Capítulo 43

140 17 4
                                    

Tema: Love
Artista: Lana del rey

—Te he echado de menos.
—Lo siento, estuve muy ocupado.
—No mientas, te he llamado muchas veces, pero sin embargo no has venido a verme —su voz se quebró.
—Mi celular estuvo roto.
—No hablo de eso, sino del corazón, abracé el corazón y pronuncié tu nombre muchas veces, pero no sentí tu presencia, me has abandonado.
—No lo hice.
—¿Tan rápido se te olvidó tu promesa?
Se llenó de rabia, suspiró para no reaccionar mal, pero aun así el impulso le obligó a responder.
—Con qué cara me dices eso, después de que…
—Te rompí el corazón, lo sé, perdóname.
Silencio.
—Soy muy mala, jamás debimos conocernos, en qué maldito momento me atropellaste en esa ocasión.
—No vuelvas a decir eso.
—Pero te hice daño, Santiago, no vale la pena…
—Lo que no vale la pena es que te sigas culpando. Te hice una promesa lo sé, y jamás volveré a romperla, estaré contigo cada vez que me necesites, aún es muy pronto para decirte que no me duele, no quiero mentirte, siento mi alma marchita, pero no puedo hacer nada, nada más que amarte cada día más.
—No lo hagas, olvídate de este amor.
—¿Te hace daño el simple hecho de que te ame?
La pregunta la dejó sin palabras, no sabía a dónde quería llegar.
—No.
—Entonces déjame amarte sin medidas, sin espacio ni tiempo y déjame hacer un sacrificio en nombre de este amor —su voz se quebró, guardó silencio un momento para recuperar las fuerzas—. Te dejo ser feliz, por favor, se feliz con el hombre que amas, no seré un obstáculo en tu camino.
—Jamás lo fuiste.
—Y jamás lo seré, solo se feliz, promételo.
—¿Tú lo serás?
—Eso no importa.
—Claro que sí, no seré feliz si tú no lo eres.
—Trataré de serlo, si tú lo eres —respondió con algo de resignación—. Seré feliz por mí mismo, no trataré de buscarlo en otra persona, jamás me volveré a enamorar, no existe nadie para mí.
—Aún eres joven ¿Cómo puedes pensar así? Pon la mira en tus proyectos, el amor llegará cuando tenga que llegar. Sigue escribiendo, espero leer tu novela muy pronto.
──Esperarás en vano, esa estúpida novela jamás verá la luz.
Aurora se entristeció, pero no deseaba contradecirlo, no en ese momento, sabía que habría una ocasión para hablar del tema.
—Está bien —dijo sin ánimos.
—Hablamos luego —Santiago cortó la llamada y Aurora se sintió extraña, era tan raro no escuchar un «Está bien» de parte de Santiago, pero comprendió la situación y prefirió no insistir.
Se levantó de la cama, se preparó un café, había llegado la hora de pintar. Quizá así logre sentirse mejor.

                 ************

—Maggie por favor, tienes que acompañarme —suplicó Carla juntando las manos.
—No tengo ganas, ya te dije, todos me miran raro, sobre todo Miguel —respondió Maggie limpiando la herida de su mano que aún seguía sin cicatrizar—. Además dudo mucho que papá me deje salir, ya sabes cómo se pone.
Carla se cruzó de brazos, se tiró sobre la cama de su amiga y miró hacia arriba, quería ir a la fiesta que Fernando y sus amigos estaban organizando, pero no podrá ir sola, y si no conseguía convencer a Maggie que le acompañe, se le hará imposible. Desconsolada, se sentó en la cama y observó como Maggie, sentada frente al espejo del tocador, cubría de vendaje limpio su herida.
—Eso te pasa por revelarte —reclamó frunciendo el ceño.
—¡Mira quién lo dice! —exclamó Maggie —¿quieres que te recuerde quien de las dos es la que anda revelándose contra sus padres?
—¡Ay, está bien! —aceptó la muchacha—. Pero cortarme la mano… eso jamás lo haría… ni siquiera puedo imaginármelo.
Maggie sonrió, más bien por recordar la mirada que lanzó su padre cuando vio caer la sangre de la mano de su hija, ella jamás había actuado de esa manera, pero sintió que fue necesario para hacerlo entender la situación, hacerle entender que a ella, por lo menos a ella, le parecía ridículo discriminar a una persona solo por su estatus social o su apariencia. Alex era diferente, ella estaba convencida, a pesar de que los últimos sucesos le obligaron a actuar de manera drástica. De pronto sintió melancolía, Alex no era el mismo de antes, la muerte de su hermano le había afectado mucho, casi nunca sonreía, a pesar que seguía siendo el mismo muchacho sencillo, cándido y agradable que ella conoció, extrañaba la luz de su sonrisa, el brillo de sus ojos, aquel brillo que desapareció hace unos días.
—Recuerda que yo te ayudé a escapar para que puedas ir a ver a tu indígena —dijo Carla, sacándola de sus pensamientos.
—No lo llames así.
—Bueno a tu autóctono.
—¡Carla ya basta! —explotó Maggie poniéndose de pie—, me choca que lo llames así.
—Lo siento —se disculpó la muchacha agachando la cabeza—. Necesito ir a esa fiesta, mira que las cosas entre Fer y yo no van del todo bien.
Maggie rodó los ojos y movió la cabeza negativamente.
—Le puedes decir a tu hermano que te acompañe —propuso Carla con un brillo en la mirada.
—No creo que Santiago quiera ir —respondió sin ánimos de contarle lo que le sucedía a su hermano—. Está bien, pediré permiso y veré si puedo acompañarte.
Carla se levantó dando saltitos de alegría.
—Gracias, te quiero tanto —le dijo con una sonrisa y besándola exageradamente en cada mejilla. 

Se vende un corazón - Trilogía (SVC Libro 1) #BLAwards17Donde viven las historias. Descúbrelo ahora