Parte sin título 22

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A primeras horas de la tarde, Regina decidió llamar a su padre. Descolgó el teléfono, tecleó el número y esperó a que él contestara. Emma, por su parte, estaba pegada a la pared, mirando a su compañera. Al cabo de interminables segundos, la voz de Henry se oyó al otro lado

«¿Diga?»

«Hola, soy yo»

«Buenos días, cariño, ¿cómo estás?»

«Estoy bien, ¿y tú?»

«Yo también. Pero, ¿estás segura? Tienes una voz extraña»

«Solo estoy un poco cansada. He pasado una mala noche»

«¡Oh! ¿Problemas? ¿Es Emma? ¿Ha rechazado tu oferta de matrimonio?»

Al escuchar el nombre de la rubia, Regina elevó la mirada hacia su compañera con una sonrisa en los labios

«No, ella ha aceptado»

«¡Oh, pero es genial! Felicidades a las dos» dijo Henry con voz alegre

«Gracias. ¡Le encantó el anillo!»

«Bien. Y ahora, dime qué pasa»

La morena dudó, ¿debía contarle el calvario que había vivido la víspera en los baños?

«Necesito tu ayuda para ver al jefe de la prisión, un tal August Booth. Sé que tienes muchos contactos y que eres conocido en el ciudad»

«Sí, de acuerdo, pero ¿por qué no se lo pides al director de la prisión, sería más sencillo, no crees?»

«Sí, tienes razón, pero sabes hasta qué punto me odia y además, me gustaría hablar de él con August»

«¿Qué te ha hecho?» preguntó Henry con inquietud

«Nada» se apresuró a responder la morena

«Regina...Te conozco y presiento que algo no está bien»

La joven sintió formarse un nudo en su garganta y fue incapaz de responder a su padre. Dejo caer el teléfono y comenzó a llorar. Sin perder un segundo, Emma la tomó en sus brazos para consolarla. La besó tiernamente antes de coger el aparato

«Hola, Henry, soy Emma»

«¿Cómo está mi hija?»

«Va a estar bien, no se preocupe. Yo la cuido. ¿Está de acuerdo en concertarnos esa cita con el señor Booth?»

«Sí, sin problemas, haré lo necesario»

«Gracias, y sobre todo dígale que cuando convoque a Regina en su despacho no lo haga a través de Gold»

«De acuerdo. Cuide a mi hija, cuídese usted y al bebé, Emma. Hasta pronto»

«Adiós Henry»

La rubia colgó y se arrodilló con dificultad para estar cara a cara con su compañera que se dejó deslizar hasta el suelo, la cabeza apoyada en la pared.

«¿Estas bien?» preguntó dulcemente Emma

La morena asintió y secó sus lágrimas con el dorso de la mano

«No podía decirle que...»

«Lo sé y lo comprendo. Es tu padre, quieres protegerlo»

«Él no se imagina lo que estoy viviendo en este lugar. Menos mal que tú estás aquí»

Emma sonrió y se inclinó para besar a su prometida

«Ven, vamos a tomar el aire, nos hará bien»

RenacimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora