Desearía no haberte conocido

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Narrador omnisciente.

La castaña junto a Nicolás, pasearon por el Parque Central en su devuelta a casa, y durante todo el trayecto, ella pudo presentir el calor de un par de ojos observadores sobre la nuca.

Se volteó en varias ocasiones, pero no encontró nada más que un conjunto de caras desconocidas en vez de lo que en realidad quería ver. Al final, un poco agobiada decidió que lo mejor era volver pronto a casa, mientras que Nicolás no le reclamo nada. Bastante hinchada y adolorida tenía su cara por lo que la llevó en su motocicleta.

-Ha sido una buena noche. Gracias por invitarme y lamento, de verdad todo lo ocurrido.

-Tranquila nena, culpa tuya no ha sido, y si esto te ha quitado un par de sonrisas, estoy más que satisfecho. - le aseguró sonriente como pudo.

La curvilínea al oírlo le devolvió el gesto sin poder evitar consternarse por su morada mandíbula. Se sentía tan culpable por todo lo sucedido
y a su vez la rabia interna que sentía hacía Joseph por haber golpeado sin justificación a ese chico, la carcomía. Estaba más que segura de que si se olvidaba de Reings, Nicolás podía ser el tipo con el que siempre soñó. Guapo, educado, bromista, atento, risueño y pacifico. Así era como se demostraba ante sus ojos.

El ojos oxidados no desaprovechó aquella oportunidad y cuando la vió sonreír se inclinó para besarla, respondiéndole ella con un automático respingo hacia atrás creándose con ello un clima de tensión entre ambos.

-¿Y eso? -preguntó agobiado pero no molesto.

-Preferiría que no. - le dijo.

El fulanillo reprimió una mueca de rareza y con el ceño fruncido le dijo.

-¿He hecho algo malo? Digo por tal desprecio.

-No para nada, solo que estoy un poco resfriada. - añadió una mentira más a la noche.

-Oh, Ninoska, ¿a quién pretendes engañar? Con Joe no tenías tantos reparos... - se entrometió su consciencia quien de forma burlesca observaba todo. La castaña la oyó y apenas tomó en cuenta, pero sí despreocupó su rostro.
Nicolás al verla asintió muy serio, y contra todo pronóstico, su eterna falsa sonrisa no se desvaneció.

-Por ti merece la pena no seguir.

Ella se bajo de la moto medio atontada por sus palabras.

-Al menos se lo ha tomado bien. -se dijo a sí misma mientras se dirigía a su casa, y pensando en que el susodicho se iría a la suya , alzó su mano para despedirse de él, sin embargo la sorpresa al voltearse fue otra.

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-¡La estamparía contra la pared! - era un agrio moreno quien acababa de entrar a su casa dando a su vez un portonazo de esos que te dejan sordo. - Jodida tonta...

Se sentía tan ofuscado, tan tonto, tan humillado que ya esto había sido el colmo de los colmos, lo sabía, ya no había retroceso, pero dentro de todo, también sabía que lo que sentía era fruto de la ira. Fruto de verla a ella prefiriéndolo a él.
Había dejado a un lado el orgullo. Había ido decidido a contarle a Ninoska la verdad, la única verdad de todo, de hacerla entender que no estaba haciendo las cosas bien, y lo que era peor había ido con el claro motivo de demostrarle sus sentimientos e intención de tenerla en su futuro por siempre.

Pídeme Que Te Quiera II. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora