Capítulo 49

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Despertó aturdida y con dolor de cabeza. Todo era oscuridad, un fuerte olor la mareó, la humedad y el moho del lugar no le dejaban respirar con tranquilidad. Tenía una venda en los ojos, intentó soltarse, pero las ataduras en las muñecas le produjeron algo de dolor, desistió de su intento y trató de tranquilizarse, pero el corazón le latía a mil por hora, no tenía idea de lo que estaba pasando, lo último que recordaba es un fuerte dolor en la parte trasera del cráneo, luego todo fue oscuridad y silencio.

Pensó en encontrar una solución, pero nada se le venía a la mente y cuando llegaba alguna idea fugaz la desechaba en el acto al encontrarla muy riesgosa. ¿De verdad se encontraba tan indefensa? Ni siquiera necesitó responderse a esa pregunta, pues era evidente que podía hacer poco, quizá nada al respecto. Comenzó a llorar de manera desesperada, pero lo hizo en silencio, no quería que sus captores se enterasen que ya había despertado, aún no, quizá un momento más de soledad, de silencio, le ayudarían a pensar las cosas con más claridad.
Movió la cabeza de lado a lado, evitando ser consumida por el llanto y la desesperación, trató de aflojar una vez más el nudo que sostenía sus muñecas, pero todo intento se le hacía imposible, todo lo contrario, esto aumentaba el dolor y tenía la impresión que las ataduras se hacían más fuertes con cada movimiento.

De pronto escuchó unos pasos sordos que se acercaban a ella, eran lentos. Quien quiera que se estaba acercando, se detuvo en algún lugar determinado, Aurora guardó silencio para escuchar mejor, quizá y podía identificar la voz de su captor, el olor, o alguna seña que le ayude a saber de quien se trataba, pero ningún sonido llegaba a ella, simplemente el silencio que empezaba a reinar de nuevo en el lugar. Advirtió que los pasos se alejaban nuevamente de ella, sintió cierto alivio, aunque sabía que no sería muy duradero.

Sin previo aviso, algo jaló de la venda que tenía en los ojos y la liberó de la oscuridad en tan solo unos segundos.
Frente a ella un hombre estaba en cuclillas, mirándola a los ojos. A Aurora aún le dolían los ojos y los sentía cansados, una tenue luz iluminaba la habitación, por más que se esforzó no logró reconocerlo. El sujeto se puso en pie y comenzó a pasear por la habitación, era pequeña de apariencia abandonada, del tejado caían unas insistentes gotas de agua, eso explicaba el olor a humedad, el piso era de tierra y no había una ventana por donde dejara entrar la luz del sol, por la única puerta que daba acceso al lugar, la luz se colaba por una rendija, además que tenía una rajadura en medio de ella que le hacía algo sencilla la vista al exterior, a no ser de que la muchacha no contaba con sus anteojos en ese instante y se le hizo difícil poder distinguir algo más.

—En dónde…

—Vaya que eres hermosa —interrumpió el sujeto sin importarle la frase que la muchacha dejó a medias.

Se sirvió un vaso lleno de agua y apoyó su espalda en una pequeña mesa con una jarra de vidrio sobre ella. Observó de nuevo a la muchacha esta vez con una sonrisa burlona.
Aurora miraba insistentemente el vaso que el sujeto tenía en las manos, sentía como la garganta se le secaba, necesitaba un buen trago de agua urgentemente. El hombre se dio cuenta y sonrió mucho más al ver la desesperación en el rostro de Aurora.

—Déjame ir —suplicó la muchacha.

—¿No estás a gusto en este lugar? —preguntó el sujeto con burla en la voz—. Créeme que eres un huésped de honor aquí, no creo que quieras irte tan rápido si recién empezamos a jugar.

—¿En dónde estoy? ¿Quién eres tú?

—Me temo que no estás en la posición de hacerme preguntas —soltó una carcajada al verla forcejeando, tratando de zafarse de las amarras.

—Si buscas dinero, de una vez te advierto que mi madre no lo tiene, estás perdiendo el tiempo.

—¿Dinero? —se burló de nuevo avanzando hacia el lugar donde estaba Aurora—. Puedo tener todo el dinero que se me pegue en gana, ¿Para qué quería los pocos centavos que tu familia me pueda ofrecer?
Aurora frunció el ceño, estaba a punto de lanzar una nueva pregunta, pero algo le llamó la atención. Una sombra que se proyectaba fuera del lugar donde estaba, alguien que se movía de lado a lado y parecía espiar por ratos. Quizás, pensó Aurora ésta sería la oportunidad de escapar.

—¡Auxilio! —gritó a viva voz—. ¡Alguien ayúdenme!

—¿En serio crees que alguien vendrá a ayudarte? —se rio el sujeto acercándose cada vez más a ella—. Aquellos hombres que están afuera trabajan para mí, no te rescatarán chiquita —le tomó del mentón pero Aurora sacudió la cabeza con fuerza para que la soltara.

—Qué es lo que quieres de mi —dijo la muchacha en un tono recriminador en vez de pregunta.

—Venganza —respondió él inclinándose hacia ella y ofreciendo el vaso de agua, pero justo cuando Aurora estuvo a punto de probarlo lo retiró, repitió la acción un par de veces hasta que al final arrojó el líquido sobre el rostro de la chica—. No creas que no soy generoso, soy consciente de lo incómoda que debes estar ahí, amarrada, en medio de la nada sin una sola ayuda que venga por ti.

Aurora le miraba cada vez con más furia, dejó escapar una lágrima que se perdía en su mejilla mezclada por el agua que aún empapaba su rostro.

—No te conozco, ¿Por qué quieres vengarte de mí?

—No comprendes nada niñita.
De pronto el teléfono del sujeto comenzó a sonar, respondió a la llamada y sonrió al recibir el mensaje que le habían dado.

—Parece que estarás aquí por un largo tiempo, así que intenta relajarte —invitó con el mismo tono de burla—. Te prometo que si te portas bien conmigo, podemos pasarla muy bien los dos juntos —le insinuó acercando su rostro al oído de Aurora.

La muchacha lo miró de soslayo con asco e indignación. Le escupió en la cara pero este acto aumentó la euforia del secuestrador haciéndole reír a carcajadas.

—Vaya que lo pasaremos genial —se limpió el escupitajo con un pañuelo, luego lo hizo una bola y lo introdujo en la boca de Aurora, esta pataleaba intentando resistir a ser amordazada, pero desde su posición todo intento era en vano. Cuando al fin terminó de amordazarla, le dio un beso en la mejilla y se puso de pie, caminó hasta la puerta y justo antes de abrirla se giró sobre su espalda y le dijo a la muchacha—. Tu noviecito no tarda en ponerse en contacto con nosotros, entonces, el juego dará inicio.

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Espero disfruten este pequeño capítulo. Quedan nada más ni nada menos que cinco capítulos para finalizar la historia más el epílogo 😥 me da un poco de nostalgia despedirme de ustedes. Pero así es la vida, terminan algunas cosas para dar pasó a otra. Espero que sigan aquí que aún tengo muchas más historias que contar.

Les veo en el siguiente capítulo. ¡Ya casi llegamos al capítulo 50!

Se vende un corazón - Trilogía (SVC Libro 1) #BLAwards17Donde viven las historias. Descúbrelo ahora