Capítulo 13

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Tema: Párate y mira
Interprete: Los Pericos

En la noche del sábado en casa de Miguel. Una pareja continuaba besándose apasionadamente, con tanta euforia que habían olvidado por completo la mirada de los demás. Algunos hasta los miraban escandalizados. La noche avanzaba, es increíble cómo han podido estar tanto tiempo juntos, en el mismo lugar, haciendo prácticamente lo mismo todo este tiempo.
—¿Bailamos? —preguntó Carla un tanto falta de aire.
Fernando la jaló sin decir ni una sola palabra, estaba prendido literalmente a la cintura de ella y, no es que no le gustase, pero le incomodaba bailar teniéndolo tan cerca, además estaba sonando «Párate y mira» de «Los Pericos» y Carla no consideraba necesario tener que bailar tan pegados. El muchacho cogió dos copas con whisky que un mozo estaba sirviendo, entregándole una copa a Carla invitándola a brindar por alguna cosa sin sentido que la muchacha no tomó importancia, ni siquiera sabía cuántas copas se estaba tomando hasta ahora, pero seguramente han de ser suficientes como para sentirse mareada, en realidad estaba muy mareada pero intentaba que Fernando no se dé cuenta de lo tanto y tan rápido que le afectaba el alcohol.
—Vamos a otro lado
—¿A dónde?
Otra vez sin decir nada Fernando la tomó de la mano y la llevó hacia un lugar apartado de la casa, ¿Dónde estarán? A Carla no parecía importarle mucho a donde la estaba llevando, solo le interesaba estar al lado del hombre más maravilloso del mundo. En cuestión de segundos entran en la casa, parecía que allí el ambiente era mucho más acogedor, la sala de estar era inmensa, aunque nadie estaba allí Carla se sintió incómoda, como que no deberían estar en ese lugar. Llegaron a un pasadizo donde había habitaciones a ambos lados, Carla calculó por lo menos unas quince. Fernando empujó con el pie una de ellas lo suficientemente grande, Carla se sorprendió al ver que el tamaño alcanzaba casi en su totalidad al tamaño de la sala de estar de su casa. La muchacha cayó sobre la cama, rendida, sedienta de los besos de Fernando, sus ojos se empequeñecieron por efectos del alcohol. Él la besó recorriendo cada centímetro de su cuello, soltó el carmín que sujetaba su cabello negro, largo, recorrió la espalda de la muchacha. Ahora estaba sobre ella, recorriendo con sus dedos sus pechos, Carla suspiró, gimió, intentaba zafarse, pero le era inútil, la pasión la consumía, la sensación de querer ser suya la invadía, ni siquiera sabía cómo actuar, ¿Será el momento y el lugar indicado para que todo esto pase? ¿Será Fernando el indicado? Llena de dudas observó cómo su camisa caía a un costado de la cama, luego es el turno de su sujetador. Se encontraba a merced de él, no había marcha atrás sin embargo, encontraba reconfortante este instante, los besos de Fernando en sus pechos le hacían relajarse, en seguida, sus dedos buscaron el botón del pantalón, Carla lo detuvo por un instante, dudosa de continuar o no.
–Soy… —Las palabras no le salían de la boca, más bien, Fernando no las dejaba salir. —Es… mi primera… vez —logró pronunciar la joven con mucha dificultad entre jadeos.
Una sonrisa se dibujó en el rostro de Fernando. Carla volvió a dudar, pero era demasiado tarde.

                            *
¿Quieres decir entonces que Ángel es un halcón? —preguntó Miguel muy divertido.
—Sí, le gustó mucho ese nombre, además va muy bien con un ave, ¿no te parece?
—Si tú lo dices, pero ¿no te da miedo de que lo descubran en algún momento?
Maggie tragó saliva, si lo había pensado muchas veces, pero no se atrevía a llegar a casa con un ave herido.
—No me queda de otra —respondió encogiéndose de hombros, sorbiendo por la pajita de su refresco. —Además cuento con el apoyo de Carla y mi hermano.
—Me sorprendes, es una nueva razón para quererte.
Maggie se hizo pequeña en su silla, esos ojos, le agradaban mucho los ojos de Miguel pero, ¿Estará enamorada? Nunca antes lo estuvo, así que no sabe si es real o no. Carla siempre decía que le atraía el cuerpo fornido del muchacho, pero a Maggie nunca le interesaron esas cosas, más bien se fijó en él por lo atento que se comportaba con ella, nunca nadie lo había hecho de esa manera.
—¿Puedo conocerlo?
—¿Qué? A quien —preguntó Maggie sacudiendo la cabeza y obligándole a su cerebro regresar a su cuerpo de inmediato.
—Al halcón.
—Se llama Ángel.
—Vale, está bien, ¿puedo conocer a Ángel?
—No lo se.
—¿Por qué?
—Porque… en primer lugar es un secreto entre Carla, mi hermano y yo y no sé por qué te lo conté.
—Porque confías en mi —sonrió satisfecho de comprobarlo en cuanto Maggie bajó la mirada por instinto.
Miguel acarició los cabellos de Maggie, ella se puso muy nerviosa al ver como sus dedos se enredaban por sus cabellos ensortijados.
—Me gustas —soltó de repente el muchacho sin previo aviso.
Maggie torció los labios, como siempre lo hacía cuando estaba nerviosa. — Y yo ¿Te gusto?
—No sé.
—¿Por qué?
—Porque… no lo sé, solo eso.
Él no se dio por vencido, se acercó a ella tomando delicadamente su mentón. Acercó sus labios a los suyos, Maggie abrió mucho los ojos, se retiró a tiempo y el beso cayó en su mejilla izquierda.
—Lo siento —se disculpó Miguel fingiendo una voz de arrepentimiento. Ella solo asintió sin decir nada, no encontraba las palabras exactas. ¿Estará loca por rechazar a un chico como él?
Recordó lo que le dijo Carla aquel día por la tarde.
—Tu no comes ni dejas comer —torció los ojos mientras se retocaba el maquillaje que se le había corrido por culpa de la lluvia.
Maggie observaba divertida a su amiga, a veces le agradaba hacerla rabiar.
—No es broma Maggie —le apuntó con el lápiz labial. —¿No te has fijado en lo bueno que está Miguel?, ¿Le has visto el trasero?, no me digas que no te provoca.
Maggie hizo un gesto algo raro, arrugó la nariz sin poder creer lo que su amiga decía.
—No te hagas amiga, cualquiera moriría por un galán como él y a ti no deja de mirarte, ¿Por qué no le das chance y ya?
—Pues no lo sé.
—A veces me desesperas, actúa rápido amiga o se te va el tren.
—De qué hablas si apenas tenemos diecisiete.
—Pues muchas a los diecisiete ya se han cogido a más de uno y tú ni siquiera un simple beso.
—No todas somos iguales.
—¿Acaso eres de esas que esperan a su príncipe azul? —dijo ridiculizando la escena. —Pues si es así te quedarás vistiendo santos.
—Pues aunque no lo creas, si, lo estoy esperando.
—Que fastidio contigo, si hubiese sabido que eras tan cursi, no te hubiera elegido como mi mejor amiga.
Maggie torció la boca y se acercó para abrazar a su amiga por la cintura.
—No me digas eso, que sé que no es verdad.
—¿Qué no? Nada más ponme a prueba y verás, y ya suéltame que se me arruga la ropa —protestó intentando zafarse, pero era inútil luchar contra la fuerza física de Maggie.
—No quiero —dijo imitando el sonido del llanto de un cachorro
—Que pesada eres, oye ¿haces pesas o algo así?
—Es mi fuerza natural —bromeó Maggie dulcemente.
—Está bien señorita músculos, ahora ¿me sueltas por favor?
Maggie se retiró a un costado sin parar de sonreír.
—Esta noche tengo algo planeado con Fernando.
—¿Qué cosa?
—Ya lo verás, solo te digo que caerá redondito a mis pies.
—Ten cuidado, que tal si se sobre pasa…
—Qué zonza que eres de verdad, ¿no te das cuenta que «Eso es justo lo que quiero»? —pronunció la última frase entonando con más calma cada palabra y acentuando unas comillas con los dedos.
—Que zorra eres.
Carla alzó los hombros sin darle importancia a los comentarios de su amiga. En ese instante alguien golpeó la puerta cinco veces, los cinco golpes característicos de Santiago. Él, junto con Maggie lo tomaban como clave para saber descifrar quien estaba al otro lado de la puerta.
—Se nos hace tarde.
—Espera hermanito ahora salimos —respondió Maggie alzando un poco la voz.
Pero el joven golpeó de nuevo y esta vez con más insistencia. Carla tiró el rímel a un costado, se acomodó la camisa y abrió la puerta de manera violenta.
—Oye nerd, no sabes respetar la privacidad de las señoritas o… qué —guardó silencio al verlo frente a ella, ¿Qué le había pasado? Estaba muy guapo, como nunca lo había visto. Pero igual era un nerd sin remedio, aunque aquellos anteojos y la bufanda amarrada al cuello tan curiosamente, engrandecían su personalidad.
—Hermanito —interrumpió Maggie apartando con un empujón leve a su amiga. —Qué guapo estás, seguro que hoy te ligas a alguien.
—Si no se apresuran no llegaremos a tiempo, ¿nos vamos?
Los tres salieron de la casa, por delante estaba Santiago quien había prestado el automóvil a su padre para poder trasladarse a la casa de Miguel con mayor facilidad.
—No me vas a negar que está guapo —dijo Maggie que andaba agarrada del brazo de Carla.
Ésta miró con detenimiento al hermano de su amiga, era verdad pero no le llamaba mucho la atención.
—Es un nerd.
Maggie sonrió algo satisfecha, le permitió este comentario porque sabía que en el fondo su hermano logró impresionar a su mejor amiga y eso era un avance.

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Feliz lunes lectoresAquí les dejo un nuevo capítulo de SVC. Si les gusta mis historias les comento que estot comenzado a publicar una nuevaSe llama R.O.M.A por favor denle una oportunidad a esta nueva historia :)

Se vende un corazón - Trilogía (SVC Libro 1) #BLAwards17Donde viven las historias. Descúbrelo ahora