Capítulo 54. Final

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—Solo un pan con mantequilla más ¿acaso pido mucho? —protestó Max cruzando los brazos.

—No puedes dejar de comer —respondió Sandra dándose por vencida—. Date prisa recuerda que tenemos que llegar temprano, Alex está por venir.

Max metió casi todo el pan en su boca, y masticaba apresurado, pero en ese instante sintió que se ahogaba.
Sandra corrió hacia donde estaba él, se colocó detrás del muchacho, levantó sus brazos y comenzó a presionar su estómago para obligarle a expulsar el alimento que había causado el ahogo. Max comenzó a toser expulsando un gran pedazo de pan que se había atrancado en su garganta.

—Imbécil —dijo Sandra lanzando un suspiro de alivio—. Jamás vuelvas a hacer eso, casi me matas del susto.

—¿Eso quiere decir que te preocupas por mí? —preguntó Max cuando estuvo recuperado.

—Por supuesto que no, es solo que…

Antes de que continúe, Max le tomó de las manos haciendo que Sandra se ruborice por esta acción.

—Siempre lo estás negando, pero en el fondo me quieres no puedes dejar de demostrármelo.

—Por supuesto que si tonto —sonrió la muchacha agachando la cabeza.

Max la soltó dejando algo sobre las manos de Sandra antes de retirar las suyas y se puso de pie, tomó consigo su taza de avena y se dirigió a la cocina. Cuando volvió la encontró con la mirada fija en la mesa, sin poder reaccionar.

La muchacha lo miró con los ojos vidriosos, a punto de llorar. En las manos, tenía un pedazo de papel en donde se podía leer «Me preguntaba si querías casarte conmigo» junto al papel un pequeño anillo con un sencillo diamante incrustado en él.

—¿Ocurre algo? —preguntó Max sin poder ocultar su sonrisa.

—¿Qué te hace pensar que quiero casarme contigo? —dijo Sandra poniéndose de pie.

—Bueno… yo… pensé —tartamudeó—. Solo pensé.

—Tú jamás piensas —reclamó Sandra—. Eres un desastre, no tienes ni siquiera la más mínima idea de cómo mantener tu propia casa limpia y a pesar de eso ¿pretendes casarte conmigo? —Max bajó la mirada avergonzado—. Hablas sin siquiera pensar, dices solo tonterías, actúas como un bobo —siguió atacando Sandra—. Pero… eres un buen tipo, sabes cómo enamorar a una chica, eres atento y a pesar… a pesar de lo estúpido que puedes resultar muchas veces, siempre eres muy encantador y… por supuesto que quiero casarme contigo.

Cuando terminó los dos estaban llorando, Sandra lo abrazó por el cuello y le besó en los labios, sintiéndose completa en ese momento.

—Pensé… yo pensé… —dijo Max limpiándose las lágrimas.

—Tú no pienses, déjame ese trabajo para mi —interrumpió Sandra abrazándolo—. Tú solo dedícate a ser el chico encantador que eres, aquel tonto del que me enamoré.

Ambos sonrieron y se volvieron a besar, en ese instante el timbre comenzó a sonar y tuvieron que separarse para atender al visitante.

Alex apareció en la puerta sonriendo y, lo primero que vio fueron las manos entrelazadas de sus amigos, pero algo en el dedo de Sandra brillaba y esto se robó toda la atención de Alex.

—Y eso, significa… —comenzó pero Max le interrumpió emocionado.

—Significa que me caso.

En cuanto lo dijo Alex abrazó a sus dos amigos sin parar de reír y felicitarles por el paso que por fin se atrevían a dar.

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Se vende un corazón - Trilogía (SVC Libro 1) #BLAwards17Donde viven las historias. Descúbrelo ahora