Parte sin título 35

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«Hum...¡Sí!»

Regina aceleró los movimientos sobre su intimidad. Sentía que no tardaría en alcanzar el orgasmo y tuvo que poner la mano sobre la puerta de los baños para no caer al suelo ya que sus piernas casi no la sostenían. Emitió un largo gemido de placer cuando sintió el orgasmo apoderarse de ella. Después de recobrar el sentido, se sentó en la taza para retomar aliento. Salió y se lavó las manos en el lavabo, y se pasó un poco de agua fría por el rostro. La morena se miró en el espejo y recordó lo que había pasado con Milah. Casi había sucumbido y solo por eso, sentía asco de sí misma. Menos mal que había podido huir antes de que se produjera lo peor. Regina escuchó un ruido y giró la cabeza hacia la puerta. David entró corriendo, asfixiado,

«Por el amor de Dios, Regina, ¡te he buscado por todos lados! Fui a tu celda y Milah me dijo que habías salido»

La joven sintió que el corazón se le paraba ante la evocación del nombre de su compañera de celda.

«¿Todo bien?» preguntó el guardia, apoyando una mano en la espalda de la presa.

«No, en absoluto. ¡Ya no puedo más con Milah! Yo...me gustaría que fuera transferida a otra celda, por favor, David»

«Cálmate, voy a hablar con Booth, ¿de acuerdo?»

«Gracias»

Regina se secó las lágrimas y colocó en su lugar un mechón de pelo. El joven le sonrió

«Tienes visita»

«¿Es Emma?»

«Sin duda»

Ella hizo un ligero movimiento de cabeza y siguió a David hasta el locutorio. Antes de entrar, se giró hacia el guardia

«¿Cómo estoy?»

«Tienes mala cara, pero de todas maneras, estás guapa»

«¿No estará intentado ligar conmigo, señor Nolan»

David enrojeció y viró la mirada, apurado

«Heu...Bueno...no»

Regina se echó a reír, feliz de su pequeño efecto. Le guiñó un ojo al hombre antes de entrar en la sala y dirigirse hacia su compañera. Emma estaba radiante, sonreía y sus ojos brillaban de alegría al ver a la morena. Se abrazaron y se besaron ante de sentarse

«¿Cómo estás?» preguntó la rubia

«Bien»

Regina tenía una sonrisa crispada, no quería inquietar a su novia con los problemas que tenía con su compañera de celda.

«Tienes mala cara»

«Sí, lo sé, pero no te preocupes, todo está bien. ¿Y tú? ¿Alguna noticia nueva?»

Emma le dedicó una gran sonrisa

«¡Tu padre es genial! Esta mañana ha traído botes de pintura para transformar la habitación de invitados en una habitación para nuestro hijo»

«¡Oh, eso es una gran idea!» se entusiasmó la morena

«¡Sí! Desmontamos los muebles y pintamos las paredes de azul, ya verás qué bonito. Cuando la habitación esté acabada, le sacaré fotos para que la veas»

«Gracias»

Regina perdió de repente la sonrisa, le habría gustado estar con Emma para hacer todas esas cosas con ella.

«Hey...¿en qué piensas?»

«En nada, solo pensaba que me gustaría estar contigo, fuera»

«Oh, cariño, a mí también»

RenacimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora