Simplemente...

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Una sacerdotisa bajaba de la montaña acompañada de un joven ladrón. Ambos estaban siendo perseguidos por los bandidos de la montaña. Nos distribuimos y sacamos las armas para entrar en modo ofensiva para ayudar-les. Al igual que Chrom, Marth parecía ser una persona bondadosa y de gran corazón, que solía fiar-se de las personas muy fácilmente. En muchos aspectos se parecían.

Cain e Ike fueron de frente. Ranulf decidió quedar-se a mi lado, aún seguía preocupado por lo que me había sucedido en el barco y sinceramente, aún no estaba al 100% de mi condición para poder combatir. Seguía dándole vueltas al asunto, y me preocupaba no poder ver a mis compañeros de nuevo... Los demás salieron también a atacar. 

Después de terminar con los bandidos que les perseguían nos dijeron que había personas encerradas en su guarida. Jagen intentó disuadir al príncipe de ir a ese lugar, pero Marth se negó, no podía permitir que gente inocente fueran traficados cómo esclavos.

— Podríamos hacer que salieran fuera sin tener que entrar... Aunque será algo arriesgado.

— ¿Que tienes en mente Daraen?

— Julian nos ha dicho que hay varias entradas... Para cazar a algunos animales lo que se hace es cerrar esas múltiples entradas y prender fuego. Hay un total de tres, cerramos dos, en una de las cuáles dejaremos un pequeño hueco para poner fuego y que se llene de humo. La única salida que va a quedar abierta será por la que saldrán los bandidos...

— Entonces les emboscaremos por esa salida... No es mala idea. Tendremos que tener cuidado con Nabarl, es un espadachín muy diestro que trabaja cómo mercenario. —dijo Julian—

— No creo que sea una mala persona, nos ayudó a escapar cuando estaba encerrada. —añadió la sacerdotisa Lena— Tengo fe en él.

— Lo veremos al enfrentar-lo. —añadió Jagen desconfiado—

— Si no me ocuparé yo de él. —dijeron a la vez Ike y Cain—

— Eso si, un grupo reducido de infantería tendrá que entrar para asegurar la zona y sacar a los prisioneros. Julian vendrá a hacernos de guía, Ranulf vendrá conmigo. 

—Ogma, y Barst os acompañarán. Sigo sin confiar del todo en vosotros y no quiero que el príncipe sufra más traiciones... —dijo Jagen cortante, realmente parecía que Frederick y él tenían la misma esencia—

— Me parece bien. Los demás esperareis en la entrada sin tapiar liderados por Marth para capturar a los bandidos.

Tapiamos dos de las entradas, nos colamos por la segunda antes de tapiar-la para hacer un pequeño fuego, pero sobretodo que hiciera humo lo suficientemente denso para que les hiciera salir. Guiados por Julian avanzamos rápidamente y gracias a los oídos de Ranulf, pudimos sorprender o esquivar a algunos de los bandidos que venían en nuestra dirección. Después de recorrer diversas galerías llegamos a dónde estaba encerrada la gente, había des de niños hasta ancianos, parecían una veintena de personas.

— Tranquilos, hemos venido a sacaros de aquí. —dije para tranquilizar-les un poco— Debemos ser discretos, aquellos que estén bien que carguen a los ancianos y personas que no puedan caminar bien. Los niños que elijan un adulto al que seguir y no se separen de él.

— Daraen, nosotros iremos delante para evitar un ataque frontal. —dijo Ogma que se adelantó con Barst—

— Ranulf tu vendrás conmigo a la retaguardia, Julian eres nuestro lazarillo. Debes llevarnos a la entrada dónde nos esperan el príncipe Marth y los demás. Pero ve poco a poco.

Julian accedió con la cabeza y se puso a la cabeza de la gente, avanzó de forma cautelosa. Sin prisas pero sin detener-se. Con cuidado de no topar-se con algún enemigo. Las orejas de Ranulf se movían de un lado a otro, buscando para que no nos tendieran una emboscada por la retaguardia. El humo empezaba a llenar esa parte de la galería, debíamos darnos prisa.

De repente, Ranulf me empujó contra la pared. Una red lo capturó y detrás de nosotros apareció un hombre bastante fornido que empezó a tirar de la cuerda.

— Vaya, vaya... Así que todo esto es cosa vuestra...

— ¡Seguid adelante! ¡No os detengáis! Nosotros nos ocuparemos y os alcanzaremos en breve. —grité fuerte para que incluso Julian pudiera oírme, después lancé un conjuro contra el hombre eso hizo que soltará la cuerda y Ranulf aprovechó para cortar la red con sus uñas—

— Jaja, veo que sois algo más de lo que aparentáis... —el hombre sacó una gran hacha de acero y sonrió divertido— Veamos de que pasta estáis hechos.

Teníamos que ganar algo de tiempo para que pudieran escapar los rehenes, así que no teníamos más remedio que luchar. Saqué mi espada de acero en una de mis manos y el tomo en la otra, mientras Ranulf se transformaba. Vino directo hacia mi, eso me hizo entender que no era simple fuerza bruta, en ese momento yo era el eslabón más débil. Bloqueé con la espada el golpe, pero me tiro hacia atrás haciéndome caer al suelo. Cuando iba a dar un segundo ataque a por mi, Ranulf le interceptó el brazo de un mordisco y lo apartó, aproveche ese momento para levantarme. Lancé el conjuro de nuevo con un poco más de potencia mientras lo tenía de espaldas, Ranulf instintivamente se soltó e hizo una pirueta empujándose contra la pared para salir más deprisa.

La explosión hizo tal humareda que no podía ver nada. Ranulf me levantó del suelo con su cuerpo, cómo si fuera una montura, y corrió siguiendo el olor de Julian a través de las galerías. Las cuáles habían empezado a perder su estructura al derrumbar-se poco a poco. 

— Empiezo a oler el aire de fuera. Los demás habrán salido ya de aquí. Agárrate fuerte Daraen, voy a acelerar.

Me agaché para agarrarme de su cuello y evitar hacer de corta vientos, al acercar-me el tacto de Ranulf en bestia era suave y cálido. Era la primera vez que estaba tan cerca a su forma de bestia, me recordó a Palne... Aunque mi nariz pronto interrumpió mi memoria, empezó a picarme por la alergia. Menos mal que es bastante leve y no estornudo, aunque si es verdad que sin darme cuenta terminé por soltarme y me caí rodando por el suelo cuando fui a rascarme la nariz.

— Ya te tengo... —afirmó una voz que salía de la humareda— Sin tu amiguito eres bastante flojucho/a.

Miré por dónde se había ido Ranulf, no se había dado cuenta de mi caída. Me levanté, tenía varios rasguños y algo de dolor en mi hombro pero nada grave. Guardé el libro y corrí tras Ranulf, no podía lanzar conjuros en ese estado y mucho menos llebar ambas armas. Mantuve la espada en mano, algo me decía que terminaría por alcanzarme pero seguí corriendo sin mirar atrás. Aunque lo último soñado fuese mi muerte, decidí seguir adelante. Por el momento mi meta era sobrevivir, sobrevivir hasta dar con mis compañeros. 

Empezaba a entender una cosa... y era que mi vida había estado llena de batallas, muertes, guerras... E incluso había hecho mucho daño a alguien al que apreciaba... 

Simplemente quiero huir... Quiero volver con los míos... Huir de todo lo doloroso que hemos tenido que enfrentar. Porque a pesar de todo, yo no pude disfrutar de esa paz que logramos... Yo quería pasar el tiempo con ellos, ir a tomar algo juntos, crecer a su lado...

Simplemente quiero volver a su lado... 

Simplemente Quiero Huir...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora