Luciel
Me levanto, siento mi cuerpo pesado, sin ganas de nada. Miro la hora: Las cuatro. Y Selatiel no ha venido aún. Mi cuarto está en completa oscuridad, cosa que adoro. Odio el sol, odio el día y el “fuera”. Me acerco a la puerta de mi habitación y ya siento vértigo. La casa es demasiado grande y amplia para mi gusto. Luminosa. Salgo al pasillo, rumbo al baño. Por el camino paso al lado de una foto. En ella aparece mi hermana sonriendo, agarrando a Zop por el cuello. Me duele el estómago y siento muchas ganas de vomitar. Mientras yo estaba encerrado, ella estaba allí, con ellos. Siendo feliz.
Injusto, lo sé. Pero no puedo evitar odiarla. No la conozco, y ya nunca lo haré. Y me alegra. Sería terrible comparar su luz con mi mierda de oscuridad, su sonrisa con mi ceño fruncido. Porque no, aún no he conseguido sonreír.
Vuelvo del baño, tratando de alejar esos pensamientos que me ahogan, pero no puedo. Soy tan jodidamente débil que me asusto a mí mismo.
Un sonido hace que me sobresalte y me abalance a la puerta de mi cuarto. Hasta que me doy cuenta de dónde proviene el sonido.
Cojo el teléfono de casa.
-Diga.
-Tienes que venir al hospital- me dice. Cosa rara, siempre saluda y nunca me ha obligado a hacer nada por el estilo.
-No puedo salir.
-Tu hermana está viva, Luciel.
Me quedo estático. Quieto, parado, asombrado. Mi corazón palpita con fuerza y suelto el aire que no sabía que estaba conteniendo.
-E-estás bromeando...
-Para nada. En diez minutos Riley irá a por ti, vístete. No puedes quedarte en casa ahora, tienes que verla.
Y, entonces, suelto el teléfono y me lanzo contra la puerta de salida por dos razones: la primera, ella está viva, con lo que mi vida ya carece de sentido alguno, pues mi comedido era ser su sustituto; y segundo, él vendría.
Recuerdo la primera y única vez que le vi en la morgue. Y desde entonces, no he podido dejar de pensar en él. Es una obsesión insana, ya lo sé.
No me atreví a entrar al escuchar a Selatiel llorar, por miedo de lo que pudiera pasar, así que me di una vuelta por los pasillos. No me dio pena, al fin y al cabo, yo no la conocía de nada.
Paseando, llegué a un pasillo sin salida, sumido en la semi-oscuridad gracias a una bombilla medio fundida. Era el sitio perfecto para mí, odiaba los lugares amplios. Ni siquiera tengo claro cómo logró Selatiel sacarme de la casa. Ah, sí. Arrastras.
Entonces, sentado contra la pared, un hombre fumando. Me le quedé mirando fijamente, se le veía hundido, desamparado. Tenía las mejillas surcadas en lágrimas, sus ojos pardos y húmedos en el cigarro. Los tatuajes le daban un aspecto peligroso, pero no me dio miedo al ver la melancolía saliéndole por los poros. Dí un paso atrás, llamando su atención.
-No me jodas- dijo sin cambiar su expresión sombría.- Vale, creo que alguien me ha metido algo en mi bebida.
Dirigí mis ojos al vaso cerrado que parecía de café, pero algo me decía que no era eso.
-Hm...
-Bueno, si es así, será mejor que me digan qué es- se levantó y pude notar su altura y sus músculos marcados. Santo cielo, era enorme. Alzó una mano y me acarició la mejilla, haciéndome sentir turbado y fruncir el ceño.- Definitivamente, eres la ilusión más realista de todos los tiempos.
Estaba paralizado, asombrado por esa situación.
-Soy real- dije, enfadado. Quería que bajara de la nube.
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No me dejes caer (Gate to hell #1)
RomansaCuando los integrantes del grupo de heavy metal Gate to Hell llegan a su casa después de cada gira, acaban revolucionando su propio pueblo. Eso lo comprueba Sel, el hermano pequeño de la cantante de la banda. Y es que no puede dejar de pensar en cie...