Capítulo 2

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Llegó a su casa apresurado, su experiencia de vida y los años que llevaba viviendo en el lugar le advirtieron que alguien le venía siguiendo de cerca, al cerrar la puerta se asomó por la ventana para ver si alguien se aproximaba, pero la calle se mostraba tan normal como siempre, llena de bulla y gente yendo y viniendo por todas partes.
-¿Esperas a alguien? -le interrumpió una voz femenina, el joven dio un pequeño brinco y se cogió el pecho de puro susto.
-Madre, me asustó -le reclamó con moderación y, acercándose posó un beso sobre la frente de la mujer.
El muchacho dejó a un costado su maletín y entró al baño para lavarse las manos antes de sentarse a la mesa, esa era la regla que le habían impuesto desde pequeño, ahora más que una obligación lo hacía por costumbre.
Al salir del cuarto de baño encontró a su madre apoyada sobre el sofá que estaba junto a la ventana, miraba impaciente por todos lados.
-¿Y Carlitos, dónde está? -preguntó de pronto acercándose despacio a la mujer quien sostenía un rosario entre sus manos.
La mujer sollozó ante la pregunta y luego de un suspiro dijo en tono de resignación.
-Volvió a salir -hizo una pausa para tomar aire, -con esos vagos del barrio, desde muy temprano, «el cojo» y su banda vinieron y se fue sin decir una sola palabra.
El silencio se hizo, ninguno de los dos se atrevía a romperlo pues temían dañase el uno al otro si en algún momento este terminaba. Finalmente fue ella quien miró con ojos suplicantes a su hijo y tomando sus manos le rogó.
-Alex, tengo miedo -El muchacho abrazó a su madre y apoyó su cabeza en su pecho, la besó como para calmarla y mostrarle su apoyo, la condujo muy despacio hacia la cocina. -Habla con él -volvió a suplicar la mujer, -tengo miedo que le pase algo, como le pasó a tu padre.
Alex se estremeció en cuanto el recuerdo de su padre asesinado se coló en su mente.
-No se preocupe usted -la calmó acariciando sus mejillas y limpiando sus lágrimas. -Nada malo le pasará, en cuanto ese muchachito llegue tendremos una conversación de hombre a hombre.
La mujer asintió acongojada pero más calmada, confiaba en que su hijo mayor haga sentar cabeza a Carlos, en lo profundo de su ser presentía que su hijo estaba ya en malos pasos con las pandillas.
Por otro lado, Alex sabía que el problema iba más allá de las preocupaciones de mamá, sabía que Carlos estaba metido en drogas, una oleada de coraje se apoderó de él, no encontró otra solución que hablar de frente con su hermano; sin guardarse nada le diría las cosas como realmente son.
-¿Qué tal el instituto? -interrogó la mujer colocando los platos en la mesa.
-Pues bien -respondió Alex mientras hacía lo suyo con unos vasos y una jarra llena de jugo de manzana sobre la misma mesa. -Fíjese que nos dejaron como trabajo la creación de un blog en internet, pero aún no se a que lo dedicaré, la condición que nos puso el profesor es que sea un espacio juvenil y que en poco tiempo tenga muchos usuarios.
-No entiendo nada de esas cosas de internet, eso ni siquiera existía en mis tiempos.
Alex sonrió y siguió explicando.
-Es sencillo, solo que necesito dedicarle mucho tiempo para dar con lo que a los jóvenes de hoy en día les interesa, además de la creación y el mantenimiento del espacio en internet...
-Y el dinero que todo esto requiere -interrumpió su madre indignada. -Yo no entiendo cómo es que les dejan tareas tan complicadas y costosas, en mis tiempos...
-Sus tiempos y los de ahora ya no son los mismo -dijo Alex abrazando por los hombros a la mujer mientras que ella servía el almuerzo.
-Tienes razón, me estoy poniendo vieja.
-Para nada, usted es aún muy joven -bromeó Alex.
En ese instante la puerta que daba a la calle se abrió de golpe, un muchacho vestido de negro ingresó. Sin decir palabra se sentó a la mesa y cogió una pieza de pan, que se devoró con ferocidad. Alex y su madre cruzaron miradas, como si lo adivinase, ella le hacía señas a su hijo mayor para que éste no le reclamara, pero la mala educación de su hermano le indignó y no pudo aguantar más, aunque muy calmado le reclamó.
-Que, ¿no vas a saludar? -le dijo como quien da una orden.
El joven alzó la mirada en dirección de su madre y a regañadientes le dirigió la palabra.
-Buenas tardes vieja.
-Óyeme, ¿Qué es eso de vieja? -protestó Alex poniéndose delante de él. -¿Qué no sabes respetar?
-Ya, los dos cálmense -suplicó la mujer con nerviosismo. -Comamos tranquilos.
Carlos solo sonrió satisfecho, por ahora había ganado la discusión y se encontraba rebosante de felicidad. Mientras que Alex vigilaba cada uno de los movimientos de su hermano, a pesar que era normal que un joven de su edad coma tan apresurado y en grandes cantidades, lo que hacía su hermano era inconcebible, incluso días antes estaba sin apetito, Alex sabía que esos cambios de apetito y personalidad se debían a las drogas.
Luego de devorar, literalmente, su almuerzo, se puso de pie dando apenas las gracias y se metió a su recámara. En poco tiempo se escuchó un fuerte ruido en la habitación, al mismo tiempo el chico cantaba a voz en grito y se podía sentir como bailaba y saltaba al ritmo del punk. Alex dejó su tenedor a un lado de golpe y miró con furia la habitación de su hermano.
-Por lo que más quieras hijo, no discutan -suplicó su madre casi llorando.
-Es que no puede seguir así, mamá por favor usted se da cuenta de lo que pasa y es grave, sino le ponemos un alto a todo esto será peor.
Sin dar más explicaciones abrió con fuerza la puerta de la habitación, mientras que afuera, la madre de ambos rezaba acongojada. Suplicaba a Dios para que ponga las palabras correctas en la boca de su hijo mayor, a la vez pedía que a Carlos no le pasara nada malo; «es un buen muchacho» pensaba recordando lo amoroso que era antes de la muerte de su padre, luego de esto, quedó muy afectado con la noticia, de hecho todos quedaron afectados; pero a diferencia de su hermano menor, Alex pudo superarlo de una manera más madura y consiente.
De eso habían pasado ya muchos años, pero la mujer lo recordaba como si fuese ayer. Desde entonces Alex se había convertido en el sustento de la familia, trabajando desde temprana edad para llevar algo de comer a casa. Carlos se convirtió en un muchacho más agresivo, mientras que ella, lo reconoció de mala gana, se había refugiado en el alcohol, tantos años, pero para cuando pudo superarlo ya era demasiado tarde. Alex había tomado las riendas de la casa y aunque lo hacía muy bien, ella se sentía culpable por haber arrebatado su adolescencia de esa manera, quiso recompensarlo poniéndolo a estudiar una buena carrera, pero hasta en eso se sintió inútil, pues el muchacho ya había ahorrado lo suficiente para estudiar una carrera técnica, por los conocimientos y la habilidad que tenía en las computadoras, se había ganado una beca. A sus veintidós años, Alex había experimentado el dolor en carne viva y sabía lo que era luchar para ser alguien en la vida, las pandillas lo tentaban a diario para que integre sus filas, pero él siempre se mantuvo firme en su convicción y su manera de pensar.
Ahora se encontraba con lo más difícil de su vida, enfrentar a su propio hermano, pero lo hacía por su bien, pues no aguantaba ver como terminaba con su vida a propósito.
Entró en la habitación y bajó el volumen de la música, al instante Carlos fijó su mirada en él, cuando estuvo a punto de reclamarle, Alex lo detuvo con una pregunta.
-¿Cocaína o heroína? -la pregunta tomó por sorpresa al muchacho el cual trataba de reír pero todos sus gestos se le notaban fingidos.
-¿De qué estás hablando?
-La pregunta es clara -replicó Alex tan seguro como siempre-. Solo dígnate a contestar ¿cocaína o heroína?
-Vete a la mierda -Carlos empujó a un lado a su hermano, pero cuando estuvo a punto de irse, Alex lo agarró del brazo izquierdo, aunque tuvo que hacer mucho esfuerzo no le interesó si lo lastimaba o no, simplemente estaba decidido a terminar con este asunto cuanto antes.
-Te estás inyectando esa porquería?.
Carlos quedó en seco sin decir ni una sola palabra, liberó su brazo aprisionado y se sentó en la cama. El hermano por su lado cerró la puerta para que la conversación no se filtre y llegue a oídos de mamá.
-¿Desde cuando te drogas?.
-Oye -protestó Carlos, -tú no tienes porque...
-¡¿Desde cuándo te drogas, solo contesta?!
Los ojos del muchacho estaban inyectados de furia, era la primera vez que su hermano le hablaba de esa manera, pero a pesar de los deseos enormes de golpearlo, guardó silencio y decidió no decir ni una sola palabra.
-Te desconozco -dijo Alex sentándose al costado de su hermano-. Antes que papá muriera, en el hospital me hizo prometer que debería cuidarte, siento que le he fallado.
Carlos trataba de reprimir el llanto, pero algo en lo profundo de su ser logró activar sus sentimientos, aquellos que llevaba guardados por años.
-No voy a reclamarte nada, solo te suplico que no hagas sufrir a mamá, no sabes cuánto sufre por tu causa.
-Yo no le pedí que sufra por mí.
-Lo sé -dijo Alex susurrando-, solo que una madre nunca deja de sufrir por sus hijos, no seamos egoístas.
Luego de esto, Alex se puso de pie decidido a marcharse, no había más que decir, no encontraba las palabras exactas, ni siquiera se sentía capaz para reclamar por nada que haya hecho. Antes que abra la puerta, su hermano interrumpió su partida con dos palabras.
-Dos semanas -Alex entendió a lo que se refería, no sabía cómo reaccionar, una parte de él le exigía golpearlo sin parar, pero la otra parte le decía que guarde silencio que solo escuche lo que su hermano tiene que decir. Pero el silencio se hacía cada vez más largo e insoportable, tuvo que romperlo, pero no sabía cómo.
-¿Estas en la pandilla del cojo? -preguntó de repente.
-Aún no -confesó Carlos apenado.
-Solo déjalo, aléjate de ellos.
-No puedo, quien entra en la pandilla no sale jamás.
Alex se asustó por su respuesta, se dio la vuelta y avanzó hacia la cama.
-Pero me dijiste que no estabas en la pandilla.
-Te dije que aún no lo estaba, pero estoy marcado.
-¿Qué quieres decir?
Nuevamente el silencio cobró vida de una manera aún más macabra, ambos sabían que la conversación podría hacerse eterna, pero sería innecesaria pues era casi imposible que se llegue a un acuerdo. Alex se aferró a ese «casi» y decidió dejar la fiesta en paz por el momento.
-Necesito que me ayudes con un trabajo del instituto -dijo al fin Alex cambiando de tema. Mientras que Carlos subió ligeramente el volumen de la radio y sin muchos ánimos pregunto.
-¿De qué se trata?
-Necesito crear un blog de interés para los jóvenes.
-Pues el experto en computadoras eres tú.
-Lo sé -confesó Alex sonriendo. -Pero mi grupo y yo no sabemos de qué tratará el blog.
Carlos entrecerró los ojos y torció los labios intentando dar con alguna solución. La resaca a causa de la droga no le dejaba pensar con libertad, pero hacía su mejor esfuerzo.
-No lo sé, que te parece uno de esos sitios donde se encuentra pareja.
Alex frunció el ceño y ladeó un poco la cabeza.
-¿Encontrar pareja por internet? -preguntó algo confuso.
-Pues es lo que hacen ahora ¿Qué no?
-Pero eso es muy peligroso según dicen.
-Ese es ya tu trabajo -culminó Carlos apagando la radio y dándose vuelta para tratar de dormir. -Ahora si me disculpas, necesito dormir, me duele la cabeza.
El hermano mayor salió de la habitación pensando en la posibilidad que le estaba diciendo su hermano, necesitaba trabajar en el concepto lo más pronto posible y llamar a su grupo a ver qué les parecía la idea.
Ese día trabajó toda la tarde y mitad de la noche, buscando formas y diseños para el blog y a la vez creando algunas reglas de convivencia que necesitaba el sitio web. Lo que más le causaba terror era pensar en un posible título, sabía por principio que tendría que ser uno llamativo y fácil de recordar, pero ¿Cuál sería el indicado? En la radio sonaba la agrupación «Maná», trató de relacionar el nombre con la letra de «Corazón espinado» una de sus canciones favoritas, pero por más que le daba vueltas no se le ocurría ni una sola idea. Cansado, decidió dejar el trabajo por esa noche, al día siguiente pensaría en algo mejor.

Hola de nuevo. Después de tiempo regreso con un segundo capítulo de esta historia. Quedó algo corto pero espero les guste.  A partir de hoy todos los lunes habrá una nueva actualización.  Si les gustó no olvides dejar Tu estrella y recomendar la hostia. ¡Gracias mis lectores! Hasta el próximo lunes :D

Se vende un corazón - Trilogía (SVC Libro 1) #BLAwards17Donde viven las historias. Descúbrelo ahora