Se vende un corazón - Trilogía (SVC Libro 1) #BLAwards17

Capítulo 53

Alex, trataba de encontrar alguna forma de entrar en la pequeña casa que se encontraba en medio de los arenales, pero a cada intento se le complicaban las cosas. Aquello que aparentaba algo simple se había convertido en una batalla campal, los muchachos de la chaqueta roja peleaban con valor contra algunos fornidos personajes que no temían usar armas de fuego y arremeter contra ellos.

A lo lejos, vio a un joven caer a tierra producto de un impacto de bala en el abdomen, corrió hacia él y lo tomó entre sus brazos.

—Resiste —le susurraba al oído, pero el joven no podía ni siquiera pronunciar palabra alguna, tenía la garganta abarrotada de sangre que salía en cada tosido que producía, además que los temblores de su cuerpo le agravaban a cada instante.
De pronto el muchacho levantó una mano, trató de quitarse la chaqueta manchada de sangre, cuando por fin lo logró, la entregó a Alex y al instante dejó de respirar.

Alex se quitó la gorra y la arrojó a un costado, con una mano cerró los ojos del muchacho y no pudo evitar llorar de amargura. ¿Acaso así tenían que terminar todos? Se preguntaba y a la vez se culpaba, pues fue él quien les llevó a aquel lugar, pero jamás imaginó que algo así pudiera pasar.

—Nos están acabando —El Lince se encontraba a su costado, no lo había escuchado venir, actuó silencioso como siempre.

—Tenemos que irnos —dijo Alex limpiándose las lágrimas.

—Estos hombres jamás abandonan una batalla.

—Yo los metí en esto, soy yo el que debe sacarles de aquí.

El Lince torció una sonrisa, se puso en cuclillas siempre mirando al frente sin perder de vista su objetivo.

—No lo has entendido —le reputó de manera calmada—. Esta batalla no es solo por ti, es algo más, entre aquella pandilla y la nuestra existe una enorme disputa desde hace tiempos remotos.

Alex se sorprendió por su respuesta, no se le había pasado por la cabeza la razón por la cual todos peleaban con tanto ímpetu, incluso las armas de fuego comenzaron a tomar protagonismo, según las órdenes recibidas nadie dañaría a nadie, pero aquella regla había quedado relevada en ese momento. El lince se puso de pie y con un rápido movimiento corrió al frente incrustando una patada en el estómago de un muchacho del bando contrario, este cayó por el impacto del golpe y El Lince lo dejó agonizar de dolor, Alex logró distinguir que la víctima tenía un profundo corte en el estómago, no entendía el porqué, entonces recordó las navajas que llevaba El Lince en los zapatos, al igual que las garras de un felino estas se clavaban con un solo golpe.

Tomó la chaqueta del muchacho y se la amarró en la cintura, creyó comprender el mensaje que le dio, no solo debía luchar para salir con vida, sino también para honrar su muerte y su sacrificio por la pandilla. Entonces Alex lo entendió por fin, aquello por lo cual luchaban no era exactamente por la pandilla, sino por el barrio y por toda la gente que habita en él «Las cosas no son lo que parecen» recordó las palabras que El Lince le dijo hace unas cuantas semanas, ahora lo entendía.

Alguien se acercó a él y le golpeó a un costado de la cabeza, el impacto del golpe lo derrumbó a tierra, desde allí observó a un hombre corpulento que se alistaba para ensartar un nuevo golpe, y Alex descubrió que aquello con lo que le había golpeado, que al principio creyó tratarse de un mazo, eran sus puños los que al impactarse en él producían semejante dolor.
Mareado y con los ojos casi cerrados por la sangre que brotaba de la frente, logró ponerse de pie y golpearle repetidas veces en el estómago, pero el sujeto no parecía inmutarse por ninguno de los golpes, Alex comenzó a retroceder y el sujeto le tomó por el cuello levantándole con una sola mano. En ese momento una lluvia de sangre llegó a su rostro y el sujeto lo soltó de golpe, Alex observó como un corte con algo punzante le atravesaba casi todo el rostro y terminaba justo en la yugular. Horrorizado miró a su salvador y descubrió que se trataba una vez más del Lince.