Parte sin título 16

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El día del encuentro con el padre de Regina había llegado y Emma no podía evitar ponerse nerviosa ante la idea de conocer a su suegro. No dejaba de hacerse un montón de preguntas. No se acordaba de haber estado nunca tan nerviosa por nada, salvo quizás la primera ecografía que le habían hecho. Regina, que leía un libro, veía a su compañera ir de un lado a otro en la celda, esperando la hora fatídica.

«Cálmate, Emma, todo va a ir bien»

«¿Y si no le gusto, eh?»

«¡Le gustarás! Y aunque ese fuera el caso, no pasa nada, no te dejaré porque él no te quiera, ¿de acuerdo?»

«Vale...»

La rubia intentó sonreír, pero ella de repente sintió ganas de vomitar todo su desayuno.

«¡Tengo demasiado miedo!»

Regina dejó su libro y se levantó para reconfortar a su amante

«¿Qué puedo hacer para tranquilizarte?»

«¡Un beso!»

La morena se echó a reír, pero así lo hizo. El beso fue casto y tierno, pero pronto, Emma quiso más y pasó su lengua para pedir el acceso. Regina abrió la boca y una danza de lo más deliciosa comenzó. La rubia gimió y pasó sus manos por debajo de la camisa de su compañera. En ese momento, se oyeron golpes en la puerta, poniendo fin al intercambio entre las dos mujeres.

«Emma, alguien pide verte en el locutorio» dijo David

«Lo sé, tengo una cita»

«Dale un beso de mi parte» dijo Regina antes que la rubia saliera de la celda

«Sí, no te preocupes»

Ella besó una última vez a su compañera y cerró la puerta tras ella. David la condujo hasta el locutorio.

«Entonces, Emma, vas a conocer al suegro», se burla el guardia

«¡Cállate, por favor, si no quieres que te vomite encima!»

«¡Oh...Ok! Ya hemos llegado. Es el señor de los cabellos grises del fondo»

«De acuerdo, gracias»

La rubia cogió aire para darse valor y avanzó sonriendo hacia su suegro

«Buenos días, señor Mills, soy Emma Swan, encantado de conocerlo»

Ella le tendió la mano que él estrechó calurosamente

«Buenos días, Emma, yo también estoy contento, pero por favor, llámame Henry»

«De acuerdo, Henry»

Se sentaron los dos en las sillas

«Entonces, ¿cómo está?» preguntó el padre de Regina

«Bien, a pesar del hecho de que estoy encerrada aquí»

Regina me ha dicho que está en prisión por culpa de su ex novio.

«Sí, Neal. Me tendió una trampa»

«Lo sé» dijo él con un tono desolado

«Pero me alegra que sepa que yo no tuve nada que ver en esa historia»

«Tiene que saber que aunque fuera culpable, eso no cambiaría nada ya que usted hace feliz a mi hija»

La rubia sonrió y se sonrojó

«Ella también me hace feliz»

«Mucho mejor, estoy contento por las dos. Y además, yo no soy como su madre, nunca le impediría vivir su vida como ella quisiera. Sé cuánto sufrió a causa de la historia de Daniel»

RenacimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora