Made in the USA

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Lo conocí en un cuatro de Julio. Los McGreen, siempre hacían una fiesta en su granero e invitaban a todo el pueblo. Este año, la fiesta era más grande de lo normal, Matthew McGreen, mi mejor amigo de toda la vida, había vuelto de su servicio militar. Estaba tan feliz de ver a mi amigo.

— ¡Jean!

Me giré y vi a mi mejor amigo corriendo hacia mí.

— ¡Matt!

Me tomo entre sus brazos y me hizo girar. Ambos reíamos y nos abrazamos.

—Te extrañe tanto, enana.

Le di un golpe en su brazo.

—No me digas enana, crecí dos centímetros desde la última vez que te vi. También te extrañe.

—Ven—tomo mi mano tirando de ella suavemente—quiero que conozcas a alguien.

Me llevo al otro lado de la pisa y ahí lo vi. Su cabello estilo militar cubierto por un sombrero de vaquero, alto y una enorme sonrisa que te hacía temblar.

— ¡Thomas!

Sus ojos se posaron en nosotros y de pronto, me sentí hechizada por aquellos ojos azules. Mi corazón latió a millón, como nunca.

—Amigo, ella es la chica de la que te hable. Jean, mi mejor amiga.

Matt me presentó con orgullo, mientras aquel chico no dejaba de verme.

—Tom Hiddleston. Un placer conocer al fin a la misteriosa Jean—aquel chico estiro su mano para estrechar la mía y sentí que un escalofrío me recorría—aunque debo de decir que, las fotos que tiene Matt no te hacen justicia.

Solo murmuré un "gracias", mientras mis mejillas ardían.

Pase aquella noche conociendo a Thomas. Era un hombre demasiado dulce, caballeroso, divertido y amable. Él pasaría sus vacaciones en la casa de Matt. Aquella primera semana de Julio, Matt, Alissa (su novia), Tom y yo, teníamos una doble cita. Tom y yo, nos dimos cuenta de las intenciones de Matt en emparejarnos, pero a pesar de sentirnos atraídos el uno por el otro, no quisimos apresurar nada.

Aún recuerdo la noche en la que nos dimos nuestro primer beso. Ambos estábamos cansados y harto de Matt intentado emparejarnos, así que a pesar de que él nos llevó a la fuerza a la ferie del pueblo. Tom y yo nos las ingeniamos para escaparnos de él. Subimos a la rueda de la fortuna. Ambos estábamos en la cima de la rueda, podíamos ver el parque y el hermoso paisaje del pueblo.

— ¿Cuánto tiempo más te vas a quedar?

Mi voz fue un suave murmullo, me voltee a ver a Tom y sus ojos azules brillaron ante la hermosa noche. Él aparto un mecho rebelde de mi rostro y al mismo tiempo acaricio mi mejilla.

—Hasta que a Matt y a mí nos vuelvan a llamar.

—Entonces, creo que tienes que disfrutar el tiempo que te quede.

La sonrisa de Tom fue tan amplia, que podía jurar que opaco el brillo de las estrellas.

—Tienes razón, debo disfrutar.

Sin decir más, se inclinó y me besó, como nunca antes nadie en la vida me había besado.

Aquel verano fue maravilloso, como ningún otro verano. Pero entonces, todo acabo. Matt y Thomas fueron llamados para regresar. A mí se me partía el corazón al ver a Tom partir. Nos habíamos enamorado, como nunca. A pesar de los problemas que tuve con mis padres, para que aceptaran nuestra relación. Incluso me fui de la casa para vivir con Tom en una pequeña casa de madera. Pero aquella pequeña casa era nuestro paraíso.

Tom estaba guardando su ropa en su maleta, mientras yo lo veía recargada en el marco de la puerta. Cerró la bolsa y se la coloco sobre el hombro. Ambos sonreímos con tristeza. Acarició mi mejilla con dulzura, mientras yo luchaba contra las lágrimas.

—No llores—besó suavemente mis labios—no importa que tan lejos vaya, tú y to siempre estaremos juntos.

Me eche a sus brazos, lo rodee con los míos por el cuello y lo abrace con fuerza.

—Te amo.

—Te amo.

Besó mis labios una vez más. Salimos de la casa, hecho la bolsa en el auto y lo vi marcharse. En mi corazón se quedó el miedo de que tal vez nunca lo volvería ver.

Tom y yo nos mandábamos cartas, mientras él estaba en Afganistán. Cada quince días siempre recibía una carta de él, donde me contaba lo que pasaba, lo mucho que me extrañaba y las tonterías que hacía Matt. Igualmente yo le mandaba cartas.

Los meses pasaron demasiado rápido, no vi a Tom, por un largo tiempo. Estábamos a pocas semanas del cuatro de julio. Extrañaba demasiado a Tom, no importaba a donde iba o donde veía, él siempre estaba ahí. Sus recuerdos inundaban toda mi habitación e incluso en mi pequeña ciudad. Incluso la lluvia me recordaba a él, esos bailes y besos que nos dimos. Una carta de Tom llego ese día, corrí al buzón y abrí la carta con desesperación.

Querida, Jean

William Shakespeare dijo una vez: "El tiempo es muy lento para los que esperan, muy rápido para los que temen, muy largo para los que sufren, muy corto para los que gozan; pero para quienes aman, el tiempo es ETERNIDAD".

Cuánta razón tiene, mientras espero volver a verte, el tiempo se me hace demasiado lento, pero que se te veré pronto te veré y tendremos la eternidad para estar juntos.

Sé que te has de preguntar cuando nos volveremos a ver. Jean, estamos por terminar una misión, es un tanto arriesgada, sabes que no puedo darte muchos detalles, pero es peligrosa. Pero las ganas de volverte a ver sé que me mantendrán con vida.

Aproximadamente llegaré una semana antes del cuatro de Julio. Muero por volverte a ver.

Con amor:

Thomas.

Suspiré y abracé la carta pegándola a mi pecho. Solo tenía que esperar poco para volverlo a ver.

Los días y las semanas pasaron y... no había noticias sobre Tom, Matt o su batallón. Hace días que debieron de haber llegado y estar en sus casas, pero nada. El ejército los daba perdidos en acción.

Mi corazón me dolía con cada día que pasaba, no podía ser verdad. Tom no estaba muerto, me negaba a creer eso. Era el cuatro de julio, podía escuchar como los fuegos artificiales explotaban, al igual que mi corazón. Tom... por favor, vuelve amor mío, vuelve a mí, vuelve a mis brazos. Me abrace con fuerza de mi almohada y comencé a llorar, sentía un enorme vacío y rezaba al cielo porque él estuviera bien.

Escuché unos pasos, de seguro sería Alissa que insistía en que fuera a la fiesta de los papás de Matt, pero no estaba de humor.

—De verdad, Alissa, no quiero ir a la fiesta.

—Entonces, ¿me dejaras ir solo?

No podía ser verdad... no. Levante mi rostro y ahí lo vi, parado frente a la puerta. Me levante de un salto y corrí a abrazarlo con fuerza. Llene su rostro de besos y cuando me calmé, aprecie lo guapo que se veía en su traje.

—Pero... ¿Cómo?

—Nunca nos vamos a separar.

—Te amo.

Tom Hiddleston: One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora