Capítulo 32

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El ave sacudió la cabeza y abrió sus alas, intentó levantar el vuelo, pero aún se le hacía imposible. Aurora observó con curiosidad el trabajo tan cuidadoso que realizaba Santiago al aplicar un ungüento en el ala herida del halcón y lograr vendarlo de nuevo, ella tenía un poco de miedo a acercarse, nunca antes había estado con un animal como este, le parecía un ser magnífico, pero a la vez le guardaba respeto y este respeto le hacía temerle de cierto modo.
—Deberías haber sido veterinario.
—No te burles —respondió sonriendo—, no soy bueno para estas cosas, si lo hago es porque mi hermana me lo pide, además que Ángel también ya se ganó mi cariño.
—Pues no lo haces nada mal, para un muchachito que anda atropellando gente por la calle, este oficio te queda de maravilla.
Santiago soltó una carcajada, recordó cómo conoció a Aurora, ahora le parecía una divertida anécdota, pero recordaba el susto que se llevó en cuanto la vio tirada en el piso, por un momento llegó a pensar que...
—Agradezco el haberte conocido.
Aurora se puso tensa, acomodó su cabello y le fue casi imposible mirarlo a los ojos ¿Qué le está pasando? Se sentía confundida ¿confundida? No entendía el porqué, pero solo el estar frente a Santiago le producía una extraña sensación de bienestar.
—¿Aunque casi me matas?
Ambos sonríeron, Aurora miró al muchacho a los ojos por primera vez después que terminaron de curar el ala de Ángel.
—No me lo perdonarás nunca.
—Solo bromeaba, sabes que te qui… —se detuvo antes de terminar la frase, esperaba a que no haya entendido lo que quiso decir, pero se equivocó, a penas detectó las palabras, sonrió y se inclinó ante ella a escasos centímetros para preguntar divertido.
—¿Por qué no lo completas?
—¿Qué… que cosa?
—No te hagas.
—No sé a qué te refieres.
—A lo que sientes por mí.
—Estas loco, yo no siento nada por ti —volvió a bajar la mirada antes de terminar con esta frase.
—Entonces ¿Por qué no lo dices mirándome a los ojos?
—Santiago, ya deja de jugar…
—Lo siento, no quise incomodarte, de verdad lo siento.
—Y deja de disculparte, me incomoda cuando lo haces tantas veces.
Santiago se sentó apoyando la espalda en el andamio viejo que había a mitad del pasadizo, volteó y miró a su amiga para buscar una señal de molestia.
—¿Te molestaste en serio?
—Tu hermana… —dijo Aurora ignorando por completo la anterior pregunta—, piensa que tú y yo…
—¡Ja! —soltó levantando la mirada al techo, en su regazo descansaba Ángel, aunque se encontraba muy inquieto—. Seguro ha de estar celosa, ella quería que me fijara en su amiga.
—¿La chica que se interpuso a la entrada de tu casa?
—¿Puedes créelo? Como se le ocurre que yo estaría con ella.
—A mí no me parece nada mal, es muy bonita además.
—Mi corazón le pertenece a otra persona —concluyó buscando la mano de la muchacha para acariciarla.
Aurora empezó a temblar de miedo, pero no logró retirar la mano a tiempo, además ahí se sentía tan cálida, ¿Qué le estaba ocurriendo? Nunca se había sentido tan… confundida.
Santiago dio un brinco de repente soltando la mano de la muchacha, está le miró extrañada sin entender que es lo que ha pasado para que actué de esa manera.
—¿Pasa algo?
Santiago llevó un dedo a la altura de los labios pero no produjo ningún sonido, solo le indicó que guardase silencio y animó a la chica para que le siga. Cuando estuvieron detrás del andamio, él joven habló muy despacio intentando hacer el menor ruido posible.
—Alguien viene hacia aquí —Aurora se puso más nerviosa ante el comentario de Santiago, al instante, ambos escucharon los pasos más de cerca, la puerta se abrió lentamente y Santiago tuvo que tapar con una mano la boca de Aurora para que no grite por el susto.
Dentro del almacén ambos entrecerraron los ojos al sentir como la luz que llegaba desde la puerta les comenzó a cegar por el tiempo que pasaron a oscuras. Aurora hizo un esfuerzo para zafarse y señaló con un dedo a un costado en donde estaban sentados hace un momento. Ángel, el halcón herido caminaba sin preocupación alguna, es más advirtieron que se dirigía a dónde provenía la luz.
—Ángel, no —susurró Santiago, pero era inútil, el ave se acercaba a la puerta cada vez más.
—¿Qué es esto? —preguntó alguien con voz ronca—. Tu eres quien hacía tanto ruido, ahora verás lo que te pasa.
Aurora se asomó tan solo un poco para poder observar, el hombre llevaba una escopeta en las manos y apuntó a Ángel con intención de jalar el gatillo.
—¡Nooooooo! —gritó la muchacha interrumpiendo el disparo.
—¿Quién está ahí?
Santiago cerró los ojos, tomó impulso y asintió en dirección a su compañera como tratando de decirle que todo estará bien. Se levantó con cuidado y salió con las manos en alto cubriéndose para que el sol no lastime más sus ojos.
—Tranquilo no tiene porqué disparar —avanzó hacia el hombre armado.
—No te muevas —ordenó apuntando directo al pecho de Santiago—. ¿Quién eres y qué haces aquí? ¿Estás solo, escuche una voz de mujer, quien más está contigo? —la voz que empleaba era calmada, más bien pausada y cansada. Santiago logró distinguir a un hombre canoso, llevaba unos anteojos de cristales exageradamente gruesos, a juzgar por su edad según su percepción debía tener más de sesenta años. En ese instante, Aurora emergió detrás del andamio y se agarró del brazo de su compañero—. ¿Eres estudiante de la escuela? —interrogó dirigiéndose a la muchacha.
—N…no…
—Sí, olvidó algo en la azotea y me pidió que la acompañara a recogerlo —intervino Santiago con una historia poco creíble.
—Y qué hacían en el almacén —volvió a decir el anciano sin dejar de apuntarlos con la escopeta—. Llamaré a la policía.
—¡No! —exclamaron ambos jóvenes al unísono.
—No moleste a la policía —dijo Santiago acercándose cada vez más.
—Un paso más y disparo —advirtió apuntando más de cerca al pecho del muchacho
—Lo siento, es solo que ya nos vamos, fue una confusión nada más.
Se sentían acorralados, el anciano no parecía ceder y miró de soslayo al ave que ahora estaba muy cerca de él.
—Qué hace este animalejo aquí, ¿es de ustedes?
—S… sí —respondió Santiago titubeante—. Es mi halcón, es muy inteligente, además está algo herido.
—No me importa tu estúpida ave, ahora los dos salgan lentamente y sin hacer ningún intento estúpido —invitó indicando la puerta y retrocediendo unos pasos para que los muchachos le pudieran seguir.
—Tranquila —susurró Santiago tratando de calmar a Aurora, quien permanecía agarrada fuertemente de su brazo—, todo saldrá bien.
—No se Santiago, tiene un arma…
—¡Qué tanto hablan! —gritó el sujeto de la escopeta un tanto alterado—, ¡Dense prisa, no tengo todo el día!
Santiago miró a su derecha, luego a la izquierda, no sabía qué hacer pero algo se le debía ocurrir ahora mismo si no quería terminar junto a Aurora en una comisaría o un hospital. Ángel había salido ya por la puerta y ninguno de los dos alcanzaban a distinguir donde estaba. De pronto, algo se le ocurrió a Santiago, era algo peligroso pero fue la única manera que encontró para que puedan salir bien librados.
—Esto es lo que haremos —volvió a susurrar muy despacio apenas para que la muchacha logre escucharlo—. En cuanto salgamos por la puerta, ubicas con la mirada a Ángel, yo entretengo un poco al hombre hasta que tú logres tomarlo y salir corriendo a toda velocidad…
—No, Santiago ni se te ocurra eso es muy peligroso, no lo haré.
—Escúchame, debes confiar en mi es la única salida que nos queda —el tono que utilizó el joven sonaba más bien como una súplica—. A mi señal, coges al ave y sales corriendo ¿de acuerdo?
—Está bien —dijo resignada—. Pero, ¿Qué pasará contigo?
Guardó silencio, no sabía qué decir, quizá sea el quien pague las consecuencias y tengan que llevarlo a la comisaría, pero no le interesaba, lo único que tenía en mente es proteger a Aurora, no quería mentir, así que esquivó la pregunta con lo primero que se le ocurrió.
—Aurora…
—¿Qué pasa ahora?
—T… te… quiero.
Abrió mucho los ojos al escuchar esta confesión, no sabía qué decir, quizá debería responder, abrió la boca pero sin embargo no logró pronunciar ni una sola palabra. Cerró los ojos y bajó la cabeza, su corazón latía con fuerza, más de lo normal, temía estar sufriendo de una taquicardia o algo parecido. Sintió que el tiempo se agotaba, pues, estaban a punto de atravesar la puerta.
—Siento haberle causado muchos problemas —empezó Santiago dirigiendo la mirada fijamente al anciano que no dejaba de apuntar justo en el pecho del muchacho. Aurora mientras tanto ubicó rápidamente al ave y disimuladamente golpeó con el codo el costado de su compañero, este entendió la señal realizó un movimiento rápido que Aurora no logró distinguir. Santiago estaba sobre el hombre agarrando la escopeta y desviándolo hacia arriba. Ambos forcejeaban pero estaba claro que Santiago no tenía la más mínima intención de ceder hasta ver que su compañera corra a salvo del lugar.
—¡Corre! —gritó el joven volteando apenas un momento para ver si Aurora estaba ya en camino.
La muchacha cogió al ave y comenzó a correr volteando de rato en rato para ver en que terminaba la riña que se había iniciado en ese instante entre su amigo y el anciano que gritaba enfurecido.
—¡Corre! —logró escuchar de nuevo a Santiago, pero ella se detuvo solo unos minutos para gritar algo que tenía guardado dentro de ella y no se lo perdonaría si no lo sacaba en ese momento.
—¡Santiago! —el muchacho giró la cabeza y se quedó mirándola, ella temblaba como nunca antes, sus labios se abrieron con lentitud y el llanto no le dejó pronunciar con claridad. Tomó valor y trató de gritar, pero la voz no le salía como ella quería y lo que logró hacer es más bien un murmullo que temía que se pierda con el viento y no llegase a los oídos de Santiago—. Te quiero —dijo por fin con voz débil y apagada. Observó como el muchacho hacía un esfuerzo por escuchar lo que había dicho, pero no quedaba mucho tiempo, ella se dio la vuelta y comenzó a correr de nuevo, justo cuando estaba saliendo por la ventana que da a la parte trasera de la escuela, un disparo le hizo detenerse en seco, sin saber qué hacer.   

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Feliz sábado mis lectores. Paso para dejarles un pequeño capítulo, espero les guste u se entretengan la historia cada día avanza más. Nos vemos el lunes. Hasta entonces espero sus comentarios y estrellitas :D

Se vende un corazón - Trilogía (SVC Libro 1) #BLAwards17Donde viven las historias. Descúbrelo ahora