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Somos tan cobardes a veces que tememos decir que nos gusta y que no, por el miedo de ser juzgados.
—•—

Capítulo 3

Apenas desbloquee mi celular leí el mensaje, era de Finnegan.

Finny.

Nena, tú y yo en Starbucks a las 4:30 pm. ;)

Ok Tarzan,  pero no seas tan cavernícola. :p
Dilo bien. 😂

Estoy aburrido. :(
Apenas termine mi libro hace unos minutos, así que, ¿podríamos vernos en Starbucks?, Jane.

Déjame pensarlo...

😮

Bien, nos vemos ahí, Tarzan.

Excelente pequeña Jane, nos vemos. ;)

Bloquee mi celular terminando de leer el último mensaje riéndome en silencio, cuando me fijé que habíamos llegado sonreí, agradecí a Carson por traerme y corrí directo a tenis.

Por fin, pronto estaría en casa por lo menos un rato, reí bajo pensando en los mensajes de mi mejor amigo y entré en donde estaban todas las taquillas, cuando me cambie fui directo a la cancha.

Lo divertido del tenis era que podía dejar el mal humor atrás sí así me lo proponía.

...

—¿Lista? —Carson sonrió al verme con ese carisma paternal, y luego que me coloque el cinturón de seguridad cerré los ojos agotada, necesitaría una buena ducha en casa.

Quería dormir el resto del día pero realmente no podía cancelarle a mi mejor amigo.

—Sip. Cas... mi papá va a estar en casa esta tarde?

—No. Hoy saldrá con la señorita Danessa a cenar y volverá algo tarde. —me informó manteniéndose profesional.

—Oh... pero está en casa ahora?

—Sí, y justamente me pidió que le avisara que quería hablar con usted pronto, bueno apenas llegase.

—Está bien, me podrías despertar apenas lleguemos a casa?, realmente estoy muy agotada. —hice un puchero riendo bajo acomodándome mejor en el asiento.

—Sí, tranquila Barb.

Apenas cerré los ojos me perdí en el mundo de los sueños, tener dos deportes a este estilo son demasiado tediosos, pero a la vez son perfectos.

...

—¡Que bueno que llegas Bárbara! —la voz de mi padre me saca de mis pensamientos del sueño anterior que había tenido.

—Papá. —salude bajo.

—Tenemos que hablar, hija. —añadió con una pequeña sonrisa la cual respondí pero salió más como una mueca.

—Cierto...

—Vamos al despacho, Barb.

Cuando dijo aquello se fue hasta ahí y yo lo seguí, cuando entre cerré la puerta y me senté en el asiento de cuero frente su escritorio de color negro sintiéndome algo mareada por la lámpara elegante de luz amarilla.

Una vez más, una oportunidad más #1 {terminado}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora