Un lugar Desconocido

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Huele a hierba... Me trae recuerdos y a la vez me inquieta no saber el porque. Al levantarme vi una enorme pradera verde que se perdía en el horizonte, hasta dónde alcanzaba mi vista, con alguna que otra roca gris que parecía dormir en esa enorme cama verde. Me limpié el polvo de la ropa que llevaba puesta y empecé a analizar mi situación cuando algo interrumpió mis pensamientos.

— ¿Dónde estoy? ¿Será esto a lo que llaman Paraíso? Tal vez si estoy... 

— ¡Ei tu! ¡Sal de en medio! 

— ¿Que demonios! 

Pegué un salto hacia mi lado izquierdo y rodé mirando hacía dónde provenía la voz. Un carromato a toda velocidad se acercó pasando a mi lado por los pelos y destrozándose momentos después. Un joven paso corriendo por mi lado y fue en dirección al carromato. Probablemente para controlar lo que este contenía.

— ¡Estás bien? ¡Oye Skrimir! Te dije que tuvieras cuidado con las riendas, no están preparadas para un león de tu tamaño.

Un león de pelaje rojo hizo acto de presencia, media unos dos metros aproximadamente, me miró algo curioso pero sin cambiar su rostro serio y altivo. Se dirigió hacia el carromato sin detenerse.

— No es mi culpa que los transportes de los beorc no resistan mi fuerza. Ya tendré más cuidado la próxima vez, no me mires así Ranulf... 

A medida que decía esas palabras el león paso a tener una forma humana, un joven bastante grande de melena fogosa que volvió a echarme la mirada encima. No sabía si debía irme o quedarme después de ver ese espectáculo. Mi intuición advirtió que me quedará por seguridad, después de todo no creo ser más veloz que un león. Y menos, si este mide dos metros...

— Oye Ranulf, ¿quién es ese beorc de allí? 

— Anda, me había olvidado. Casi le atropella la carreta, pero por lo visto tiene unos buenos reflejos. Tienes suerte, la mercancía esta bien. 

Me quedé sin palabras, sin saber bien que decir. ¿Debía hablar con ellos? La verdad es que me interesaba esa cualidad suya de poder transformarse en animales. El león se acercó y dio un rodeo a mi alrededor, parecía estar observando y analizando a mi persona de arriba a abajo. Sus movimientos me recordaban al de un animal rodeando a su presa, yo me inquietaba. En ese momento hizo acto de aparición un joven de cabellos oscuros con lo que parecía una cicatriz en la frente y ojos rojos, iba acompañado por un jinete de cabellos verdes de aspecto amable. 

— ¿Cómo se encuentra el cargamento? —preguntó el jinete—

— Todo bien, por suerte no se ha roto nada. —respondió el chico de cabellos azules, reprochando con la mirada al león que seguía curioso en mi pero cogió la indirecta y balbuceo en voz baja—

— Menos mal. Por cierto, ¿quién es esta persona que os acompaña?

— ¿No es amigo vuestro? Ha estado a punto de morir atropellado por el carro, pero ha esquivado de forma magistral...

— No, que yo sepa. ¿Cómo te llamas forastero?

— Mi... nombre... —me cogí las manos a la cabeza, no recordaba nada sólo tenía una imagen en mi cabeza un joven peli azul de cara emborronada— No recuerdo nada... Lo siento...

— Que curioso... Soren, ¿crees que deberíamos llevarlo al campamento para que Rhys le vea?

— No sé si seria muy buena idea, pero tampoco podemos dejarlo a la estacada con lo que parece amnesia... Podríamos traer a Rhys y a Ike, así él decidirá que debemos hacer con esta persona. Pero alguien debería quedar-se para vigilar-le.

— Nosotros nos quedaremos. Id a buscar a Ike.

Tanto el joven llamado Soren cómo el jinete volvieron por dónde habían llegado, por mi parte me cubrí con la capucha. Me sentía ligeramente intimidado/a por los dos que allí quedaban y creo que lo notaron por su mueca de molestia, hasta que el león decidió hablar.

— ¿Nos temes beorc? Sin embargo, tu olor es curioso. No eres laguz, pero tampoco eres beorc del todo... Me inquietas.

— ... No sé que es un laguz, tampoco lo que es eso que llamáis beorc. No tengo recuerdos de mi pasado y lo único que me trae recuerdos de este sitio es el olor de la hierba. 

— ¿No sabes que son los laguz? —habló finalmente el primer joven que se acercó a mi provocándome un ligero escozor en la nariz, sus ojos eran uno de cada color y en la cabeza podía ver-se un par de orejas que recordaban a las de un felino moviéndose— Mmmm... És realmente curioso. Tus ojos parecen haber visto mucho. Alguien normal habría huido al ver a Skrimir en su forma de león, tu no lo has hecho. És una lástima que tengas amnesia, podrías...

— Ranulf...

Simplemente Quiero Huir...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora