Parte sin título 15

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Regina se consumía de impaciencia esperando el regreso de Emma. Se había puesto a arreglar la celda, haciendo la cama de la rubia y colocando los libros en la mesa por orden alfabético. Le hubiera gustado tener algunas velas para dar un toque romántico a la celda, pero no estaba autorizada a usarlas. Una vez que todo estuvo impecable, la morena se instaló en su cama y se pudo a hojear una de las revistas que su padre le había traído. No podía concentrase en lo que leía ya que no dejaba de pensar en la velada que había previsto para ella y para Emma. Al cabo de media hora, la puerta de la celda se abrió finalmente y la rubia entró

«¡Emma!»

Sin demorar un segundo, Regina se precipitó sobre los labios de su compañera. El beso se hizo rápidamente apasionado y pronto las dos acabaron sobre la cama de la morena

«¡Wow, qué recibimiento!» dijo la rubia riendo

«Y todavía no has visto nada» susurró Regina en la oreja de su compañera

«Humm...¿Me tienes reservada una sorpresa?»

«Podría ser»

Emma hundió su mirada en los ojos marrones de su compañera de celda y le acarició tiernamente la mejilla

«Solo hemos estado separadas una noche y fue como si me hubiesen arrancado una parte de mi corazón»

Regina se sonrojó

«Me pasó lo mismo, ¡creí volverme loca aquí sin ti! Te amo tanto»

«Yo también te amo»

La rubia inició un nuevo beso que rápidamente pasó a ser apasionado. Sin querer esperar más, Regina deslizó sus manos bajo la camisa de Emma para acariciarle el vientre. Subió a continuación hacia sus pechos y los masajeó sensualmente, lo que hizo gemir a la joven. La morena entonces le quitó la parte de arriba y el sujetador antes de mandarlos al otro lado de la celda. Emma hizo lo mismo con la de la morena y se encontraron las dos medio desnudas. La rubia tomó uno de los pechos de Regina en su boca mientras que su mano descendió directamente hacia el pantalón de la morena, que exclamó de sorpresa

«¿Tenemos prisa, señorita Swan?»

«Oh, sí...Quiero tocarte, Regina»

«Yo también quiero que me toques, pero no en seguida»

La joven miró incrédula a su compañera. Regina, por su parte, se divertía al ver el desasosiego de la rubia.

«Te he dicho que tengo una sorpresa para ti»

«Sí, me acuerdo, ¿qué es?»

Regina se separó despacio de Emma y se inclinó para coger algo de debajo de la cama. Cuando la rubia vio el objeto que la morena tenía en las manos, abrió los ojos de par en par

«¿Cómo has conseguido esa cosa? ¡No me digas que se lo has pedido a tu padre!»

La joven se echó a reír

«¡Estás loca! Le habría dado un infarto si le pido tal cosa»

«¿Entonces a quién?»

«Al director» dijo orgullosamente

Emma no sabía si debía reír o llorar

«¿Le has pedido un arnés a Gold?»

Regina asintió sonriendo

«Pero, ¡él te detesta!»

«Lo sé, pero he hecho un trato con él»

«¿Qué tipo de trato?» preguntó Emma, escéptica

RenacimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora