Ella es feliz

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—El boleto para mañana está listo, Tom—dijo Luke del otro lado de la línea telefónica.

— ¿A qué hora es el vuelo?

Le di un sorbo a mi café. Maniobré intentando sostener el celular entre el hombro y mi oído para poder abrir la puerta del local. Al salir cruce la calle y comencé a caminar tranquilamente hasta mi departamento.

—A las siete de la mañana.

Gruñí con molestia antes de darle un nuevo sorbo a mi café.

—Luke, sabes que tengo una reunión hoy para hablar con el productor de "The Night Manager", sabes que esperado meses para tener noticias sobre la segunda temporada. Además—miré mi reloj mientras hacia una mueca—, en media hora llega Chris, quiere que nos vayamos juntos y lleguemos un día antes para ir a comer con Mark.

—Tom, soy tu maldito agente, sé tu bendita agenda mejor que tú. ¡Sé a qué horas vas a ir al baño! —puse los ojos en blanco ante aquello tan tonto—. Créeme que si escogí ese vuelo es porque es lo mejor que se acomoda al horario. Además, no lo planee solo, el agente de Chris y Chris mismo están de acuerdo en irse a esa hora—hice un mueca de disgusto—. No seas tan llorón, Thomas, puedes dormir en el avión.

—Odio las diferencias de horario.

—Bienvenido al mundo de la fama señor Hiddleston.

—Seguir tus sueños tiene un precio muy alto.

Suspiré con pesadez y me detuve en la esquina de la acera. Esperaba el cambio de la luz para poder cruzar cuando escuché una risa que me hizo estremecer.

Esa risa.

Comencé a mirar a todos lados como si fuera alguna clase de psicópata que tiene delirios de persecución. Mi corazón se detuvo cuando la encontré. No fue tan difícil encontrarla, su belleza siempre sobresalía de la multitud. Ella iba caminando por la acera de enfrente. Podía sentir como mi corazón latía tan rápido que me tamborileaba en los oídos. Cielos. Era ella. Josefina.

Todo estaba bien hasta que ella se detuvo. Un hombre todo su rostro con ternura y la besó. Mi corazón volvió romperse como aquel día en el que ella se fue.

No lo podía creer. Solo... solo había pasado un mes desde que habíamos terminado. Aun que verla con alguien más no era lo que más dolía. No. Dolía ver que ella era mucho más feliz de que solía verse conmigo. Quería que ella fuera feliz, pero prefería que fuera conmigo.

Sentí un terrible nudo en la garganta y los ojos me ardían. Podía sentir que el mismísimo infierno se había alojado en mi pecho.

—Tom, ¿sigues ahí? ¿Hola? Tierra llamando a Tom. ¿Tom? ¡Thomas por el amor de Dios contéstame! —gritó Luke por el celular.

—Te llamo luego—murmuré.

— ¡Ni siquiera lo pienses Hiddleston!

Luke había comenzado a vociferar y a maldecir, pero lo ignoré y colgué la llamada. No podía apartar mi mirada de la feliz pareja. El pecho no dejaba de punzarme. Avanzaron unos pasos hasta detenerse en la entrada de un bar. Esperaron con un par de personas más para entrar. El hombre no paraba de parlotear tan animadamente y había dicho algo que hizo reír a Josefina. El hermoso sonido de su risa siempre me hizo estremecer.

No pude evitar sentir una terrible envida al verlos tan felices. No recuerdo que nosotros nos viéramos tan felices.

Ella es feliz.

Cerré los ojos y tragué saliva. Los recuerdos de la vez que terminamos llegaron a mi mente como torrentes de lluvia.

Josefina no paraba de llorar y nada de lo que dijera o hiciera servía para algo. Me dolía demasiado el corazón porque solo yo era el culpable de herirla de tal manera, pero ella también me había herido demasiado y nunca se daba cuenta. Siempre intentaba reparar mis errores, disculparme si hacía algo mal, pero cuando ella me lastimaba... ni siquiera me decía lo siento o intentaba enmendarlo y yo tenía que fingir que todo estaba bien, me dolía más perderla que lo que me había hecho, así que solo continuaba intentando repararme solo a la vez que intentaba repararla a ella y a nuestra relación. Pero todo tiene un límite, no puedo reparar todo yo solo. Llegamos a un punto en que no importaba si ella hacia algo mal o yo hacía algo mal, la culpa era solo mía, no importaba que tanto quisiera repararlo, no importaba que le diera a ella todo de mí, llego a un punto donde nada era suficiente para ella. Entonces me había quedado sin nada, emocionalmente. La tenía a ella, pero ella solo se preocupaba por ella sentirse amaba, que yo cumpliera con ella en todo lo que quería y yo ya no podía sanar mis propias heridas. No podía seguir ocultando que todo estaba bien, estaba cansado de tener que luchar solo de manera emocional.

Tom Hiddleston: One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora