Capítulo 36

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Sombrío, gris, tétrico, melancólico. Así se presentaba el día en la ciudad. Todos los noticieros giraban alrededor de una batalla campal que se había desatado entre las pandillas que lideraban uno de los barrios más pobres y peligrosos de la ciudad.
Alex despertó sobresaltado, la cama del hospital le fastidiaba. Tenía un presentimiento que no le dejaba tranquilo, no sabía lo que era. Se incorporó en la cama e intentó ponerse de pie; cada acción se le hacía más fácil que el día anterior, lo cual indicaba que su cuerpo comenzaba a recuperarse. Presionó un botón rojo que se encontraba a lado izquierdo de su cama con la intención de llamar a una enfermera; pero esta demoró en atender a su llamado, mientras que en su pecho aumentaba la desesperanza. Se puso de pie y se dirigió a la ventana, observó el color grisáceo del cielo y no podía evitar sentir la melancolía crecer en su interior. De pronto, la puerta se abrió con rapidez, Alex volteó y sonrió al ver a una muchacha con uniforme escolar. Los cabellos ondulados, alborotados y sueltos, cayendo y acariciando sus hombros. Vagamente sus ojos vislumbraron unas línea plateadas que se desprendían por sus mejillas. De pronto, esta corrió y abrazó con fuerza a su amigo, sin importarle lo mal herido que aún se encontraba. Alex hizo un gesto de dolor pero de inmediato correspondió a su abrazo, cerró sus ojos y se dejó inundar por toda la magia que ella desprendía.
—Gracias a Dios estás bien —le dijo sin dejar de sollozar.
—Maggie, ¿ocurre algo? —interrogó frunciendo la frente y apartándola para observar sus ojos.
La chica dudó en continuar, no quería ser inoportuna, pero la desesperación en la mirada de Alex le incomodaba también.
—Qué tonta soy —respondió al final—. ¿Qué te puede pasar si estás en buenas manos? —intentó de alguna manera ocultar la noticia por la cual se encontraba ahí, pero no tuvo mucho éxito.
Alex dirigió la mirada hacia la puerta. Un joven alto, abello corto con gafas se acercó y colocó sobre una silla lo que parecía ser un casco de motocicleta, inclinó ligeramente la cabeza como señal de saludo, Alex imitó la acción y dirigió una vez más la mirada hacia Maggie.
—Pasa algo… —no logró terminar la frase, pues la puerta se abrió una vez más y la silueta de la madre de Alex apareció en ella.
La mujer miró a su hijo y no sabía qué decirle, ni siquiera había advertido la presencia de dos extraños en la habitación, solo permaneció en su lugar, perpleja, insomne sin lograr articular ni una sola palabra. Fueron sus ojos hinchados los que alarmaron a Alex y se atrevió a hacer la pregunta que segundos atrás no pudo concluir, solo que esta vez no sabía a quién dirigirla en realidad.
—¿Pasa algo?, sé que ocurre algo malo y no me lo quieren decir.
Maggie se separó de Alex para dejarle el camino libre, con dificultad, el joven se acercó a su madre sin atreverse a tocarla, guardó aproximadamente un metro de distancia y la observó con el ceño fruncido.
—Mamá. ¿Te encuentras bien?
La mamá de Alex perdió el equilibrio y cayó de rodillas soltando por fin el llanto que desde hace rato presionaba su pecho. En ese instante fue Santiago —el joven que permanecía de pie a un costado y que Alex no reconocía —quien se inclinó para tomar a la señora en brazos, la ayudó a ponerse de pie con mucha dificultad y la hizo sentar sobre la cama.
—¿Se encuentra bien? —preguntó—. Traeré un vaso con agua —ofreció dando un paso al costado.
—Mamá ¿has estado tomando verdad? —interrogó cariñosamente Alex al percibir el tufo que se desprendía de la mujer. Levantó la mirada y se encontró con la de su hijo y volvió a romper en llanto. Para Alex era muy difícil poder inclinarse por el dolor punzante que sentía en el estómago. La abrazó y acomodó la cabeza de su madre en su cuerpo, besó su cabeza y susurró con los labios pegados a la mujer—. Tranquila, ya todo pasó, no volveré a interrogarte…
—Tu hermano —interrumpió de pronto la mujer de manera brusca sin dejar que Alex termine la frase—. Esta muerto.
El muchacho abrió mucho los ojos, ni siquiera pudo asimilar la noticia, creía que estaba en un sueño, que todo esto era una broma muy mala, una pesadilla de la cual deseaba despertar muy pronto. Maggie se llevó las manos a la boca para tratar de ahogar el llanto. Mientras que Santiago soltó el vaso con agua que llevaba en las manos.
—Es… una broma… ¿verdad? —dijo Alex paseando la mirada desde Maggie hasta Santiago sin atreverse a mirar a su madre, como si temiera escuchar la verdad de labios de ella.
—Hoy al amanecer… está aquí… en el hospital… la policía no me deja… yo solo quiero… —la mujer pronunciaba palabras incompletas, sin mencionar que el hipo que le producía el llanto no dejaba entender lo que quería decir.
—Pero… esto no puede ser —dijo Alex paseando con dificultad en la pequeña habitación—, por favor díganme que esto es una broma. Mi hermano, pero como, no puede ser.
Maggie se apresuró para correr a su lado y abrazarlo.
—¿Por qué lloras? —interrogó a Maggie acariciando sus mejillas—. Mi hermano está bien, por favor… no… él no… ¡Díganme que esto es una broma!
En ese instante un hombre con bata blanca entró en la habitación y tomó a Alex por la cintura.
—¡Díganme que todo esto es una broma! —gritaba descontrolado mientras que el médico llamó a una enfermera para que le ayude. Pero Alex le golpeó en la mejilla y lo empujó a un lado e intentó salir de la habitación, aunque su condición no le permitía caminar con naturalidad, cojeaba mucho al andar y tenía que tomarse el estómago intentando así menguar en algo el dolor que no le dejaba moverse. El médico reaccionó e intentó salir para detenerlo, pero Santiago le tomó por los hombros para impedir su paso.
—Doctor, compréndalo, es su hermano quien acaba de fallecer, no se encuentra bien.
—El paciente no puede estar por los pasillos, no está en condiciones.
—Solo le pido... ¡Hey, Maggie! ¿A dónde vas? —preguntó al ver que su hermana salió corriendo, pero ésta ya no lo escuchaba, corría por el pasillo con el único objetivo de encontrar a Alex y acompañarlo en lo que tenía que hacer. El médico y Santiago salieron de la habitación, mientras que la madre de Alex y Carlos permanecía sentada en la cama, sacó del bolsillo de su saco una pequeña botella de ron y empezó a beber.

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Antes que nada quiero pedirles perdón por no poder actualizar ayer. Les traigo un pequeño capítulo, Espero sus comentarios y estrellitas si les está gustado la novela.

Nos vemos mañana con un nuevo capítulo  😊

Se vende un corazón - Trilogía (SVC Libro 1) #BLAwards17Donde viven las historias. Descúbrelo ahora