I

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Desde su ventana podía escuchar la lluvia caer, no era como las últimas lluvias que habrían ocurrido esa semana, esta en especial tenía un cierto aire de misterio y que incluso podría a causar miedo, era una tormenta. El rubio veía por la pequeña ventana la fría noche, no veía estrellas, solo un oscuro vacío y gotas de lluvia golpeando el plástico que cubría el pequeño espacio de luz que le llegaba desde el otro lado de prisión, o bueno, del reformatorio. Para él aquello se sentía como una prisión, te trataban como un reo y si desobedecías te golpeaban con una porra hasta que te vieran sangrar o te desmayaras, Theo aprendió aquella lección de la manera más dura que hubiese existido.

Toco su hombro derecho con su mano contraria dando un ligero apretón y soltó un suspiro, aún recordaba aquellos azotes como si hubiese sido ayer, cada golpe era más fuerte que el anterior y sentía que en algún momento le romperían la espalda también ese día juro vengarse de los hijos de puta que lo golpearon hasta hacerlo desmayar, su vida en este lugar era un infierno. Aunque era lo que se merecía por cada uno de sus crímenes, llevaba en aquel maldito lugar dos años, dos duros años ¿dicen que el lugar cura a sus pacientes? Si, claro. Él se entrego por voluntad propia solo para curar sus actos violentos, a los catorce ya había aprendido a usar un arma de fuego y como robar, hasta que todo se le salió de los manos y empezó a matar, solo lo había hecho en defensa propia pero esas muertes lo atormentaban cada noche. Pero al llegar al reformatorio, cada recluso o policía se metían con él para ver hasta donde llegaba su ira, la primera semana ya había tenido diez problemas y había recibido el doble de golpizas.

Un relámpago se escucho y Theo soltó un suspiro caminando hacia su cama ¿algún día saldría de ese sitio? ¿volvería a ver a su hermana y sus padres? ¿lo volverían aceptar en su casa? Por supuesto que no, para su madre él era un monstruo, un psicópata que merecía la muerta y que se fuera al infierno.

—¿Theo? ¿Estás despierto? —un cuerpo estaba sobre la puerta de la “habitación” del rubio, era una puerta grisácea y solo tenía un pequeño espacio en donde se encontraba su visitante nocturno: Jordan Parrish.

—Si, solo espera, Parrish —el rubio se levanto de la cama a pesar que no había durado mucho tiempo en esta, la verdad es que a Theo le gustaba estar en constante movimiento, el quedarse en un solo sitio quizás lo agobiaría un poco, hasta acercarse al cuadrado que se suponía era una pequeña ventana de la habitación observo, a pesar de la gran oscuridad, los ojos esmeralda del guardia—. ¿Qué es importante, Parrish?

Jordan se había vuelto el único amigo que Theo había conseguido en aquel lugar, todos lo acusaban de ser un “maricón” y de “acostarse con el maricón de Parrish” lo cual hacia que el tuviera una clase de inmunidad y fuese intocable para los demás reos, y todo eso ocurrió apenas un año, lo último eran siempre rumores, jamás iba hacerle favores sexuales a Jordan solo para que nadie lo molestara eso no era el tipo de cosas que él hacia.

—Mañana llegará un nuevo interno y como eres el único sin un compañero de habitación —agregó Parrish, era cierto, siempre eran él y una de las dos camas de los extremos de aquella cuadricula—. Si quieres puedo hacer todo lo posible para que lo internen en otro sitio o cambiarte con otro…

—No necesito que hagas nada por mi, Parrish —lo interrumpió Theo de manera tajante, realmente odiaba que el chico de los ojos esmeraldas hiciera cualquier cosa por él, le resultaba incluso algo enfermizo.

—Sólo lo hago por tu seguridad, este chico esta completamente loco.

—¿Más que cualquiera en este sitio? Parrish, mira a tu alrededor —el rubio apoyo sus manos sobre los barrotes que poseían la puerta quedando esta vez su cuerpo lo más cercano posible como si se preparara para atacar—. Estas trabajando con un par de dementes, yo incluido, ni siquiera yo se quien esta más loco, si los internos o los guardias. ¡No hagas nada! —sentenció Theo en algo que sonaba más a un rugido.

Jordan puso los ojos en blanco y entrecerró los labios como si fuese a decir algo más, si no estuvieran aquellos barrotes en medio de ambos ya Theo le hubiese asestado un puñetazo en la nariz, no le importaría volverse a ganar otra paliza de los guardias, una más no le haría ningún mal. El guardia trago saliva y soltó un suspiro encogiéndose de hombros.

—Bien, como desees, Theo. Solo te advertía —dijo Jordan de manera fría mientras se retiraba.

Y solo como si fuese un niño sufriendo una rabieta comenzó Theo a golpear con sus puños la puerta con todas sus fuerzas haciendo todo el ruido posible notando como el compañero que tenía al frente de él en su propia “celda” lo mirase para después reírse de la actitud del rubio.

—¿Problemas en el paraíso, Raeken?

—Púdrete, Ramírez.

Y se dio la vuelta mirando los nudillos de sus manos los cuales estaban de un color rojo, había algo en el dolor físico que hacia que Theo no perdiera toda la poca cordura que le quedaba para matar a Parrish, odiaba que por su culpa se le hiciera una maldita mala imagen, el no era ningún maricón y tampoco se acostaba con un guardia. Ladeo la cabeza para un lado quitando todos aquellos pensamientos que tenía y se acostó en la cama tratando de conciliar algo de sueño.

La alarma fue la que hizo que a Theo lo despertaran, era la típica alarma de que alguien nuevo estaba llegando y que había que recibirlo con “los brazos abiertos”. El ruido hizo que finalmente se levantara de la cama escuchando el ruido de los demás internos, soltó un gruñido y antes de que se acercara a la puerta esta se había abierto, por la cual, segundos después aparecieron dos guardias con sus porras listos para cualquier cosa.

—Será mejor que te quedes ahí, Raeken. No queremos que escapes, o sabrás lo que ocurrirá ¿no? —le advirtió Walter a lo cual el rubio hizo caso solamente cruzándose de brazos como si en realidad le importara lo que dijera.

Ambos guardias se abrieron paso y dos más entraron quienes sujetaban a un chico el cual lo tenían esposado, Theo lo visualizo y lo que vio en él sino fuera porque ya ha visto de todo en su vida, lo asustaría. En los ojos de este chico se notaban las pupilas y las ojeras rojas, como si nunca durmiera, incluso se notaba la mirada apagada como si fuese alguien muerto en vida. El chico miraba a los guardias sin ninguna importancia y luego su mirada iba hacia la de Theo quien le sonrió con una malicia, los guardias le quitaron las esposa y lo empujaron saliendo lo más rápido que pudieran de la celda, uno de los guardias (quien Theo supo que era Walter) le sonrió con diversión.

—Suerte, Raeken.

Insane [Stheo/Steo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora