Parte sin título 17

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Tres meses más tarde, Emma se encontraba en la enfermería con Mary Margaret

«Pero, ¿qué está haciendo? ¡Debería estar aquí desde hace 10 minutos!»

«Llegará de un momento a otro, estoy segura» dijo la enfermera para tranquilizarla

La rubia se cruzó de brazos y resopló

«Es un día importante, vamos a saber finalmente el sexo del bebé. ¡Normalmente ella nunca llega tarde! Me va a escuchar, ya verás»

La pequeña morena sonrió ante la actitud infantil de la joven. Algunos minutos más tarde, Regina entró corriendo en la sala

«Emma, perdóname que llegue tarde, tenía lagunas cosillas que resolver»

«¿Es que esas cosillas son más importantes que yo?»

«Por supuesto que no»

«Entonces, ¿por qué no has llegado a su hora?»

«Heu...yo...»

«¿Y dónde estabas?»

La joven no sabía qué decir en su defensa sin arriesgarse a desvelar sus proyectos a su compañera. Lanzó una mirada desesperada a la enfermera

«Emma, cálmate, lo importante es que ya está aquí. Súbete la camisa para que pueda ponerte el gel»

La rubia miró a Regina con mirada sospechosa antes de hacer lo que la enfermera que le pedía. Mary Margaret aplicó el gel suavemente sobre el vientre de Emma y aplicó la sonda. Regina se acercó a su compañera y no pudo evitar cogerle la mano cuando vio aparecer el bebé en la pantalla. Emma estaba emocionada e impaciente por conocer el sexo de su hijo.

«Tiene todo lo que hay que tener, y donde hay que tenerlo. Mirad, podéis ver, sus dos ojos, su nariz, su boca, dos brazos, dos piernas y...»

«¿Ya puedes ver el sexo?» preguntó la rubia que ya no aguantaba más

Mary Margaret se inclinó hacia la pequeña tele y sonrió

«No hay ninguna duda de que vas a tener un varoncito. ¡Felicidades!»

«¿Un...niño?»

Emma estaba conmocionada, todavía no se creía que iba a ser mamá en poco tiempo. Tenía lágrimas en sus ojos y cuando se giró hacia su compañera, vio que también ella tenía los ojos llorosos

«Vamos a tener un niño» dijo la rubia sonriendo

«Sí, nuestro hijo, Emma» dijo dulcemente Regina antes de posar delicadamente sus labios sobre los de su compañera

«¡Estoy tan feliz! Estoy ansiosa de poder tenerlo en mis brazos y de que le busquemos un nombre»

La morena se echó a reír ante la impaciencia y la alegría de Emma. Mary Margaret propuso imprimir dos fotos, una para cada una. Aceptaron con alegría antes de abandonar la sala, más enamoradas y felices que nunca.

Por la noche, todo estaba en calma en la prisión. Emma y Regina estaban echadas en sus camas y hablaban sobre el nombre del bebé

«¿Qué te parece Bryan?» preguntó Emma

«No me gusta mucho» parece muy de telenovela

«¿Ah? ¡Yo creo que no! Bueno, ¿y Dylan?»

Regina puso los ojos en blanco, exasperada

«Es lo mismo Emma. Y además es un nombre corriente, ¿no querrías algo más original?»

«Entonces, ¿qué? Venga, propón»

RenacimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora