Capítulo 27

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—¿Quieres algo de comer?
—No tengo hambre.
—¿Te preparo un té?
—No quiero té.
—Un refresco entonces.
—Bueno, ¿Por qué estás tan amable hoy conmigo? —reclamó la muchacha sin dejar de frotarse las sienes.
—Perdón, solo quería ofrecerte algo.
Miró a su amigo con extrañeza, nunca se había mostrado tan amable con ella como en esta ocasión, le pareció algo muy encantador, pero a la vez, se sentía un poco incómoda.
—Pues no lo hagas solo por compromiso —reclamó alzando un poco la voz, pero en seguida se arrepintió, pues no soportaba ni siquiera el ruido de su propia voz.
—Pues quien te entiende —dijo Max sin pensar mucho en lo que tenía que decir—. No te gusta que te traten mal, pero tampoco que te traten bien. ¿Sabes que eres muy complicada?
Sandra rodó los ojos y chasqueó la lengua fastidiada.
—Perdón por ser tan complicada.
—Impones tus reglas, pero no escuchas lo que se te tiene que decir —continuó Max ignorando lo que Sandra estaba diciendo.
—Perdón por imponer mis reglas, ¡Perdón por ser tan conflictiva! —dijo alzando la voz, sin importarle ya el dolor de cabeza—. ¡Perdón por meterme en tus cosas! —en este punto se dio cuenta que Max permanecía con la cabeza gacha, Sandra sintió algo de culpa por tratarlo de esa manera, ni siquiera ella misma se entendía muy bien—. Creo que es mejor que me vaya, fue un error mudarme contigo —finalizó poniéndose de píe.
—¿Qué? ¿Por qué lo dices? —dijo Max poniéndose de píe e impidiéndole el paso.
—Max, gracias por todo lo que has hecho por mí, pero creo que es mejor irme, esto no es bueno para ninguno de los dos, fingimos que todo está bien pero en realidad nada funciona tú y yo nunca nos llevaremos bien.
—Pero… no siempre tiene que ser así… quiero decir, ¿Por qué no hacemos el intento de llevarnos bien? —interrogó Max en tono de súplica—. Es como que siempre me odiaras y no entiendo por qué.
«Porque te amo tonto» pensó Sandra separando los labios levemente, por poco y dejó escapar sus sentimientos.
—No te odio —dijo la muchacha sintiéndose incómoda, apoyó su espalda en la pared mientras que el brazo izquierdo de Max le impedía moverse con libertad—. No te soporto —mintió.
Max inclinó un poco la cabeza hacia atrás «¿Qué me pasa?» pensaba mientras contemplaba el rostro de su amiga. Suspiró, entrecerró los ojos y con un tono casi inaudible dijo.
—Yo tampoco te soporto.
Sandra lo empujó muy fuerte pero Max solo se movió unos cuantos pasos. Cruzaron miradas, los ojos de Sandra estaban a punto de llorar, pero no podía permitir que él vea su debilidad, se dio vuelta y entró en la recámara cerrando la puerta de un solo golpe. Estando adentro lloró amargamente, ni siquiera comprendía cómo había iniciado aquella discusión sin sentido. No soportaba amar a Max, no entendía como pudo fijarse en él.
Afuera, Max limpió sus lágrimas con el dorso de su camisa. Quizá sería mejor que se fuera. No, no quería que se vaya, pero no sabía qué hacer. Escuchó como Sandra arrastraba consigo una maleta con sus pocas pertenencias, no tardaba en aparecer por la puerta de la habitación, entonces ¿Qué hará él?
La muchacha se paró frente a él sin saber que decir, los ojos de Max estaban rojos «¿Habrá llorado?» Se preguntó Sandra. Avanzó sin decir nada empujando un poco a Max.
—No te vayas —suplicó con voz débil, pero lo suficientemente fuerte como para detener de un solo golpe el paso de Sandra.
Max volteó a verla pero ella seguía de espaldas, ocultando las lágrimas que se escapaban de sus ojos.
—Por favor —suplicó sin importarle ya como las lágrimas corrían por sus mejillas—. Por favor.
—Por qué… ¿Por qué me pides que me quede?
Max guardó silencio, caminó lentamente hacia ella, temía que pueda reaccionar mal. Estaba a escasos centímetros de ella, estiró los brazos tomando a la muchacha por la cintura y apoyando su cabeza en su hombro.
—Porque… te necesito —dijo al fin olvidando su orgullo por un instante, pues más fuerte era el temor de perderla.
Sandra se estremeció, pero no hizo ningún intento por zafarse de los brazos del muchacho, ahí se sentía bien, solo estiró una mano hacia atrás para acariciar la mejilla de Max.
—Yo también te necesito, aunque seas un tarado —susurró más para sí misma. Pero Max sonrió al escucharle pronunciar esta frase. 

Mujeres ¿Quien les entiende? Pero sin embargo llenan tu mundo de luz y color. Feliz miércoles disfruten de este pequeño Capítulo, regreso en unas horas con el capítulo 28 :)

Se vende un corazón - Trilogía (SVC Libro 1) #BLAwards17Donde viven las historias. Descúbrelo ahora