Parte sin título 34

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Regina salió en tromba de la prisión y recorrió el patio con la mirada buscando a su amiga. Ella no estaba allí. Resopló de frustración, ¿dónde podía estar la pelirroja? La morena había ido a buscarla a su celda y al refectorio, pero no había encontrado la menor huella de Ariel. La mirada de Regina se posó sobre Ashley que estaba sentada en uno de los bancos. Se dirigió hacia la rubia con paso decidido.

«¿Sabes dónde se encuentra Ariel?»

«No, no lo sé y aunque lo supiese, no te lo diría» respondió la presa con una fría voz

Regina agarró a la rubia por el brazo y pegó contra la pared

«Escúchame bien, rubia sin cerebro. Yo no he olvidado lo que hiciste. ¡Si fuera tú dejaría de comportarme como una idiota conmigo antes de que esto acabe muy mal para ti!»

Ashley gimió de dolor intentando zafarse de la morena. Regina la soltó bruscamente antes de dar media vuelta y entrar en el edificio. Decidió ir hacia los baños, quizás encontraría a la pelirroja allí. Algunos minutos más tarde, Regina entró en los baños y se quedó parada ante la escena que se desarrollaba ante ella. Ariel estaba sentada sobre uno de los lavabos, la parte de arriba de la ropa levantada, dejando sus pechos, excitados por el placer, bien visibles. La pelirroja tenía la cabeza apoyada contra la pared, mientras que Aurora se encontraba entre sus piernas, y con una mano pellizcaba el pezón derecho de la joven. Regina descendió su mirada y vio cómo la mano de Aurora acariciaba la intimidad de Ariel. Esta gemía ruidosamente agarrándose como podía a su amante. Aurora atacó el otro pecho antes de besar todo el resto del cuerpo de la pelirroja, lamiendo su ombligo antes de continuar su exploración y de poner su boca sobre el sexo brillante por la excitación de Ariel, después de haber lanzado por el aire el pantalón y las braguitas de la presa. Regina era incapaz de hacer un movimiento, se mordió el labio para no gemir ante esa visión mucho más que erótica. La pelirroja ya no gemía, estaba prácticamente gritando. Le suplicaba a Aurora para que fuera más rápido cuando esta introdujo dos dedos en ella y comenzó un rápido movimiento de penetración. Ariel agarraba los cabellos de la joven para mantener su cabeza entre sus muslos. Ella cerraba los ojos, disfrutando de las sensaciones que recorrían su cuerpo, nunca había sentido tanto placer haciendo el amor. La pelirroja giró la cabeza hacia la izquierda y abrió los ojos. Se cruzó con la mirada de Regina.

«Aaaaahhhh...Re...gi...na» dijo ella sintiendo cómo el orgasmo se apoderaba de ella.

Aurora se detuvo en seco y miró a la joven, intrigada

«¿Regina?»

Ella giró entonces la cabeza para ver lo que Ariel observaba con gesto incómodo y vio que la morena las estaba mirando. No se sorprendió y se levantó despacio, colocando su camisa en su lugar. Aurora se separó de su amante y se dirigió a la salida. Se paró a la altura de Regina y se limpió la boca de forma pícara

«¿Tu turno, querida?»

La morena la fusiló con la mirada

«En tus sueños, Aurora»

La presa se encogió de hombros

«¡Una pena!»

Abandonó los baños sin mirar atrás. Regina se dirigió hacia su amiga, con el rostro deformado por la cólera

«Pero, ¿qué estás haciendo?»

«Me visto» dijo Ariel mientras se ponía el pantalón

«No me tomes por una idiota, ¿de acuerdo? ¿Qué tramas con esa chica?»

«Yo estaba en el baño y cuando salí, ella estaba ahí, y de repente, me encontré sentada sobre el lavabo. No entendí lo que me pasaba, pero ¡fue increíblemente bueno! Tengo ganas de volver a hacerlo»

RenacimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora