Adaliah
La vergüenza absoluta recorre mi cuerpo entero. Muchos sentimientos me han asaltado en las últimas horas: traición, dolor, horror, deseos de vomitar. Temo que vea el vídeo, pero aún más que se aleje porque yo no quiera que lo vea. Sientos mis manos temblar y empiezo a jugar con mis dedos. La imagen se enciende y empiezo a tratar de respirar. Socorro, pienso.
En la tele aparece mi cara de ocho años en un primer plano. Miro tímidamente a la cámara y me ruborizo.
-Vamos, Adaliah, haz caso a papá- me dice con voz dulce. Sí, yo en aquel momento deseaba que me quisiera. Deseaba con toda mi alma que me dejara llamarle papá en vez de señor, deseaba salir fuera de allí. Y ahora también, maldita sea. Miro a Thiel que está rígido.- Vamos, bonita, quítate el vestido.
Esa es la señal con la que me levanto, corro al pasillo y cierro la puerta detrás mío. Thiel no me sigue, se queda allí, mirando. Me siento fuera y trato de respirar, pero no logro relajarme ni sentirme un poco mejor. Las lágrimas empiezan a arder en mis ojos. El vídeo dura mucho. Recuerdo cuando fue grabado. Aún me meto a la ducha e intento limpiame de ello, pero no puedo. Y Thiel verá mi bajeza. Un sollozo me hace comenzar a soltar las lágimas.
Todo esto me supera, la humillación tan grande que siento cuando alguien sabe acerca de él. No podré volver a mirar a la cara a Thiel. No sé cuánto tiempo sigo llorando allí, sentada. Hay veces en las que la vida te da limones y puedes sacar limonada, pero en este caso, veo imposible ver el lado bueno o sacar algo bueno de mi infancia. Bueno, sí. Zop y Thiel son lo único bueno que existía en ese momento.
Y ahora lo voy a perder todo. Escucho un fuerte sonido y Thiel sale de la habitación, rojo como un tomate y con los puños cerrados.
-Thiel, por favor, no me odies- lloro, acurrucándome en el sitio. No podría soportarlo.- Por favor, yo te quiero, no me abandones. Sé que te doy asco, pero... por favor...
Las palabras mueren mientras estampa el puño contra la pared y hace un boquete. Chillo y veo como la sangre corre por sus nudillos.
-Thiel...- suplico de nuevo. Sí, soy absolutamente patética, lo sé. Pero, en este momento, sólo me quiero morir. Entonces, Thiel cae delante mío de rodillas. Yo le miro y, entonces, me doy cuenta: está llorando. Entro en pánico. Se ha dado cuenta al fin de lo destrozada que estoy, de lo mal que se lo voy a hacer pasar, de lo poco que confío en mí misma.
-Hada- me dice. Es buena señal, me llama por mi mote, pero no me confío.- Abrázame.
-¿Qué?- le pregunto, asombrada y llorando, un extraño estado.
-Abrázame, porque si no lo haces, iré a su casa y lo mataré. Te lo juro.
Hago lo que me dice, me tiro a sus brazos y escondo la cabeza en su cuello.
-¿No me odias?- le pregunto.
-Hada- me agarra y me pone delante suyo.- Eres la persona más fuerte que conozco y la más maravillosa. Te quiero con toda mi alma, y ahora sé que he nacido para estar contigo.
-P-pero Thiel, estoy sucia- lloro.
-Mi amor, sucios van a acabar ellos cuando los entierre en nuestro puto jardín.
Me río a mi pesar y le abrazo mientras le doy un beso, con un poco de miedo a que me aparte. En vez de eso. Me aprieta contra él y me levanta.
-Hada, vamos a tu cuarto- me susurra contra los labios. Su respiración me hace cosquillas.- He roto la pantalla de mi ordenador de un puñetazo y está todo más o menos hecho un asco.
Asiento y vamos a mi habitación. Nos tumba en la cama, él sobre mí, y me acaricia le rostro. Empezamos a besarnos con necesidad. Tengo que decirle con mis besos lo que no puedo decirle con palabras. Quiero darle las gracias por no abandonarme, por aceptarme. Por... quererme. No siento que me lo merezca, no estoy a su altura. Thiel es un gigante, y no sólo en físico, hablo en espíritu. Es un luchador. Seguimos sin separarnos siquiera para respirar. Él es mi oxígeno, mi alimento, tanto para mi ser como para mi... cuerpo. Porque no puedo evitar sentir retortijones y hormigueos allá donde me toca. Porque no puedo evitar sentir mi alma llena de vida cada vez que me sonríe o me besa, como ahora.

ESTÁS LEYENDO
No me dejes caer (Gate to hell #1)
RomanceCuando los integrantes del grupo de heavy metal Gate to Hell llegan a su casa después de cada gira, acaban revolucionando su propio pueblo. Eso lo comprueba Sel, el hermano pequeño de la cantante de la banda. Y es que no puede dejar de pensar en cie...