En un bar

1.1K 131 19
                                    

14 de Febrero.

Día de San Valentín o Día del amor y la amistad.

Es un día que tiene varios nombres, que es demasiado criticado. Odiado por los solteros, amado por las novias psicópatas y avariciosas que desean traer a sus novios como los renos de Santa Claus. Sí, llevando regalos y... cornudos.

A pesar de que soy muy feliz con mi prometido, este día no me obsesiona ni me molesta.

Me siento emocionada y no por que vaya a salir con mi chico ideal, sino porque voy a hacerme la última prueba de mi vestido de novia. La próxima semana me casaré con Zack.

—Cariño, ¿por qué Louisa no pudo venir?

Mi madre terminaba de abrocharme el vestido mientras la miraba a través del espejo. Louisa era mi mejor amiga y, por obvias razones, mi dama de honor. Ella había estado a mi lado y al de Zack en todos los preparativos de la boda, pero hoy le había surgido un asunto.

—No sé, mamá—intenté acomodarme los pechos en el escote del vestido—. Me dijo que tenía un asunto, pero no me dijo que era.

—Marian—me giré para encontrarme frente a mi madre—, últimamente he notado rara a Louisa.

—Oh, por favor—reí mientras salía del probador. Me subí al pequeño banquillo para verme frente a los tres espejos—. Probablemente la he presionado tanto con la boda. Ella sabe lo mucho que amo a Zack y lo mucho que he soñado con este día. Apuesto que el día de su boda me lo hará pagar.

Quité una arruga invisible de la falda del vestido mientras me daba media vuelta para verlo por detrás. Fruncí los labios y me volví a girar.

—Te vez preciosa, mi vida.

—Gracias, mamá. Aun que siento que el moño podría lucir un poco más si es de otro color o... ¿tal vez más grande?

—Yo opino que es perfecto.

—Siento que algo no está bien—algo llamó mi atención en el espejo. Fruncí el ceño al captar que detrás de mí había una pareja besándose apasionadamente. Reconocí los rostros, pero no podía ser posible. Parpadeé para intentar aclarar la imagen—. No es cierto.

— ¿Qué sucede?

Me giré y tomé la falda del vestido para alzarla y poder caminar. Me dirigí al enorme ventanal que tenía la tienda y me di cuenta de que mis ojos no se imaginaban cosas.

Apreté los puños con fuerza mientras la sangre comenzaba a hervir con furia dentro de mí. Salí corriendo de la tienda para dirigirme a la pareja.

— ¡Son unos mentirosos! —me quité el velo con furia y se los arrojé—. ¿Cuánto tiempo llevan viéndome la cara de estúpida?

—Marian—murmuró Zack viéndome sorprendido—, ¿qué haces aquí?

— ¡Probándome el maldito vestido que ya no voy a ocupar! —Miré a Louisa, quien se suponía que era mi mejor amiga—. ¡Eres una traidora! ¿Cómo pudiste?

—Lo siento, Marian, pero... nos enamoramos y...

— ¡Cállate! Lo hiciste apropósito, ¿verdad? —sentía las lágrimas arder en mis ojos, pero no iba a darles el gusto de verme llorar—. Sabías que venía a probarme el vestido y...—me tembló el labio inferior—. ¿Saben qué? No quiero volver a verlos nunca más.

Tom Hiddleston: One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora