Parte sin título 44

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«¡Regina, levántate!»

La morena gruñó, todavía tenía los ojos pesados y tenía ganas de dormir un poco más. Hundió la cabeza en su delgada almohada para escapar de la voz estridente de su amiga. Ariel se subió a la cama de la joven y puso lo pies, uno a cada lado del cuerpo de Regina. Dio pequeños saltos para hacer moverse a la morena

«¡Levanta! Hoy es el gran día, finalmente vas a salir y estar con Emma»

Esas palabras fueron como un electroshock para Regina que salió de la cama y se puso a saltar por la celda como una niña.

«¡Voy a verla! Voy a poder estrecharla en mis brazos y dormir con ella»

«Sí, y asistir al nacimiento de vuestro hijo» añadió la pelirroja

Regina se acercó a abrazar a su compañera

«Estoy tan contenta, no veo la hora»

«¿A qué hora sales exactamente?»

«Sobre las cinco. Ven, voy a tomar una ducha antes de que se acabe el agua caliente»

La morena dio unos golpes secos en la puerta y llamó al guardia. David abrió algunos minutos más tarde.

«Buenos días chicas» dijo sonriendo

«Hola» dijo Ariel

«Entonces, Regina ¿feliz?»

«Sí, y sobre todo excitada ante la idea de ver a Emma»

«Estoy seguro de que ella también estará comiéndose las uñas»

Las dos presas se echaron a reír imaginándose a la rubia en tal estado. Regina pidió al joven que las acompañara a los baños. Desde el día de la agresión, Regina tenía un estremecimiento al entrar en la estancia. Ariel puso una mano en su espalda para reconfortarla.

«¿Todo bien?»

«Sí» dijo la morena, ¿te...quedas conmigo?»

«No te preocupes, yo vigilo, puedes ducharte tranquila»

«Gracias»

Regina se metió en la cabina de la ducha y tuvo la precaución de cerrarla con el cerrojo. Ariel se apoyó en la puerta y miró hacia los alrededores. Nadie a la vista. Cinco minutos más tarde, Aurora entró en los baños y sonrió al ver a su amante

«Buenos días, preciosa pelirroja» dijo con una pícara sonrisa en los labios

«Hola, femme fatale» dijo Ariel con voz suave

Se miraron un momento antes de que Aurora se lanzara a los labios de Ariel que no pudo evitar gemir de placer al sentir la lengua de la joven acariciar la suya. Aurora estampó a la pelirroja contra la puerta con un ruido sordo.

«¿Ariel? ¿Todo bien? He escuchado un ruido extraño» dijo Regina inquieta

Ella no había escuchado que Aurora había entrado a causa del agua corriendo por su cara. Al no tener respuesta, Regina cerró el grifo y se enrolló deprisa en una toalla. Cuando abrió la puerta, vio a su compañera

«¿Qué...»

Regina no pudo acabar la frase al ver a Aurora arrodillada y el pantalón de Ariel en el suelo.

«¡No es posible! Verdaderamente sois unas guarras»

La morena empujó a su amiga para salir e ir a vestirse

«Como si tú y Emma fuerais unas santas» replicó Aurora sonriendo

Regina ignoró las palabras de la joven mientras que Ariel se volvía a poner sus pantalones tan rápido como le era posible.

RenacimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora