Adaliah
Cuando llegó el decimotercer mensaje de mi acosador me asusté mucho. Decidí decírselo a los de la banda y todos me echaron la bronca por no avisarles antes. Zophiel me obligó a enseñarle el contenido y se puso pálida. Me prohibió irme sola a un hotel y me hizo quedarme en su casa.
Entro por la puerta, un olor familiar me asalta por entero. También me trae buenos recuerdos el garaje en el que ensayábamos cuando éramos pequeñas. La casa de Zophiel siempre me ha parecido cálida y encantadora. Sus padres, Mike y Lilian, son dos maravillosas personas que se preocupan por sus hijos.
-Siéntete como en casa- me dice ella, sonriente. Le devuelvo el gesto.- Mis padres no han cambiado tu cuarto en estos meses, así que lo tendrás aún a tu gusto.
Desde los catorce años tengo un cuarto en la casa de Zophiel. Ese año, mis padres se enteraron que tocaba la guitarra a sus espaldas. Yo había tardado en ahorrar el dinero para una dos años trabajando cortando el césped o limpiando la casa de Zophiel y otros vecinos. Sus padres me decían que no lo hiciera, que ellos me darían la paga sin necesidad de trabajar. Pero yo insistí. No podía aceptar dinero a cambio de nada. Me compré la guitarra con doce años y ensayábamos a escondidas de mis padres en su garaje.
Hasta que por casualidad nos oyeron. Se pusieron furiosos, empezaron a gritarnos a todos, tanto a los padres de Zop como a mí. Me llevaron a casa, rompieron mi guitarra y me intentaron cortar los dedos. De ahí que tenga las marcas en los dedos, de su mal intento. Acabamos en el hospital, los doctores cosiéndome los cortes y las autoridades quitándoles a mis padres mi custodia.
Después de una serie de trámites, los padres de Zophiel me acogieron en su casa, como una hija más. Pero no me gustaba mucho estar en esta casa, ella me acompañaba a mis locuras y las dos acabamos haciendo un grupo de rock junto con Riley y Bucth, el batería y el bajista de nuestro actual grupo. No nos hemos separado desde entonces, nos escapábamos para tocar en los bares cuando aún ni siquiera teníamos la edad para entrar a ellos. Así fue como nos descubrió un mánager. Y lo demás es historia. Ya estábamos por nuestra segunda gira mundial, yo tengo más dinero del que podría desear. Pero no me vale de nada, sigo sin poder quedarme sola en ningún lugar, como una niña pequeña.
-¿Tienes hambre?- me pregunta Zop, sacándome de mi ensoñación.- ¿Estás bien? ¿Quieres que nos vayamos a un hotel?
Le sonrío y niego con la cabeza.
-No, tranquila, estoy bien. Vamos a por algo para comer.
Paso a su lado pero no está convencida del todo por mi explicación. Vamos a una bonita cocina moderna, de armarios de madera de caoba y una isla en medio, de mármol negro. Cogemos el pan, el jamón y el queso para hacernos un mixto. Los junto con rapidez y ella los mete en la tostador para que se hagan. Escucho el sonido de mi móvil en la sala y corro a cogerlo. Miro el número, es oculto. Cojo el teléfono.
-¿Hola?
Unos sonidos de respiración acelerada es lo único que se escucha. Trago saliva con fuerza.
-¿Oiga? Por favor, ¿Quién es?- cortan la llamada. Me quedo mirando fijamente el móvil. Y lo dejo encima de la mesa suavemente. ¿Qué hago? ¿Aviso a Zop? Respiro hondo. No, simplemente me cambiaré de móvil.
Escucho el sonido de la voz del hermano de Zophiel y me giro hacia él. Me lo quedo mirando, sin poder apartar la mirada. Dios santo, era guapo. Hacía medio año que no le veía, lo recordaba más bajo. Es grande, musculoso. Tiene los ojos negros de la familia y el pelo oscuro desordenado. Lleva una camiseta de metálica y unos pantalones que le quedan un poco grandes. Concéntrate, Adaliah, levántate y dale un abrazo. Intentando no babear en exceso, sonrío, me levanto y le abrazo. Huele tan bien que siento como si pudiera quedarme allí siempre.
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No me dejes caer (Gate to hell #1)
RomanceCuando los integrantes del grupo de heavy metal Gate to Hell llegan a su casa después de cada gira, acaban revolucionando su propio pueblo. Eso lo comprueba Sel, el hermano pequeño de la cantante de la banda. Y es que no puede dejar de pensar en cie...