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Capítulo 38
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El juego de Afrodita.

No estoy en un bosque, ni mucho menos uso vestido, la bata del hospital sigue siendo la prenda que tengo puesta, mi cuerpo se ve transparente a pesar de que me sienta algo perdida.

Me siento extraña en este lugar, hay un una cabaña la cual está cubierta por la nieve, invierno.

Mis oídos parecen agudizarse un poco y a lo lejos veo a tres personas con capas largas color rojo pero en distintas tonalidades del mismo, me escondo detrás de un árbol notando que son dos adolescentes y un hombre, por los vestidos que traen me doy una idea de qué época es.

La chica de vestido amarillo pastel tiene el cabello de color negro, la otra chica de vestido rosado tiene el cabello dorado y la tonalidad su piel me dan escalofríos, fácilmente podrían confundirse con la nieve, ya que son extremadamente pálidas. El hombre de traje que las acompañaba, tenía el cabello negro con reflejos... ¿amarillos?, este se quita la capucha igual y le sonríe a las adolescentes adentrándose a la cabaña.

Ellas no se dan cuenta de mi presencia, eso lo sé, pero la conversación que entablan amistosa se torna tensa cuando la azabache parece decirle algo a la rubia que no es de su agrado.

—Padre debe volver en cuanto antes. —es lo que responde la de vestido rosado, evitando hacerle caso a su hermana supongo.

—¡Corran!, ¡hijas, corran! —el hombre de extraño cabello sale de la cabaña con una mancha escarlata bañando su brazo, parece que ha hecho algo mal, pues con sus manos empieza a hacer símbolos y murmurar en otro idioma esperando que sus hijas salgan del lugar.

Lo que él no contaba es que ambas tomarían un camino diferente.

La fémina de vestido rosado corría por el bosque con la capucha puesta de nuevo, evitando golpearse con las ramas de aquellos árboles que rodeaban la nueva espesura del bosque al cual se había adentrado, mientras que la azabache lograba salir ilesa del bosque al cual había entrado por sus dones similares a los de su padre.

Volviendo con la rubia de ojos llamativos se golpeó con una rama perdiendo el equilibrio, eso que tanto había evitado estaba pasando, ella se había puesto de pie llenándose las palmas de sus manos con la nieve que cubría el suelo de aquel bosque, confundida al no saber dónde se encontraba busco la salida con su mirada, pero ahora todo parecía ser el mismo punto de inicio.

Ella no pasó de largo que aún seguía en peligro, eso lo sabía, con un movimiento de manos movió los arbustos de donde se habían escuchados esos ruidos, no escaparía de ese destino al cual le tocaba.

Ella parecía querer rendirse, pero sus instintos se negaban.

De entre los arbustos salió aquel gran animal parándose firmemente sobre sus cuatro patas, su pelaje brilloso como el sol y esos ojos de depredador la hicieron salir del trance de shock al cual había entrado hace poco, con disimulo recogió su vestido con sus manos para evitar tropezar caminando de reversa sin siquiera verlo a los ojos de nuevo.

Su capa a diferencia de sus anteriores acompañantes era rojo como la sangre, una curiosa capa con símbolos en el mismo color difícil de distinguir a simple vista.

El lobo se abalanzó sobre ella gruñendo así dando inicio a una lucha entre una humana... no, no era una humana.

Una vez más, una oportunidad más #1 {terminado}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora