Capítulo 16: Dos peleas y n deseo (Maratón 5/6)

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Adaliah 

Me encuentro sentada en el columpio del porche comiendo un helado a pesar del frío. La manta rosa y blanca que hizo para mí la abuela de Thiel cuando me adoptaron me envuelve para protegerme del frío y de los cambios de temperatura. Ya es jueves atardeciendo, espero a que vuelva de su entrenamiento de boxeo. Intento no mirar hacia mi casa, pero no puedo evitarlo. Siento un escalofrío por mi espina dorsal, y no precisamente por los 10 grados. 

Mi corazón se acelera cuando le veo aparecer por el final del camino. Lleva la chaqueta de cuero, la mochila en la mano y una sonrisa en su rostro. Por cierto, en la última semana y media ha cumplido su palabra y se ha tomado muy en serio eso de “todos los días”. Me ruborizo al pensar en ello. 

-¿En qué pensabas?- me pregunta, poniéndose de cuclillas frente a mí y dándome un beso en la frente. 

-N-nada.

-Cuando tartamudeas es que es algo guarro- me guiña un ojo y el calor se hace más fuerte.- Me encanta cuando te ruborizas, eres el ser más bonito del mundo.

Mira a nuestro alrededor, curioso. 

-¿Qué tal el entrenamiento?

-Genial. Tengo una pelea en tres días, ¿vendrás?

-Por supuesto, espero darte suerte- me emociona saber que quiere que esté allí. 

-¿Qué haces aquí fuera tú sola? ¿Y Zop?

Bajo la cabeza, un poco azorada.

-B-bueno, está con Gael dentro.

-¿Y te has quedado aquí fuera porque no quieres estar cerca del idiota? ¿Te da miedo?

Niego, tratando de relajarle.

-No, Thiel. Digo dentro... de ella. Literalmente.

Me mira, horrorizado. 

-¿Les has visto chingando en casa?- ruge.- Lo que me faltaba, que mancille a mi hermana en mi propia casa y que mi mujer lo vea. 

Mi mujer. Suena maravilloso. Aún así, no quiero señalarle lo evidente, ya que él y yo solemos tener un poco de intimidad subida de tono en esa casa, pero no puedo evitar bufar.

-No digas que la mancilla, eso no es así.

-¿Y cómo lo llamamos?

-E-ellos tienen su propia manera- sacude la cabeza, divertido y con una sonrisa pequeña. Me tiende la mano.

-Vamos dentro, te vas a poner mala y no quiero que faltes a mi combate.

Hincho un poco los papos. 

-¿Sólo te preocupa eso?

Se ríe esta vez en alto, agarrando mi mano y entrando en la casa. Vamos a la sala y me tumbo mientras él deja en el suelo con descuido la mochila y se sienta detrás mío, pasando sus brazos por mi cintura. 

-Sabes que no- dice contra mi piel del cuello, haciéndome estremecer.- A pesar de que has entrado en su cuarto, ¿No se han movido? ¿Siguen arriba?

-No se han dado cuenta, he... salido huyendo antes de que me oyeran. 

Entonces, una sonrisa pilla pasa por su rostro

-Hagamos una broma.

-Thiel... no seas malo.

-No, no. No es nada excesivamente terrible, es sólo... una broma. 

-¿Cuál?

-Sígueme- me dice, subiendo las escaleras. Le sigo y le veo parado frente a la puerta. Me entran ganas de reír y, entonces, agarra el pomo. 

No me dejes caer (Gate to hell #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora