III

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—Bienvenido de vuelta, Theo —lo saludo Natalie Martin, quien era su psicóloga desde que había ingresado al reformatorio. Era típico que cada interno tuviera una cita semanal o incluso dos con su psicólogo para ver que tal iban sus problemas—. Por favor, toma asiento.

La puerta de la oficina de la psicóloga se había cerrado detrás de él y soltó un suspiro, la única parte que más detestaba, más allá de que lo golpearan, eran las citas semanales ¿qué mas pruebas necesitaban? ¿acaso esa era la única manera de salir de ahí? Finalmente tomo asiento en la silla apoyando sus brazos sobre el escritorio de metal que había entre ambos.

—Hola, Natalie.

—Por favor, llámame Dra. Martin —repitió nuevamente la psicóloga, ya de tantas veces que se lo había repetido al rubio.

—Vale, vale, doc.

—Entonces… —comenzó la doctora con la típica frase que ya le había dicho un montón de veces a Theo, y con las cuales siempre se las ingeniaba para mentirle, normalmente solía mentir sobre sus “progresos” lo cual la terminaba dejando bastante disgustada— …¿cómo hemos estado esta semana?

El rubio hizo un ligero movimiento de sus labios mientras sus manos se enredaban entre ellas para luego contestar.

—Pues, doc…todo ha marchado bien, no me he metido en ningún problema esta semana con nadie más del lugar, interno o guardia. Todo ha marchado perfectamente —mintió, había gran parte que era verdad y otra no, pero eran cosas que no eran necesarias hablarlas. Para Theo el tener una psicóloga apestaba.

—Tus reportes de esta semana indican que no has tenido alguna pelea con nadie, sin embargo… —agrego la psicóloga abriendo una carpeta que estaba al lado de ella, el rubio sabía que eran gran parte de sus registros de comportamiento dentro del recinto—…en estos papeles que me dieron esta mañana a penas llegue, menciona que has tenido severos confrontaciones verbales con algunos internos ¿es eso cierto?

El muchacho hizo una ligera mueca con sus labios, su mirada fue hasta donde se encontraba la de Natalie podía notar como esta arrugaba los labios para luego hacer una media sonrisa, era el típico gesto que hacia cuando ella tenía la razón a la hora de leer los papeles. Theo recostó su cuerpo de la silla para cruzarse de brazos manteniendo una expresión seria en su rostro.

—Se que he intenta ayudarme, doc, pero créame que no es fácil lidiar con los imbéciles que están en este sitio…

—Lenguaje, Theo —lo interrumpió.

—…esta mañana me gane un nuevo interno, alguien que creo que es un sociópata desquiciado y debo lidiar con él todos los días que yo siga en este sitio ¿cómo piensa ayudarme cuando incluso los mismos guardias parecen internos? —el dedo índice de Theo golpeaba la mesa en señal de frustración, pero en cambio la doctora solo mantuvo la boca abierta para luego sacarse las gafas que tenía puesta observando al muchacho.

—Entiendo que tengas razón sobre los guardias, y que incluso el lugar es muy malo, pero solo soy una doctora, no puedo hacer nada más que ayudarte, a ti y a otros diecinueve sujetos con los cuales me he sentido intimidada, en cambio tú…tú no eres como todos ellos Theo.

—¿Si? No le creo —hizo un bufido con sus labios para luego mirar a otro lado manteniendo la misma posición de sus brazos cruzados sobre su pecho.

—Tú mismo lo has dicho, te entregaste por voluntad propia, mataste a gente inocente y me has contado que sueles tener pesadillas con ellos, quizás no seas tan malo después de todo.

Los ojos de Theo fueron hacia la psicóloga sin decir palabra alguna y esta le devolvió la misma mirada serena que solía mantener en cada una de sus sesiones, el muchacho se preguntaba si algún día esa pobre mujer perdería la compostura o si acaso llegaría a tener alguna discusión con su marido, quizás tuviese problemas con un adolescente rebelde y desobediente. No le agradaban los psicólogos, siempre sentía que ellos podían tener mayores problemas que a la gente que solían tratar cada día. Finalmente dejo salir un suspiro y se dispuso hablar.

—Quiero volver a mi habitación —demando el rubio de los ojos verdes.

—Como quieras…¡Guardia! —la puerta se había vuelto abrir y el mismo hombre que había llevado a Theo a aquella oficina estaba de pie observándolo fijamente—. Llévelo de vuelta a su habitación.

—Con gusto, madame. —No hizo falta que Theo lo escuchara hablar ya que era el mismo protocolo de levantarse y dejar que lo esposaran, le dio una última mirada a Natalie y por primera vez Theo pudo notar una mirada decepcionada en sus ojos, una sonrisa se dibujo entonces en los labios del joven—. Muévete.

Acto seguido dejaron la oficina.


Theo fue arrastrado de vuelta hacia su habitación y al llegar a esta después de que le quitaran las esposas empujaron su cuerpo para que entrara notando como la puerta se llegaba a cerrar detrás de el, maldijo entre dientes caminando hacia su cama.

—Vaya, finalmente regresaste —dijo una voz detrás de él—. Pensé que no ibas a regresar.

—Como si eso te importara —respondió el rubio con una voz algo fría, se sentó entonces en su cama observando a su compañero quien tenía una sonrisa divertida en sus labios y jugaba con sus propias manos, noto entonces los ojos miel del joven sobre él causando que se sintiera algo incómodo.

—Eres lo más cercano que tengo a un amigo aquí, por cierto… —observó como el chico se metía la mano sobre su pantalón y sacaba de este un cuchillo, por puro instinto Theo llevo su mano hasta su almohada notando como en este no se encontraba su arma—…¿por qué tenías eso ahí? ¿defensa personal?

—Todos tienen uno… —respondió Theo sin darle mucha importancia al asunto.

—¿Y por qué lo tenías debajo de tu almohada?

—¿Y por qué te interesa saberlo?

El joven sonrió con malicia, era la clase de sonrisa que le advertía a Theo que lo mejor que podía hacer era no responderle tan indiferente al chico, no quería terminar como alguien más a quien “El Vacío” se dispuso a asesinarlo solo por el mal genio que llegaba que le provocaba, pero él era así, era la única forma de defenderse de los abusivos que venían en contra de él. Apretó con los dientes con fuerza y contuvo las ganas de acercarse para darle un puñetazo, tenía su cuchillo y podía salir lastimado.

—Eras el único en esta habitación hasta esta mañana, no creo que sea necesario que te defiendas…puedo hacerlo por ti —le propuso Stiles mientras sentía como el dedo índice del joven pasaba por aquel filoso cuchillo hasta que la punta tocaba la yema del dedo. Sentía que si el chico hacia un movimiento más podría clavárselo—. ¿Qué dices? Puedo ser tu ángel guardián.

Theo trago saliva lentamente, esta vez el joven le daba círculos aquella arma teniéndolo en la misma posición ¿cómo era posible que se dejara intimidar por este idiota? Y aún más…¿por qué se ofrecía a cuidarlo? No necesitaba ayuda de nadie y odiaba que alguien quisiera ayudarlo.

—Estoy…estoy bien si nadie me ayuda —dijo entonces de manera firme.

Stiles hizo un bufido entonces con los labios como si la negación del rubio lo hubiera desilusionado, dejo el cuchillo a un lado encogiéndose de hombros y fue entonces cuando Theo se estuvo preguntando si el contrario le lanzaría el cuchillo. Hazlo, mátame. Acaba conmigo de una vez, así me libro de seguir en este infierno” pensó para sus adentros Raeken. Entonces el castaño se levanto con cuchillo en mano y lo único que Theo hizo fue cerrar sus ojos “ya esta, hasta aquí llegue yo”.

En cambio, solo sintió la respiración del joven tan cerca a él tenía un olor como a cenizas y a carbón, como si hubiera fumado un cigarro, pero el aire no apestaba a cigarrillos o a drogas, incluso si sucediera sería razón para que ya le hubieran dado una paliza. Abrió sus ojos entonces teniendo ambos las miradas tan cerca, Theo abrió la boca para decir algo pero en cambio el chico solo sostuvo su mano, al principio forcejeo, hasta que capto que solo le estaba devolviendo el cuchillo y le daba una sonrisa, cínica, pero sonrisa al fin y al cabo.

—Si tu lo dices —entonces El Vacío se acerco y lo beso causando que el rubio lo empujase al tan solo sentir los labios del contrario contra los suyos, se hizo a un lado para escupir como si aquello le borrase lo que acababa de suceder hace unos segundos.

Entonces Stiles empezó a reírse como un desquiciado.

Insane [Stheo/Steo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora