible, por lo que no sabía cómo sentirse; si impresionado por Diana o enfermo por la complicidad que se traían esos dos.

Decidieron dormir en la misma plaza donde habían aterrizado por la mañana, y Leo se ofreció a ir a por algo de cenar, sólo para intentar que, al alejarse de los otros tres, los muelles se le aflojaran un poco.

Y al principio lo consiguió. Leo tenía tal déficit de atención que sus pensamientos se perdían entre la gente que hacía espectáculos en la calle y los vendedores ambulantes. El aire olía a castañas asadas, y decidió comprar algunas si sobraba dinero. Se paró en un puesto de perritos calientes y, como el hombre hablaba inglés, se encogió de hombros y compró cuatro y una bolsa de castañas asadas.

A Leo se le estaba haciendo la boca agua mientras volvía con sus amigos. Pero, al mirar por el rabillo del ojo, vio a Diana caminar rápido entre la gente.

Se giró rápido, y siguió a Diana.

-¡Bombón!-gritó, pero ella no se giró.-¡Eh, bombón! ¡Traigo perritos calientes!

Gracias a los dioses, ella se volvió finalmente. Leo se acabaría tropezando y tiraría la comida si seguía persiguiéndola de esa manera.

Su amiga lo miró...Espera, aquella no era su amiga.

Era una portuguesa que ni siquiera se parecía a ella. Podía tener el pelo largo y liso, sí, pero ahí se acababan los parecidos. La extraña tenía los ojos pequeños y azules, y vestía de una manera de la que Diana ni siquiera hubiera pensado, con una minifalda y tacones.

-Oh...perdona-dijo Leo, cortado. Como la extraña seguía mirándolo entre confundida y ansiosa, Leo decidió largarse de allí.

"Definitivamente, tengo un problema", se dijo a sí mismo Leo. No se había parado a pensar en Diana en todo el camino, pero ahora ella había vuelto a su cabeza. "Deja de obsesionarte con esa chica. Sólo...sólo es eso, una chica".

Cuando llegó con sus amigos, agradeció a los Dioses que Nico "La alegría de la huerta" di Angelo se hubiera dormido ya. En cambio, Jason y Diana revisaban un mapa muy concentrados.

-¡He encontrado la comida más americana que he podido conseguir!-exclamó Leo alegremente, y le pasó a Jason un perrito.-¿Qué hacéis?

Como Jason estaba muy ocupado devorando su perrito, fue Diana la que le contestó:

-Repasamos nuestra ruta. ¿Ves?-dijo, señalando un punto en el mapa de Europa que tenía en el regazo.-Aquí estamos nosotros. Podríamos recorrer la distancia a Turquía en un par de días, de sobra para coger el arco y volver con margen hasta el solsticio de verano. Eso si no tenemos ningún imprevisto...

-Como los que siempre tenemos...-añadió Jason con la boca llena.

-Jo, macho, eres la alegría en persona-ironizó Leo.-Te empiezas a parecer a di Angelo.

-Oye, ¿qué problema tienes con Nico?-se ofendió Diana.

"Genial, Leo. Ya la has cagado", pensó Leo.

-¿Yo? Ninguno-aseguró el latino.

-Sí, claro-ahora fue el turno de ironizar de Diana. Frunció el ceño y fulminó con la mirada a Leo; pero él ya se había acostumbrado.-Llevas todo el día mirándolo mal. ¡Pues, para que te enteres, es una persona como tú o como yo! ¡Y tú no eres superior a él ni a nadie!

-¡Yo no he dicho que sea superior!-discutió Leo.-Nadie hubiera dicho que me hubieras visto mirarlo. ¿Estás celosa, bombón? Sabía que te llamo la atención, pero no tanto.

-¡Tú flipas!-Diana se puso en pie.-¡Yo no estoy celosa, ni de ti ni de nadie! ¡Eres un estúpido, Leo Valdez!

La chica recogió sus cosas y se refugió al otro lado de los bancos, junto al durmiente Nico. Leo se enfadó, y por un segundo pensó que estallaría en llamas, pero lo único que hizo fue decirle:

-¡Bien! ¡Enfádate! ¡Ni siquiera sé por qué querías venir, si te pasas todo el rato enfurruñada!

Diana levantó la mano e hizo un gesto obsceno. A continuación, se dirigió a Jason, que seguía terminándose el perrito mientras los miraba incrédulo.

-Me voy a dormir. Despertadme después para hacer guardia. Bueno, eso si "la alegría en persona" del grupo no nos ha quemado antes-dijo, lanzándole otra mirada asesina a Leo.

Jason tragó saliva, y su mirada viajó desde la chica, que se había tumbado en el suelo, con la mochila de almohada improvisada, a Leo, que contemplaba ceñudo el mar, como si quisiera ponerse a gritar y a quemar cosas.

"A lo mejor es que es eso lo que me apetece", pensó Leo.

Durante unos minutos nadie dijo nada. Mientras Jason recogía el mapa y lo metía en su mochila, Leo contemplaba enfadado a Diana, que había cerrado los ojos con fuerza. Poco a poco, la respiración ella se ralentizó y se hizo más pesada.

-Tío-lo llamó entonces su mejor amigo.-Tienes que controlar esos celos.

Leo miró a Jason, incrédulo.

-¿Celos? Yo no estoy celoso-replicó el latino.

-Claro que sí-lo contradijo Jason.-Llevas todo el día enfadado, algo que nunca pensé que podría ser real en Leo Valdez. ¡Si Nico está con Will!

-Ya lo sé-dijo Leo. Pero no estaba dispuesto a admitir nada.-Pero no estoy celoso, tío. Diana no me importa más que Piper o Annabeth. No es mi tipo.

Jason soltó una carcajada.

-La frase favorita de Percy.

Leo rió con su amigo. Estuvieron bromeando un rato, y a Leo se le pasó el enfado muy rápidamente, sin saber que la chica que había tumbada a unos metros de él no estaba tan dormida como habría pensado.

No soy tu novia (Leo Valdez #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora