Parte sin título 43

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El juez White salió de la sala. La atmósfera se relajó inmediatamente y Emma aprovechó para acercarse a su compañera, empujando al abogado para que la dejase pasar.

«Oh, mi amor, te amo» dijo ella tomando el rostro de la morena entre sus manos para besarla apasionadamente

«Ya vuelvo, voy al baño» dijo Killian

Las dos jóvenes no le prestaron atención y Emma continuó

«¿Has visto cómo Killian lo ha desmontado todo? ¡Eso es bueno para nosotras!»

«Killian, ¿eh?»

Regina miró a su novia con gesto sospechoso

«Tengo algo que preguntarte y me gustaría que me respondieras sinceramente»

«Te escucho»

«¿Ha habido algo entre mi abogado y tú?»

La rubia se quedó bloqueada ante la cuestión de Regina

«¿Por qué preguntas eso?»

«He visto la mirada que te lanzó antes y el gesto contrariado que tenías tú»

«Ah... bueno, de hecho me invitó a cenar el otro día»

«¿Qué?» se enfadó la morena

«Regina, cálmate. Ok, intentó seducirme, pero le hice comprender rápidamente que no tenía ninguna posibilidad conmigo y que eres tú a quien amo»

«¡Qué hijo de...! Va a ver este lo que es bueno»

Emma puso sus manos sobre los hombros de su mujer

«No hagas ninguna tontería, él es el único que puede sacarte de ese agujero. Por favor, deja tu orgullo de lado por un momento»

Regina suspiró, impotente ante las palabras de la rubia

«¿Emma?» dijo

«¿Sí?»

«¡Eres mía y únicamente mía!»

La joven sonrió, conmovida y orgullosa, tomó la mano de Regina y se la llevó a los labios para besarla

«Oh, eso es indudable, bebé»

«¿Bebé?» dijo la morena frunciendo el ceño

«Sí, creo que te va muy bien»

«Deja de decir estupideces y bésame, el juicio va a recomenzar»

Emma se echó a reír y así lo hizo antes de volver a su sitio. Jones entró en la sala.

«¿Todo bien?» pregunto a su cliente

Regina le ofreció su sonrisa más hipócrita

«Oh, sí»

Killian le devolvió la sonrisa y en ese momento la morena lo agarró por el cuello de la camisa para atraerlo hacia ella

«Si intenta una vez más ligarse a MI mujer, le cortó la otra mano, ¿está claro?» dijo ella con un tono amenazante que no dejaba lugar a ninguna broma.

«Heu...sí»

Ella lo soltó y el abogado se recompuso la ropa, con una sonrisa crispada en los labios.

«¿Señor Jones?»

«¿Sí, Regina?»

«Gracias por todo lo que está haciendo por mí»

Él la miró asombrado e hizo un ligero movimiento de cabeza

«De nada, es mi trabajo»

Una puerta se abrió y el juez entró de nuevo. El silencio reinó en la sala hasta que este se sentó.

RenacimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora