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•Vilmente caí en su juego, pero valió la pena. Pues le gané en el juego del amor.•

—•—

Capítulo 13

Mi familia bipolar.

El irritante sonido de la alarma de mi celular no me dejaba seguir en mi hermoso sueño dónde el chocolate era infinito.

Sólo sé que se quejaron de mi cuando tiré aquel artilugio que arruinaba mis mañanas, abrí los ojos perezosamente haciéndome una coleta rápida al instante.

—Buenos días, mundo. —murmuré roncamente al tener la garganta reseca, observé la hora en mi celular notando que precisamente eran las siete en punto.

Cómo un completo zombie me levanté de la cama casi cayéndome en el proceso de quitarme las sábanas de encima, apenas entré a la ducha después de haberme despojado de mi pijama con el cepillo en la boca aún al tener tanto sueño.

El agua fría me espabiló, espantada por la sensación terminé de ducharme y cepillarme los dientes; apenas salí del baño empecé a tararear buscando lo que había preparado antes de quedarme dormida, ya que mi ropa estaba en casa de mi madre.

Y realmente me daba pereza registrar más mi armario, bostecé un segundo colocándome la blusa manga larga de rayas negras y blancas, maldije internamente por haberme quedado toda una noche leyendo un libro de suspenso y en cierta manera haber estudiado para química.

Cuando terminé de acomodarme el jean apegado a mi figura, me puse mis amadas converse blancas.

—¡Barbara, despierta! —gritó Adam sin abrir la puerta, aunque empezó a tocar esta pensando que seguía dormida, me reí repentinamente notando que hoy mi humor estaba al favor de las personas.

—Desperté hace más de una media hora atrás, bobo. —le respondí divertida terminando de arreglar mi bolso de tenis con mis artefactos electrónicos y productos personales.—Huele a loco porqué estás loco, y me importa un comino sí tuvo o no sentido. —fue lo primero que dije cuando abrí la puerta besando su mejilla.— hola hermanito, ¿listo para ir al infierno?

Se rió divertido despeinando mi cabello para luego asentir e irse por el pasillo.

—En la cocina te esperan, Bipo.

—¡No te pases, mono! —le saqué la lengua riéndome al entender ese "bipo" de bipolar, rodé mis ojos llegando a la cocina en la cual se encontraba mi hermana con una mirada perdida y algo triste.— ¿Qué tanto me perdí? —le pregunté suavemente tomando una manzana de la nevera.— Clary.

—Hey. —saludó apagada.

Tomé asiento a su lado con un jugo de naranja y la estudié por unos segundos hasta que ella suspiró melodramáticamente.

—Suéltalo. —dije firmemente ya que conocía cuando su mente le jugaba ese tipo de pensamientos.

—Barb, ¿crees que nos quiera?, y sí realmente no nos quiere? —me miró afligida de sólo pensarlo, sentí que se me torció el gesto.

No, no podía ser así, mi mente no había divagado en esa posibilidad.

—¿Te soy sincera? —ella asintió aún triste. Suspiré pensando en las palabras correctas e indicadas para responder y cuando las tuve las solté.— No puedo decírtelo con certeza, pero... es nuestra madre, sea como hayan sido las cosas, ella nos ama, porque después de todo somos sus tesoros. —bromee. —una mamá jamás podrá odiar a sus hijos, Clar. Aunque así se lo propusiese. —concluí mordiendo mi manzana ante su ahora confundida mirada.

Una vez más, una oportunidad más #1 {terminado}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora