Haré Lo Que Sea Para Que Suceda

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Narrador omnisciente.

Ya habían pasado cuatro meses desde el nacimiento de el pequeño Dean el cual llenaba de alegría día a día la vida de su madre como la de la castaña.
Ignacia por su parte, había dejado de trabajar, solo hasta ahora, hasta septiembre puesto a que el pequeño ya había crecido, sin embargo no era lo suficiente y mientras lo dejaría con su madre en quien más confiaba por las mañanas, por las tarde ella iría por él.
Un vuelco grande había pasado por la vida de la morena, algo que a la castaña no le hacía mucha gracia y es que ella solo quería lo mejor para su amiga, sin embargo, para evitar enfados y peleas sin llegar a una solución, decidió ignorarlo, pero no por mucho.

-¿Estás segura?... - suspiró un triste Mario mientras que observaba a la brocha que tenía en su mano la cual arrojaba una especie de pasta de color café oscura desde su punta.

-Sí... - Suspiró apenada la castaña.
No puedo seguir viviendo del pasado y eso pasa cada vez que me observó al espejo.

-Pero cariño... - sollozo.
Yo nunca suelo hacer esto con mis clientas, pero tu eres mi clienta especial, mi nena, y debo decirte cuando haces las cosas mal... - suspiró.
Tienes un increíble cabello, no lo cambies.

-¡Basta Mario! - su voz se hizo más aguda producto la pena que una vez más la invadía.
No hagas las cosas más difíciles y comienza de una vez.

En tanto el hombre atrás asintió penosamente, mientras que con delicadeza tomaba un débil mechón de cabello, sin embargo, decidido e importándole una mierda el enojo de su amiga, se dispuso a ir a buscar otra cosa.
-¿A dónde vas?- Preguntó confusa la castaña mientras que se giraba desde la silla en que estaba para observarlo.
-Dame un momento. - gritó el alto hombre mientras caminaba rápidamente.
Llegó hasta la habitación en donde tenía todos sus implementos profesionales tanto para maquillaje como para cabello. Tomó dos colores de un tinte que no duraría más de unos meses, es decir sin amoniaco y creo la mezcla que la castaña estaba buscando, salvo que está no sería tóxica ni mucho menos permanente. Él sabía lo arrebatada que solía ser Ninoska, por lo que con el tiempo se arrepentiría ya que se daría cuenta de que no le gustaría mucho su cambio de color en el cabello, quizás se enojaría al descubrirlo pero también le agradecería.
Salió rápidamente de donde estaba mientras revolvía la mezcla.
-¿Qué fuiste a hacer?
-Nada. - sonrió burlona y cómplicemente.
-Mmmh. - gruño incrédula.
Bueno, como sea ¿empezamos?
-Esta bien. - soltó una risita al pasar desapercibido por ella.
Esta vez Mario si accedió a su petición y cubrió por completo aquel precioso y largo cabello de aquel tinte inofensivo.
Luego de ciertas horas, le lavo el pelo y se lo seco, para luego peinarla.
-Te ves preciosa, le dijo a una ex castaña que aún se miraba al espejo.
Si bien aún sigues siendo castaña, esta vez es de un tono más oscuro.
-Como sea... - respondió desinteresada.
Gracias beb... - se detuvo, lo hizo bruscamente ya que recordó que solía llamar a alguien así.
Volvio a retomar su respiración y levantó su mirada.
-Gracias amigo, qué haría yo sin ti. - acaricio su mejilla.
-Nada terca... - sonrió.
En eso el sonido de llamada desde el iPhone de la ahora "castaña oscura" interrumpió aquella breve conversación.
-¿Aló?
-¡Hola Ninoska!
Era la madre de Ignacia, voz que reconoció de inmediato.
-Ema, ¿cómo estás?
-Bien cariño y ¿tú?
-Bien. Nino quería pedirte un favor.
-¡Sí! ¿Dime?
La mujer detrás del teléfono, sonrió por la amabilidad de la castaña.
-Cariño... Ignacia me pidió que si por favor puedes venir a buscar a Dean, lo que pasa es que Felipe me pidió ir a cenar con él y por otra parte Ignacia aún no sale de la Clínica, ¿tú podrías venir por él y llevarlo a casa de Ignacia?
A la castaña se le infló automáticamente el corazón de felicidad y es que ese pequeño sacaba lo mejor de ella.
-¡Por supuesto! Voy de inmediato.
La mujer detrás del teléfono arrojó una pequeña risita.
-Se nota que lo adoras.
-No imaginas cuanto.- suspiró.
Estaré allá en diez minutos.
-Perfecto te espero y ¡gracias!
-¡Jajaja! No es nada, adiós.
-Adiós.

Pídeme Que Te Quiera II. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora