Mi Vecino

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Una nueva ciudad.

Un nuevo inicio.

Es en lo único que puedo pensar al bajar del taxi. El amable conductor me entregó mis maletas y le pagué por el traslado.

No puedo dejar de ver el apartamento con demasiada ilusión. Apenas y puedo contener un grito de emoción, pero es que mi mente ya ha empezado a trabajar a toda velocidad haciendo planes y proyectos para este nuevo departamento y para mi nueva vida en Londres.

Primer día en la hermosa ciudad de Londres.

Tomé mi maleta por la agarradera y la hice rodar hasta el camino que llevaba a la entrada de mi departamento. A mi izquierda había una abertura la cual tenía un pasillo que llevaba a la escalera con mi vecino de la segunda planta.

El departamento que ahora era mío, se había desocupado hace dos semanas. Estaba de suerte. Aunque sinceramente hubiera querido tener el departamento de la planta alta. La vista hacia el Big Ben debía ser espectacular. Pero no iba a ponerme remilgosa justo ahora. Tenía un lugar para vivir en la ciudad que llevaba soñando desde hace unos años y era mejor de lo que había pensado.

Entre con una enorme sonrisa a mi nuevo departamento.

Aquí empezaba una nueva aventura.

Había terminado de desempacar. Mi laptop descansaba sobre mi nueva cama que tenía las sabanas que me había traído de mi casa. Esto sería solo por un par de días, cuando me acostumbrara a mi nuevo ritmo en la ciudad me compraría nuevas sabanas. Además, no me gustaría tener la visita de algún chico guapo y que viera mis sabanas de Barbie. ¿Qué estaba pensando cuando me las traje?

Me senté en la cama y encendí mi laptop para hablar con mis padres en Skype. Se habían quedado muy preocupados por mí y como me iba a tomar el cambio horario y el cambio de ciudad. Cambios, cambios, cambios. Ellos no sabían que eso era justo lo que necesitaba después de lo que me había pasado. El pase a Londres había sido como un regalo caído del cielo.

Busqué la conexión a internet. Según la mujer que me rentó el departamento dijo que compartía el wi-fi con mi vecino y ambos deberíamos dividirnos la cuenta de teléfono que incluía el servicio de internet.

Solté un jadeo al leer el nombre que llevaba el wi-fi.

Inglés Fogoso.

Esto debía ser una maldita broma. ¿Mi vecino es un maldito pervertido? ¿Cuáles eran sus intenciones al ponerle tal nombre al modem? Suspiré con pesadez. Había rogado con tener un vecino normal, de preferencia una mujer para tener una nueva mejor amiga, ya que la mía me había bajado el novio.

Me pasé una mano por la cara. No importa. Lo único que necesito es el maldito internet sin importar como se llame la fuente.

Bufé.

No importaba cuantas veces leyera el nombre, era demasiado asqueroso.

Aun no conocía a mi vecino y ya lo estaba odiando.

Zaz, Zaz, Zaz, Zaz.

A las 3:00 de la madruga me despierta el constante golpeteo de la pared, además un rechinido acompaña el ritmo del golpeteo.

Fruncí el ceño mientras intentaba poner atención al ruido para identificar de donde venía. Alcé la mirada al techo. El maldito vecino ¿estaba martillando a esta ahora? ¡Estaba loco!

Tom Hiddleston: One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora