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Mentir era como abrir los ojos después de una larga siesta, pero siempre me dejaba un sabor amargo en la boca.
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Capítulo 22

Mentiras o salida nocturna.

No deberías mentir.

Esa voz volvía a resonar en mi mente con un pequeño eco haciéndome sentir mal ante la mirada que Rosa me daba, la cual era seria.

Sé que me está estudiando.

Respiro profundo y la miró a los ojos para que sepa que digo la verdad.

—Yo...

—¿Qué sucede, Barb? —pregunta con suavidad e intranquilidad.

—No, digo, no pasa nada, nana. Es sólo que todo esté estrés de los exámenes y proyectos me tiene mal.

—¿Segura qué es eso? —asentí sonriendo ladinamente y ella me miró intranquila pero no volvió a decir nada.

—Muy segura.

—Sabes que puedes confiar en mí, mi niña, estoy aquí para aconsejarte cómo la vieja que soy.

Hice un puchero por sus palabras y le besé la mejilla tiernamente.

—Eso lo sé, nana, pero no te preocupes, es sólo eso.

—Bien... —contestó resignándose empezando a servir otras tazas de chocolate caliente, alzó su cálida mirada hacia mí y sonrió maternalmente.— no te estreses tanto con eso, hija. Ahora, ¿podrías ayudarme a llevarle las tazas a tus hermanos?

Ella volvió a su labor después que asentí sonriéndole, subí las escaleras con cuidado dirigiéndome primero a la habitación de mi hermana, pensativamente.

Clary parecía estar más dormida que una roca, con un guion al lado de su mano y roncando un poco, evité reír y dejé la taza en la mesa de noche con cuidado.

Adam por otro lado permanecía despierto practicando para sus clases de latín, me alegre infinitamente de no ver a Chase por ningún lugar de la habitación y me acerqué al azabache que parecía ahora frustrado.

—Hola pulga. —sonrió dulcemente apenas le dejé la taza de chocolate humeante en el escritorio, aprecie la habitación embobada ya que estaba era de tonos grises y negros más que tenía sus típicos toques masculinos sumando los ventanales y los demás detalles similares a mi habitación sólo que con más cosas de chicos.

—Hey loquito.

—¿Estás ayudando a nana? —preguntó curioso probando el chocolate haciendo la misma mueca que yo había hecho al probar aquella delicia.

—Así es, Tybalt. —respondí divertida llamándolo por su segundo nombre, él bufo entrecerrando sus ojos fijando su vista de nuevo en los papeles que tenía frente a él.— ¿tienes examen de latín?

—En realidad no, ayer descubrí estos papeles detrás de la pared del gimnasio, me pareció curioso porque hay algunas cosas en italiano pero de resto todo está en latín. —me explicó concentrado en el amarillento papel frente a él.— lo único que he podido descifrar es que habla sobre la luna más brillante que podemos tener en el año, pero de resto, no hay mucho que entienda.

—Así que básicamente te estás quemando las neuronas buscando en cosas que no deberías, ¿no?

—Vamos, Barb, yo sé que tú también harías lo mismo.

Lo pensé por unos segundos y lo acepté.

—Tienes razón, pero... eso no significa que pierda la cabeza en el proceso.

Una vez más, una oportunidad más #1 {terminado}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora