Parte sin título 28

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Al día siguiente, a comienzos de la tarde, Emma se dirigió a la prisión para ver a Regina. Le hacía gracia encontrarse al otro lado de la barrera. Ella llegó y pidió ver a la morena. Le dieron un pase de visitante y siguió al guardia hasta el locutorio. Se sentó y esperó pacientemente a que le trajeran a su compañera. La rubia tenía el corazón desbocado ante la idea de ver a Regina. Al cabo de algunos minutos, que se hicieron interminables para Emma, la morena entró en la sala. La joven pudo percibir el cansancio de Regina. Sin duda había pasado la noche llorando. Ella se levantó y se precipitó en los brazos de su novia, besándola ante todo el mundo. Una de las funcionarias las llamó al orden y se sentaron una frente a la otra. Emma tomó la mano de su compañera entre las suyas.

«¿Cómo estás?» preguntó la rubia

«Bien»

«Miente muy mal, señorita Mills»

Regina bajó la mirada esbozando una sonrisa

«He dormido mal sin sus brazos, señorita Swan. ¿Encontró mi cama confortable?»

«Sí, pero me hubiera gustado que tú estuvieras en ella también»

«Lo sé»

Emma miró a la morena, una ligera sonrisa en sus labios

«Estás magnífica»

«No digas tonterías, tengo una cara horrible» dijo la morena

«¡No! Eres la mujer más bonita que yo nunca haya visto»

«Bah»

La rubia acarició dulcemente el dorso de la mano de Regina

«Bien entones, ¿me explicas?»

«¿Explicar qué?» dijo la morena, intrigada

Emma se inclinó y susurró

«¿Eres virgen o no?»

Regina puso los ojos en blanco y miró alrededor de ella para ver que nadie hubiese escuchado las palabras de su compañera

«No, Emma, no soy virgen»

«¡Oh!»

«¿Por qué te asombras?»

«Bueno, no sé, nunca me has hablado de tu vida sentimental»

«¿Crees verdaderamente que este es el momento?»

«Sí, me gustaría saber»

La morena suspiró ante la determinación de su futura mujer

«Muy bien» cedió «él se llamaba Daniel, era un chico que había conocido en la escuela»

Emma se sintió aliviada al ver que Regina finalmente le hablaba de ese misterioso chico. Sin embargo, ella no mencionó que ya estaba al corriente de la existencia de Daniel.

«¿Es él el de la foto de tu mesa de noche?»

La joven pareció sorprendida, pero asintió

«¿Puedo tirarla?»

«Hmm, ¿celosa?»

«No, pero, bueno, es el pasado, no vas a guardar esa foto eternamente»

«En efecto, puedes tirarla»

«Haré un montaje, mantendré tu cabeza y pegaré la mía al lado»

Regina se echó a reír haciendo que el resto de la sala se girara hacia ellas. Emma se contuvo la risa para no enconar más la situación.

RenacimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora