Capítulo 42

181 21 5
                                    

Tema: Si tú no estás
Artista: Rosana

Miraba el celular una y otra vez. Se colocó los auriculares y subió el volumen casi al máximo, sonaba la canción «Si tú no estás» de «Rosana». Suspiró, se tocó el rostro pensando en los últimos sucesos, las últimas palabras que dijo se quedaron grabadas en su corazón «Yo no te amo porque eres buena, ni para que lo seas, simplemente te amo porque te lo mereces». Se quitó los anteojos y se frotó los ojos con rabia, sentía rabia, mucha rabia contra ella misma «¿Qué he hecho?» Se preguntaba una y otra vez, sentía culpa por haber destrozado el corazón de Santiago de esa manera. Volvió a mirar el teléfono, le había mandado más de diez mensajes alrededor del día pero ninguno había sido atendido. «¿Estará bien?» Quizá la estará odiando en estos momentos por rechazarlo. Miró la pantalla del celular una vez más, buscó el número del muchacho y lo marcó, esperó un rato pero no respondió, entonces, decidió dejar un mensaje de voz.
«Soy Aurora, necesito hablar contigo, te necesito… espero que estés bien, llámame en cuanto puedas » cortó y el llanto se apoderó de ella, abrazó el pequeño corazón de papel que le regaló hace unos días, en aquel sitio su lugar especial y recordó todo lo que le dijo, todo lo que se prometieron.
—En Japón —explicó Santiago —se acostumbra a regalar en el día de San Valentín un corazón hecho de papel usando la antigua técnica del origami. Ambos hacen su propio corazón de papel y escriben su nombre sobre él, luego, hacen una promesa y le regalan a la persona a quien va dirigida.
Aurora escuchaba atenta, sonreía de rato en rato al ver la delicada forma que tenía Santiago de explicar las cosas.
—Y yo elijo entregarte mi corazón con una promesa dentro —dijo alcanzándole una hoja rosada cortada por la mitad.
—¿Qué tengo que hacer? —preguntó Aurora recibiendo la hoja.
—Obtener un corazón a partir de ese papel.
—Pero… no sé cómo se hace eso.
Santiago rio y acarició la mejilla de la chica.
—Descuida, lo haremos juntos, solo tienes que copiar los dobleces que yo vaya haciendo.
—Está bien —aceptó ella.
—Está bien —confirmó con una sonrisa.
Ambos se dieron a la tarea de doblar las hojas de papel, para el final obtener la figura de un corazón. Los dedos de Aurora se volvían torpes y se le hacía difícil seguir el ritmo de Santiago, pero al final logró su objetivo y se sintió orgullosa de su trabajo.
—No está mal, para ser la primera vez.
Santiago la miró sonriendo, asintió sin decir ni una sola palabra, tomó un bolígrafo de su mochila y escribió su nombre sobre el corazón que acababa de hacer. Aurora a su vez hizo lo suyo y le mostró contenta la pequeña figura de papel, en medio de él se podía leer su nombre.
—Ahora —dijo Santiago —debemos hacer nuestras promesas, y mientras este corazón esté intacto, las promesas que hagamos jamás se borrarán.
Aurora se sentó frente a él, imitando la posición de loto que adoptó el joven. Santiago, colocó la figura sobre el pasto, cerró los ojos un instante y los volvió a abrir. Se puso muy serio y con voz calmada pero segura dijo:
—Yo, Santiago, prometo protegerte toda mi vida contra cualquier peligro que se presente frente a ti y juro que jamás nada ni nadie te dañará mientras yo exista —hizo una pausa y exhaló un fuerte suspiro—, prometo también quererte por encima de todo y estar a tu lado si algún día necesitas de mí. Prometo que con el simple hecho de que pronuncies mi nombre y abraces este corazón, yo estaré a tu costado, dándote las fuerzas que necesites.
Al terminar de hablar, el muchacho miró fijamente a Aurora y le sonrió. Ella, con voz entrecortada dijo:
—Todo eso que dijiste… es muy bonito.
—Es tu turno.
La muchacha asintió con timidez y colocó su mano derecha sobre el corazón que llevaba su nombre, cerró los ojos pensando en lo que debía decir, sintió como su corazón latía al sentir el peso de la mano de Santiago sobre la suya. Abrió los ojos de golpe y contempló por un largo rato su mirada, tan pura, tan natural y limpia, aquella mirada que hizo estremecer a la muchacha; acarició su mano con delicadeza hubo un momento en el cual sus dedos se entrelazaron, ahora, las manos de ambos se posaron sobre el corazón de papel, esto le dio más fuerzas y la convicción que a Aurora le hacía falta para hacer su promesa.
—Yo, Aurora, prometo ser la amiga que tú necesites, al igual que tú estaré siempre a tu lado y jamás me alejaré de ti, me has enseñado tantas cosas en tan corto tiempo que no me imagino una vida sin tu cariño y amistad. Prometo hacerte reír y ser tu fuerza y si algún día caes, te tenderé mi mano y te ayudaré a ponerte de pie.
Su voz se quebró, sintió los deseos de llorar, pero los reprimió al instante y reemplazó sus sentimientos con una sonrisa. Santiago, se acercó muy despacio a ella, sus labios estaban muy cerca de los de ella. Aurora cerró los ojos con fuerza y frunció sus labios. El muchacho sonrió al ver el gesto de su amiga, pero el beso que Aurora creía en sus labios, fue a parar en su frente, provocando una sensación de tranquilidad en ella.
Ahora, el muchacho entregó el corazón de papel, ella hizo lo mismo, sabiendo que aquella promesa vivirá por siempre, en cuanto aquellas figuras sobrevivan en el tiempo.
Aurora lloró en su habitación recordando aquel momento, apretó el corazón sobre su pecho y pronunció entre sollozos el nombre de su amigo.
—Santiago, Santiago, Santiago —repitió bañando en lágrimas la figura de papel—, te necesito, te extraño, perdóname.

                  ***********

Se vende un corazón - Trilogía (SVC Libro 1) #BLAwards17Donde viven las historias. Descúbrelo ahora