Capítulo 9: Enséñame a querer.

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Selatiel.

-Bien- digo por quinta vez. Ella me mira, asustada.

-Thiel, ¿Estás bien?- ¿Bien? Estoy entre eufórico y asustado. No sé cuál de los dos. Ya tengo dieciocho, no hay problema con eso, los cumplo el 11 de enero. Sin embargo, hay algo que me carcome y que quiero saber antes de hacer nada precipitado.

-¿Por qué yo, Hada?

-Porque Butch ya está casado y Riley está peor que yo. Le hemos tenido que ingresar por la fuerza en un centro de desintoxicación.

-Vamos, soy el descarte- ella se queda en silencio. He dado en el clavo. Me levanto, enfadado. ¿Qué me esperaba? ¿Que me dijera que ha pensado en mí desde el principio porque me quiere? No, las cosas nunca funcionan así.

-No- dice ella, entonces. Me giro. Ya me quería ir directo a mi habitación sin contestarla.

-¿Adaliah, tú cómo cojones llamarías a eso?

-Excusa- dice ella. Se levanta, nuestra diferencia de altura patente. He crecido más desde la última vez, unos tres o cuatro centímetros en seis meses. El médico me ha dicho que como siga así, llegaré a los dos metros. Ella apenas llega al metro cincuenta, es pequeña y esa es una de las cosas que me encantan.

-¿Excusa?

-Sí, Thiel. Es la excusa que me inventé en el viaje de vuelta para decirte a ti y a todos los demás- me mira, sus ojos llorosos.- No quiero ser tu amiga. No lo soporto.

-Hada...- es lo único que puedo decir, estupefacto.

-No, espera- me dice, alzando una mano.- Hoy me he dado cuenta con este ataque que jamás me podré librar de él. Siempre estará detrás mío, nunca podré estar tranquila. Y la gente que me rodea, tampoco. Pero mi lado egoísta quiere que seas tú quien esté a mi lado. Entiendo que estás enfadado y que seguramente me dirás que no.

-Hada- la corto su discurso nervioso.- Deja de hablar y escucha. Me ha pillado por sorpresa, entiende que no me esperaba algo así.

-Lo sé, lo siento...

-Pero llevo doce malditos años enamorado de ti como un imbécil- abre mucho los ojos y sus mejillas se tiñen de rosa.- Así que aunque tú no me lo hubieras pedido, te lo habría acabado suplicando yo porque, simple y llanamente, te quiero. Más que a nada en el mundo, más que a respirar o ese Sol al que tú amas. Moriría por ti sin pensármelo un segundo- una pausa, trago saliva. Ella permanece en silencio, mirándome.- Y en estos meses, me he dado cuenta de que mi amor ni siquiera es platónico. Es Adaliah, con todos sus defectos y virtudes a la que quiero a pesar de que sea el desastre más grande que exista en el mundo.

Las lágrimas caen de sus ojos y suelta un sollozo. Se alza las manos y esconde su cara en ellas.

-Thiel...- lloriquea e hipa mi nombre. Sonrío, le paso los brazos a su alrededor, la alzo y la estrecho contra mí.

-Nos casaremos cuando quieras y como quieras. Sólo tienes que pedírmelo- noto que se mueve, pero no sé si está asintiendo o si es un espasmo por el llanto.- Hada, no llores.

-Vale- susurra. Nos miramos unos segundos profundamente. Sin poderlo evitar, acerco mi rostro al suyo y la beso. Con necesidad. Seis meses después de haberla probado por primera vez. No sé cómo aún estoy vivo.

La beso hasta que me tengo que sentar porque me mareo. Es una danza entre nuestros labios, nos movemos con armonía. Ella está de rodillas en mi regazo para llegar mejor, me pasa las manos por el cuello y mete los dedos en mi pelo. Yo hago lo mismo con el suyo, alzo la camiseta e introduzco la otra mano debajo. La estrecho más contra mí. Y, así, acabo por no sabiendo dónde acabo yo y dónde empieza ella. Es tan suave que no puedo apartar la mano. Creo que ahora que la he probado, no podré estar ni un sólo día sin tocarla, acariciarla o besarla. Simplemente imposible.

No me dejes caer (Gate to hell #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora