Capítulo 4: El despertar (Primera parte)

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Nooooota de la autora,

Bien, vais a matarme por escribir algo tan corto. Pero es que mi imaginación se fue volando cual pequeño golondrino que...

No, en serio. llevo una semana rara, así que no he adelantado nada!!!! O.o Así que, simplemente, os traigo un pequeño adelanto de lo que habrá (llamadme cutre, pero... no puedo evitar dejaros sin nada)

Así que, lamento haber tardado tanto, espero escribir este viernes, y aquí teneis un fragmento del capítulo 4!!!!

Un beso y un saludo a todos

:)

Adaliah

Me despierto, desorientada. La cabeza me da vueltas y me cuesta respirar. Sólo he logrado abrir los ojos por un único motivo: que          Thiel me haya llamado. Lo primero que veo son esos ojos negros que al escrutarme me hacen sentir las mariposas en el estómago. Está más mayor, con grandes ojeras bajo los pozos y barba de varios días. Trato de alzar la mano, aturdida, sabiendo que he muerto.

-Mi vida- me dice, sus ojos brillantes y otra lágrima cayendo. Sí, he muerto, porque no puedo tener tanta suerte. Después de un año en el que, DEFINITIVAMENTE me he vuelto loca del todo, ¿Me encuentro con Thiel? Imposible. Esas cosas a mí no me pasan. Cierro los ojos mientras él grita, y caigo en un profundo sueño, mientras rememoro lo que ocurrió.

Decidí ir andando ese día, debí dejar que Thiel me llevara. Fui a la casa y me encontré con la puerta abierta, así que preocupada, decidí entrar. No había nadie por ningún lugar, sólo una revista sobre la mesa de la sala.

-¿Señorita Méndez?- dije en voz alta para que alguien me oyera. No hubo respuesta. Genial, después de seis meses sin ir, es ella la que no aparecía. Recorrí la casa a pesar de mi pudor, y, finalmente, un extraño olor a ácido me atacó la nariz desde el sótano. Odio los sótanos, de verdad. Les tengo un pánico absoluto, tan oscuros y tan horriblemente sofocantes. Pero claro, es pútrido olor no era natural, algo malo le debió de pasar a la mujer, así que por ella, decidí bajar. Me imaginé que Thiel me echaría la bronca por hacerlo, pero él no estaba y yo estaba muy preocupada.

Los escalones se hacían interminables, la oscuridad, aplastante. Pero seguí adelante. La señora Méndez era una buena mujer, no merecía sufrir. Llegué abajo con los ojos cerrados y abrazada a la barandilla. Y cuando los abrí... oh, cielos. Quise volver a cerrarlos y llorar. La imagen era escabrosa y horrible, me dí la vuelta, tratando de no ahogarme. Alguien me tocó el hombro y una lágrima coyó por mi mejilla.

-Al fin vienes. Te quiero.

Vuelvo a abrir los ojos, esta vez chillando. Mis brazos duelen, mi cabeza duele, mi alma duele. Pero puedo moverme. Y respirar. Y sé que estoy viva por el sufrimiento de mi cuerpo.

-¡Tranquila!- me dice una voz, acompañada con unos brazos rodeándome. Pero no son de Thiel, no. Una Zop con el pelo blanco y ojos llorosos me recibe. Tiene un aspecto horrible, unas pintas tremendas. Alguien entra como una tromba al cuarto y un Thiel en las mismas condiciones aparece. Y, cuando trago saliva y él se lanza contra mí, lloro. Y no porque me estén aplastando los focos doloridos, ni porque Thiel pese el doble que yo, no te digo yo con Zop, ni siquiera por el hecho de darme cuenta de que estoy viva. Es porque, al fin, después de un año, puedo abrazarlos.

Me pongo a llorar como una imbécil, como un bebé. Y ellos lo hacen conmigo. Les aprieto y, finalmente, creo que se dan cuenta de que me aplastan, pero se alejan sólo un poco.

-Os quiero tanto- digo en voz muy baja.

-Te quiero, hermana- llora de nuevo Zop, poniendo la cabeza en mi regazo.- Hada... pensé que no volvería a verte, a abrazarte. ¿A quién le iba a contar yo mis cosas de chicas? ¿A Sel? ¡Es una jodida patata!

Acaricio su pelo y Thiel agarra a Zop, alejándola un poco. Se sienta justo en frente mío, escrutándome. Ella se queja, pero no trata de acercarse.

-No sabes lo mucho que te he echado de menos, mi amor- acaricia mi mejilla con sus manos.- Tengo miedo de que sea un sueño y que no hayas vuelto al despertarme.

-Mírame y tócame, Thiel. Soy yo- susurro, cayéndome una lágrima.- Puedes besarme.

Eso último lo digo un poco ruborizada y aturdida. Llevo tanto soñando con esto, que creo que moriré si no lo hace.

-Tranquila, pensaba hacerlo- se acerca a mí, siento su aliento en mi rostro. Un “Sois unos moñas de puta madre” de Zop debería haber roto el momento. Pero no. Nosotros estamos en nuestro propio mundo, inmersos en nuestro universo. Cuando sus labios rozan los míos por primera, un escalofrío recorre mi columna, a pesar de que es sólo eso: un leve roce. Sólo eso. Para pasar a devorarme. Y yo a él, tengo que admitirlo. Le he echado tanto de menos, que cuando me echa la cabeza hacia atrás y me besa más profundo, sólo le imito e incluso siento las mariposas revolotear con tanta fuerza que parece que vayan a poder salir.

Me rodea con sus brazos, sin dejar de besarnos, hasta que escuchamos un carraspéo de Zop a nuestro lado.

-¿Puedo unirme?- dice, burlona. Yo parpadeo y pongo la cabeza sobre el hombro de Thiel, sabiendo lo que se avecina.

-¿Siempre tienes que romper los buenos momentos?

-Los tuyos, sí. Te libraste el día que perdiste la virginidad no estaba, si no habría entrado en tu cuarto con un megáfono, dándote ánimos.

-Eres... lo peor- al saber que se iban a enzarzar en una de sus estúpidas riñas. Y lloro de nuevo.- ¡La has hecho llorar!

-¿¿YO?! ¡Y tú qué!- grita ella. Y me río. Sus chillidos, sus insultos, todo tan familiar y a la vez tan diferente.

-¿Hada?

-Os he extrañado.

-Y nosotros.

Escucho unos pasos y una tos. Giro la cabeza, alarmada, cuando veo. Suspiro. Es un espejo. Espera. Está vestido con ropa de calle. Y es un...

-Hada, te queremos presentar a alguien- Thiel se levanta, yo sigo allí, pasmada, mirándole. Mi marido se coloca detrás del chico (porque... es un chico, ¿No?) y le da un pequeño empujón hacia mí.- Vamos, Luciel. Preséntate.

-Eh...- farfulla.

-Es tu hermano- me dice Zop. ¿Mi... hermano? Esas palabras hacen eco en mi cabeza mientras el chico se acerca con paso vacilante hasta que se queda a un palmo de distancia, casi puedo tocarlo.

-S-sé que n-no s-sabes quién soy, p-pero... no me odies por ha-haber estado en t-tu lugar- me mantengo en silencio mientras le repaso de arriba a abajo.- Me iré si e-eso es lo que quier...

No le dejo continuar, a pesar de la quemazón que siento, le atraigo hacia mí y le doy un abrazo.

No me dejes caer (Gate to hell #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora