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Capítulo 26
—•—
Mi propia vida.

Luna roja.

Lo único que recuerdo es haber caído en sueño profundo y un extraño destelló saliendo de la pulsera que me había dado Danessa.

El bosque de nuevo, no se ve como siempre, la luz roja de la luna baña todo el lugar, cada pequeño espacio está cubierto por su luz, menos el claro, en el cual me refugié apenas abrí los ojos aquí.

—Así que no mentían cuando dijeron que reencarnaste. —escuché una voz masculina familiar pero no le hice caso.— pensé que eran mentiras de los oráculos, pero estás aquí.

—Esto es sólo un sueño. 

—No, cariño, no es un sueño. —habló la voz y sentí su presencia detrás de mí. —eres la única persona que puede detener lo que muchos no pudieron, tú y ella.

—¿Quién eres? —respondí levantándome de esa roca, la persona que hablaba no me dejaba verlo.

—Una persona que fue condenada por los mismos que te condenaron a ti al caer enamorado.

—¿Disculpa?, pero de qué hablas?

—No sabes cuánto me encantaría explicarte todo, pero por los momentos todo estará bien, por fin te encontré, princesa. —su voz destiló alegría y alivió, no me sentía amenazada como creía.— me conformó con cuidarte en mi otra forma, pero aquí, aquí puedes verme tal cual soy. Mira la luz de la luna frente a ti. —dicho esto, algo blanco se posó al lado de un árbol, se acercó a la luz y pude ver una figura alta, pero algo me impedía detallarlo.— este soy yo, mi princesa, quizás ahora no puedas verme, pero el día que lo hagas recordarás este único momento permitido por la misma Afrodita.

Un suspiro se escapó de sus labios y cuando se acercó a mí tomó mi mano besando mis nudillos, mis ojos habían perdido la visión, estaba despertando.

—Estaré cuidándote en todo momento, no dejes que nadie te embriague con mentiras de nuevo, Barbara, necesitarás más fuerza de la que puedas tener para lo que se viene, y créeme que no estarás sola para cuando llegue el día.

—¿Barbara? —Connor me movió preocupado y sentí una extraña familiaridad de nuevo, lo miré bien un poco desorientada, parecía que había corrido un maratón por lo agotada que me sentía.— creo que será mejor que descanses, nena, nos veremos mañana, ¿bien?

Nana estaba entrando en la habitación con una pastilla para mi dolor de cabeza, le dio una sonrisa maternal a Connor y luego se sentó a mi lado.

—Claro... —asentí perdida, evité su mirada y dándole las gracias en voz baja me despedí con la mano mientras lo veía partir por completo ya fuera de casa.

Y eso que apenas comienza noviembre.

•••

Noviembre no tuvo cambios, todo fue igual a cómo antes, las pesadillas y demás vistas en mis sueños con el bosque siguieron igual, aunque muchas veces llegué a gritar del miedo pude controlarlo excepto el verme doble varias veces.

Ya estábamos entrando a diciembre, de Connor poco había sabido en el mes, desde esa última noche sólo me había sentido más extraña pero cómoda a su lado.

Evite con mucho esfuerzo la escuela también.

—Bien, pásame la esfera dorada. —pidió Clarisse desde la escalera viendo fijamente el árbol enorme de navidad, se la tendí después de sacarla de la caja y seguí mi lectura acerca del tiempo.

Una vez más, una oportunidad más #1 {terminado}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora